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Voto de Jordirozsa:
6
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5.2
1,424
Terror. Thriller
Anna sufre agorafobia y por eso vive recluida en su casa y ese problema es tan incapacitante que cuando unos criminales entran en su casa, ella ni siquiera puede intentar huir. Sin embargo, lo que los intrusos no saben todavía es que la agorafobia no es su único problema. (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2023
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«Intruders» (2015) es un «home invasion» que toma un giro inusual en el género al hacer que la víctima aparente sea mucho menos indefensa de lo que inicialmente parece. La trama sigue a Anna Rook (Beth Riesgraf), una mujer agorafóbica que se encuentra atrapada en su casa cuando tres hombres intentan robarla después de la muerte de su hermano. Sin embargo, Anna tiene sus propios secretos oscuros y está lejos de ser una presa fácil. El giro de la trama es sin duda el punto fuerte. Le da al público algo inesperado y mantiene la tensión y la intriga a lo largo de la película.
El director, Adam Schindler, trabajó en una serie de cortometrajes y también fue co-director del documental «Delivery» (2005). Aunque no es de renombre en la industria, demostró capacidad para generar tensión e intriga. La película se realizó con un presupuesto relativamente bajo. Esto da a Schindler y a sus guionistas una mayor libertad creativa, lo que resulta en una película más única y personal. «Intruders», aunque claramente inspirada en otras películas del género, tiene su propia voz y enfoque.
En comparación con otras, como «Hush» (2016), de Mike Flanagan, o «Panic Room» (2002), de David Fincher, éstas también subvierten algunas expectativas, pero de formas diferentes: «Hush» presenta a una protagonista sorda y muda, pero en lugar de ser una víctima, utiliza su ingenio para enfrentar a su agresor, desafiando la imagen tradicional de una persona con discapacidad como indefensa. Por otro lado, «Panic Room» muestra a una madre y a su hija utilizando su inteligencia y valentía para resistir y vencer a los invasores, redefiniendo la idea de la «dama en apuros». Estas tres películas comparten un elemento en común: la subversión de los roles de género convencionales. Sin embargo, «Intruders» lleva este cambio un paso más allá, no sólo cambiando a la víctima por el héroe, sino también cambiando al héroe por el villano. Esta redefinición de roles da una nueva dimensión a la narrativa y ofrece una reflexión sobre la naturaleza del bien y del mal, la victimización y la violencia. Desafiando las normas del género y proporcionando un comentario sobre la fortaleza y la resistencia en situaciones extremas.
El director de fotografía, Eric Leach, aplica una paleta de colores fría y apagada, utilizando principalmente tonos grises y azules, lo que contribuye a la atmósfera de tensión y miedo. Estos colores realzan la sensación de amenaza y peligro. Emplea iluminación baja y contrastada para aumentar el dramatismo. Este tipo de iluminación crea una fuerte diferencia entre las áreas de luz y las de sombra, potenciando el misterio y el suspense. En cuanto a los planos y la composición, utiliza de manera efectiva los encuadres cerrados y el movimiento de cámara para maximizar la tensión. Hace un uso inteligente de los espacios limitados dentro de la casa. A través de la lente de la cámara, la casa se convierte en un laberinto de pasillos y habitaciones, amplificando la sensación de claustrofobia.
Frederik Wiedmann trabaja el desarrollo de la atmósfera de miedo y suspense utilizando elementos de música electrónica y acústica para crear una textura sonora que refleja y mejora el clima de tensión y la incertidumbre. El uso de ritmos lentos y sostenidos, combinados con una orquestación mínima, aumenta la sensación de peligro y la inminencia de la amenaza. En los créditos iniciales, la música de Wiedmann prepara al espectador para la trama que se desarrollará, estableciendo el tono de misterio. Por otro lado, en los créditos finales, cumple una función similar a la del «cierre» en las bandas sonoras «clásicas», proporcionando una conclusión musical que refleja los contenidos emocionales y narrativos. Esta música recapitula los temas centrales y las emociones que se han desarrollado, permitiendo al espectador reflexionar sobre la experiencia de la película.
