Clásico moderno del cine de terror que además de aterrorizar, conmueve. Con un Haley Joel Osment inmenso pese a su corta edad (lástima haya tenido mal madurar este chaval), un más que correcto Willis y una Toni Collette fantástica en su papel de sufrida madre que tiene que asumir el sexto sentido de su hijo. La mejor película de Shyamalan de las que ha filmado y, probablemente, de las que llegue a filmar dentro de una inestable carrera llena de altibajos y algún que otro bodrio. Magia hecha celuloide y desenlace con uno de los finales más comentados de la historia del cine.