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Voto de Cinemagavia:
8
Thriller. Intriga. Drama Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
26 de septiembre de 2018
65 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
TIEMPO DE CAZA

El Reino ya es una de las favoritas en el Festival de Cine de San Sebastián. Y lo cierto es que tiene todos los ases para ganar. No solo porque sea original y distintiva, con el sello cercano y veloz de la cotidianidad que caracteriza al reconocido Sorogoyen, si no por cómo se aproxima a una historia realista, con muchos matices, sin perder el foco más importante: el retrato de la vida misma y de sus consecuencias.

La película comienza de manera armoniosa, con escenas frívolas que desentierran la calidad de vida de los personajes y sus respectivas motivaciones, para después continuar con un ritmo frenético y colmado de ansiedad. Manuel es la figura protagonista, el hombre que vende su ética para comprar su destino. Y ese el primer secreto que conocemos al embarcarnos en una caza oscura y dramática donde la atención no decae en ningún minuto, y donde aprendemos que las injusticias siempre se descubren, ya salgan estas o no a la luz pública.

LA GUINDA DEL PASTEL

En El Reino, todos se mueven por algún motivo. Como seres humanos, cada uno busca algo, y, de un modo u otro, sobrevive por (¿o para?) ello. Es en esa parte donde el nivel actoral pone su máximo esplendor en pantalla y los actores reciben un sobresaliente.

Sí, Antonio de la Torre merece una mención especial; su trabajo es espectacular. Encarna a un tipo impulsivo, irascible, feroz, mezquino y lleno de soberbia hasta los huesos. Alguien sin escrúpulos, orgulloso y agresivo, que, pese a sus actos contra la ley, es capaz de transmitirnos la vena sensible con la que cubre (y que Manuel también se autoimpone como razón última) su comportamiento: el amor hacia su familia, la posibilidad de estrechar entre sus brazos a su mujer y a su hija, al precio que sea. Y todo esto el actor lo logra con naturalidad.

Sin embargo, el resto del elenco también está a la misma altura. Ana Wagener, Nacho Fresneda, José María Pou, Luis Zahera, Mónica López… independientemente de cuántos minutos hayan pasado en pantalla, todos han sabido aportar un gramo especial de humanidad a sus papeles, tanto con carga cómica, como visceral o emocional. Resalto a Bárbara Lennie, que en esta cinta (al igual que en las demás) saca lo mejor que lleva dentro y nos ofrece un análisis sublime, una caracterización correcta, grisácea y tremenda que encaja a la perfección con el tono de la supervivencia y los intereses personales, llevando la carga dramática más allá de su personaje con elegancia, rabia y fuerza.

FIRMA DE CALIDAD

¿Y qué hay de los aspectos técnicos? El Reino apuesta por un guión (escrito a mano por Isabel Peña) cuidado, preciso, con diálogos sustanciosos y acertados, y aunque la historia se sitúa hace casi diez años, la veracidad contemporánea se traspasa hasta nuestros días con total claridad. La música tiene una carga hipnótica, un aura fría y ávida de agitación que atrapa al espectador y le impide pensar, obligándole a centrarse en el presente, a sobrevivir ante los hechos impremeditados.

Y todo ello, junto a los planos de cámara, a veces rápidos y obtusos a modo de reportaje televisivo, a veces pulcros y detallistas para captar la esencia del actor, se acopla al 100% a la trama.

SABOR A REALIDAD

Pero, quizá lo mejor del largometraje sea su propuesta. Un film que reivindica justicia sin mencionar apellidos ni siglas políticas, un material que habla del poder y de la codicia sin señalar ideales, una creación que dibuja la realidad con el pincel de la dureza y la sutileza a partes iguales. Mil elementos que pretenden que nos cuestionemos los claro-oscuros del mundo actual y las múltiples caras de la verdad, los bordes de la supremacía y el ansia de dominio de aquellos (y/o aquellos) que nos rodean.

En palabras del propio Antonio, “Mantener la capacidad de indignación es algo obligado como ser vivo. Posicionarse es un compromiso con la vida”.

Y qué cierto es. Porque los jugadores de la cúspide caen, sí. Pero a veces, el reino de naipes se mantiene en pie, en la sombra, alimentado por la deshonra humana.

Escrito por María Iglesias
https://cinemagavia.es/el-reino-pelicula-critica/
Cinemagavia
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