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Voto de Karlsterio Kovas:
6
2020
Jose A. Ledo (Creador), Koldo Serra
5.2
721
Serie de TV. Terror. Aventuras
Miniserie de TV (2020). 7 episodios. El grupo de jóvenes peregrinos se enfrentarán a situaciones límite mientras recorren el Camino de Santiago a su paso por la Selva de Irati (Navarra), donde está ambientada esta terrorífica experiencia.
15 de julio de 2020
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos jóvenes que hacen el Camino de Santiago desaparecen en el Pirineo navarro. La Guardia Civil encuentra sus pertenencias, y entre ellas hay mucho material grabado con sus teléfonos móviles que es lo que pasamos a ver. Con esta premisa arranca esta serie del siempre interesante José A. Ledo, y aunque es una serie correcta, falla en lo principal: su nula capacidad para sorprender al televidente.
La historia está correctamente narrada. Los capítulos son cortos, de apenas 15 minutos cada uno, y se puede ver tranquilamente de un tirón. Las interpretaciones, que recaen en su mayoría en actores y actrices jóvenes, son también aceptables: cuando sus personajes han de tener miedo, tensión, o entrar en pánico, los intérpretes lo saben reflejar . El guión está bien estructurado. La producción, la realización, los exteriores (bellísimos), están bien tratados, y la serie destila un buen hacer que ya quisieran otras muchas series de este lado de los Pirineos.
Pero falla en algo. Y falla en el propio concepto de la serie. Todo lo que nos aparece en pantalla son las grabaciones que hicieron los protagonistas con sus dispositivos móviles de los sucesos que ocurrieron durante la desaparición, algo que hace 20 años podía ser muy novedoso, pero ahora, en 2020, está ya demasiado trillado. Son demasiadas las películas y series que hacen de este concepto su máxima seña de identidad, desde Blair Witch Project hasta (salvando algunas distancias) REC.
Con este sistema es muy díficil mantener la atención del espectador. La cosa se complica cuando vamos avanzando en la serie y no vemos sorpresas, ni tampoco una tensión que nos mantenga pegados en el sofá. Es todo muy previsible, las acciones se desarrollan y conforme lo van haciendo nos vamos imaginando el resultado final, sin que nada nos pueda sorprender o inquietar. Para una serie que basa su interés precisamente en eso, en la inquietud que pueda causar, a medio camino entre el thriller y el género de terror, todo esto no es una buena señal.
Afinando más podríamos también echar la culpa de que la serie no cuaje a los personajes protagonistas: los jóvenes adolescentes descerebrados que desaparecen en los bosques navarros tienen el carisma de una mesa del Ikea, y aunque los actores se esfuerzan de dotarles de miedos y temores (en este tipo de productos los protagonistas son siempre víctimas, nunca héroes), nos pasaremos la mitad del metraje deseando que se los carguen de una vez. Los personajes están ligeramente estereotipados: están el guaperas, la guapa, el amante de los cacharros, el raro, y la chica perteneciente a una minoría étnica, aparte de secundarios como el tío raro y seco (¿por qué la gente rara es tan seca? ¿es que no pueden ser raros y además simpáticos?) y los personajes-relleno que aparecen de vez en cuando para dar más énfasis a la naturaleza de los malos.
En definitiva, una serie de correcta factura a nivel técnico, pero que trata un tema muy visto de una forma muy convencional que no logra mantener el suficiente interés.
La historia está correctamente narrada. Los capítulos son cortos, de apenas 15 minutos cada uno, y se puede ver tranquilamente de un tirón. Las interpretaciones, que recaen en su mayoría en actores y actrices jóvenes, son también aceptables: cuando sus personajes han de tener miedo, tensión, o entrar en pánico, los intérpretes lo saben reflejar . El guión está bien estructurado. La producción, la realización, los exteriores (bellísimos), están bien tratados, y la serie destila un buen hacer que ya quisieran otras muchas series de este lado de los Pirineos.
Pero falla en algo. Y falla en el propio concepto de la serie. Todo lo que nos aparece en pantalla son las grabaciones que hicieron los protagonistas con sus dispositivos móviles de los sucesos que ocurrieron durante la desaparición, algo que hace 20 años podía ser muy novedoso, pero ahora, en 2020, está ya demasiado trillado. Son demasiadas las películas y series que hacen de este concepto su máxima seña de identidad, desde Blair Witch Project hasta (salvando algunas distancias) REC.
Con este sistema es muy díficil mantener la atención del espectador. La cosa se complica cuando vamos avanzando en la serie y no vemos sorpresas, ni tampoco una tensión que nos mantenga pegados en el sofá. Es todo muy previsible, las acciones se desarrollan y conforme lo van haciendo nos vamos imaginando el resultado final, sin que nada nos pueda sorprender o inquietar. Para una serie que basa su interés precisamente en eso, en la inquietud que pueda causar, a medio camino entre el thriller y el género de terror, todo esto no es una buena señal.
Afinando más podríamos también echar la culpa de que la serie no cuaje a los personajes protagonistas: los jóvenes adolescentes descerebrados que desaparecen en los bosques navarros tienen el carisma de una mesa del Ikea, y aunque los actores se esfuerzan de dotarles de miedos y temores (en este tipo de productos los protagonistas son siempre víctimas, nunca héroes), nos pasaremos la mitad del metraje deseando que se los carguen de una vez. Los personajes están ligeramente estereotipados: están el guaperas, la guapa, el amante de los cacharros, el raro, y la chica perteneciente a una minoría étnica, aparte de secundarios como el tío raro y seco (¿por qué la gente rara es tan seca? ¿es que no pueden ser raros y además simpáticos?) y los personajes-relleno que aparecen de vez en cuando para dar más énfasis a la naturaleza de los malos.
En definitiva, una serie de correcta factura a nivel técnico, pero que trata un tema muy visto de una forma muy convencional que no logra mantener el suficiente interés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Esta serie hereda también los mismos problemas que tienen sus predecesoras: sigo sin entender por qué, cuando te están disparando flechas o piedras a velocidad cuasi-super-sónica, en vez de correr con todas tus fuerzas, te dedicas a corretear con el móvil sin parar de grabar y además enfocando como un cámara profesional a las zonas de donde salen los disparos. ¿No sería más fácil tirar el móvil y echar tierra de por medio en vez de preocuparse por grabar con el móvil cómo silban las flechas a tu alrededor?
Alguna escena también puede parecer sacada de contexto, como aquella en la que las 2 chicas van a orinar a una habitación del caserón abandonado y para que lo pueda hacer, una de las chicas le pide a la otra que le enfoque con la luz de la cámara del móvil. Y lo hace, pero ya de paso, lo graba. ¿De verdad? ¿Por qué no enciende solo la luz del móvil y se ahorra el grabar esa situación?
Alguna escena también puede parecer sacada de contexto, como aquella en la que las 2 chicas van a orinar a una habitación del caserón abandonado y para que lo pueda hacer, una de las chicas le pide a la otra que le enfoque con la luz de la cámara del móvil. Y lo hace, pero ya de paso, lo graba. ¿De verdad? ¿Por qué no enciende solo la luz del móvil y se ahorra el grabar esa situación?