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Voto de Lafuente Estefanía:
4
Western Logan Stewart, el propietario del principal almacén de mercancías de Jacksonville es un próspero hombre de negocios que desea vivir tranquilo. Sin embargo, no puede evitar verse envuelto en problemas: por un lado, un matón lo busca para matarlo; por otro, intenta proteger a un amigo que es banquero y jugador que tiene problemas. (FILMAFFINITY)
18 de junio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muestra la cinta el nacimiento de la ciudad de Jacksonville (Oregón, 1856). De momento no es más que un conjunto de rudas cabañas de troncos que agrupa ya al tipo de población que caracterizará las nuevas ciudades del Oeste, con aquellos pioneros que acaban de llegar atraídos por el señuelo del oro con sus carromatos cargados de hijos y de ilusiones. Todavía no hay siquiera caminos ni diligencias, pero hay esperanza. Como la que se derrama cuando entre todos vecinos construyen en un día la casa de una joven pareja que allí se establece. El ambiente parece bucólico y rezuma generosidad como proclama el título. Incluso los indios participan a su manera en esta arcadia.
Pero por debajo están los hombres. Y las mujeres que aquí juegan un papel más destacado de lo común. Como en una partida de póker desfilan desde el principio dobles parejas, Logan y Caroline, George y Lucy, triples si añadimos al jugador tuberculoso del saloon y Marta, sin olvidar a Blasir secretamente enamorado de Caroline. Entre todas ellas se cruzan insinuaciones que indican que la suerte no está del todo echada. Y ciertamente no lo está. Los indios, como no, acabarán resolviendo los emparejamientos en la segunda mano de la partida.
Paralelamente asistimos al enfrentamiento entre dos grandes y opuestos amigos. De una parte Logan, emprendedor hombre de negocios que confía en el trabajo y en el comercio, de otra George, banquero, estafador y jugador de mala fortuna. Blanco y negro. Al fondo la masa coral de los vecinos, con sus anhelos y su característico sentido de la justicia. Sin embargo, para nosotros, el personaje más original y característico lo representa Liner (Carmichael), desocupado juglar que con su mandolina y su curiosidad pone el contrapunto filosófico y musical a la extrema rudeza del ambiente. La cigarra entre las hormigas. Hay una frase rotunda que lo expresa de forma magistral. El laborioso Logan le propone cambiar su reloj por la mandolina. Tal vez en alusión a su escasa afición al trabajo. Contestación del músico: el reloj solo me sirve para contar el tiempo, la mandolina para cantar el tiempo.
De todas formas no dejamos de considerar la película un poco floja. Con la excepción del citado mandolinero, el resto de personajes es muy plano y el ritmo lento y premioso. Gracias sobre todo a algunas interpretaciones, pero sobre todo a la música, lo mismo que a la fotografía y los paisajes. En algunos momentos nos ha recordado el verde valle de Ford, y no solo por la presencia del malvado Bragg.
Lafuente Estefanía
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