Hay un momento en el camino en el que se hace inevitable una parada. Un par de tragos, la vista atrás, lo conseguido y todo lo perdido. Son esos instantes en los que no se sabe muy bien por qué pero empiezas a perder lo verde que un día tuviste en plenitud. No son sencillos, ni los momentos que vinieron ni los que quizás vendrán, pero vas permitiendo a la soledad ser tu compañera a pesar de que hubo un día que le tuviste miedo y, por más que veas mil películas a lo "Beautiful Girls" o rompas las páginas de uno de esos libros para viejos verdes de Nabokov, las chicas de quince años ya no te ven como alguien de tus otrora veinte primaveras.

Dicen que la juventud es decorosa, pero qué divina es la experiencia. Pon el reloj del revés, ese que arrastró obras maestras del libro de Ellroy a la pantalla de Hanson como "L.A. Confidential" y surca el negro que agitaba el cine en los noventa de igual modo a como se hacía en los cuarenta. Mira como Guy Pearce se preparaba para "Memento", como estallaba en estrella un brutal Russel Crowe y como Kevin Spacey se dejaba querer para protagonizar la reconocida "American Beauty". Que no te engañen, compañero, ahora que aún estás a tiempo de ser joven, ahora que aún puedes educar a tu paladar para disfrutar de lo auténtico.