Las relaciones socioafectivas entre los personajes juegan un papel central en la evolución de la trama. Seria plausible convertir la película en una obra de teatro, o en una ópera contemporánea, dado que gran parte de la trama se desarrolla en la casa de Anna. La configuración escénica podría adaptarse fácilmente a un escenario teatral, permitiendo que la historia se representase en vivo. La configuración de la casa podría ser recreada en el escenario con escenografía detallada y efectos visuales que transmitan la claustrofobia y la sensación de invasión.
Desde la perspectiva freudiana, la agorafobia de Anna, su miedo a salir de su casa, puede ser una forma de protegerse de la amenaza percibida del mundo exterior, un miedo enraizado en su trauma sexual. La invasión de su hogar puede ser vista como una violación simbólica de su espacio seguro, un acto que desencadena su trauma reprimido y la obliga a enfrentarse a sus miedos. Según Lacan, por otro lado, la casa de Anna y la bolsa de dinero pueden ser interpretadas como objetos de deseo para los intrusos. El deseo es siempre el deseo del «otro», y los intrusos desean lo que posee. Sin embargo, estos objetos también pueden ser vistos como metáforas de la feminidad de Anna, objetos desean controlar y dominar. Esta interpretación puede ser vista como una crítica a la objetivación y la dominación. Melanie Klein podría interpretar la relación de Anna con los intrusos en términos de la dinámica de la posición depresiva y la posición esquizo-paranoide. En la posición esquizo-paranoide, Anna ve a los intrusos como objetos malos que amenazan su seguridad. Sin embargo, a medida que la película avanza, Anna se mueve hacia la posición depresiva, donde es capaz de ver a los intrusos como individuos complejos y no sólo como amenazas. Este cambio puede ser interpretado como un proceso de maduración emocional, donde Anna es capaz de reconocer y manejar la ambivalencia y la complejidad de sus emociones, lo que haría avanzar la trama.
Respecto a la relación de Anna con su hermano Conrad, que sufre de cáncer, puede ser visto como un símbolo
El director, Adam Schindler, trabajó en una serie de cortometrajes y también fue co-director del documental «Delivery» (2005). Aunque no es de renombre en la industria, demostró capacidad para generar tensión e intriga. La película se realizó con un presupuesto relativamente bajo. Esto da a Schindler y a sus guionistas una mayor libertad creativa, lo que resulta en una película más única y personal. «Intruders», aunque claramente inspirada en otras películas del género, tiene su propia voz y enfoque.
En comparación con otras, como «Hush» (2016), de Mike Flanagan, o «Panic Room» (2002), de David Fincher, éstas también subvierten algunas expectativas, pero de formas diferentes: «Hush» presenta a una protagonista sorda y muda, pero en lugar de ser una víctima, utiliza su ingenio para enfrentar a su agresor, desafiando la imagen tradicional de una persona con discapacidad como indefensa. Por otro lado, «Panic Room» muestra a una madre y a su hija utilizando su inteligencia y valentía para resistir y vencer a los invasores, redefiniendo la idea de la «dama en apuros». Estas tres películas comparten un elemento en común: la subversión de los roles de género convencionales. Sin embargo, «Intruders» lleva este cambio un paso más allá, no sólo cambiando a la víctima por el héroe, sino también cambiando al héroe por el villano. Esta redefinición de roles da una nueva dimensión a la narrativa y ofrece una reflexión sobre la naturaleza del bien y del mal, la victimización y la violencia. Desafiando las normas del género y proporcionando un comentario sobre la fortaleza y la resistencia en situaciones extremas.
El director de fotografía, Eric Leach, aplica una paleta de colores fría y apagada, utilizando principalmente tonos grises y azules, lo que contribuye a la atmósfera de tensión y miedo. Estos colores realzan la sensación de amenaza y peligro. Emplea iluminación baja y contrastada para aumentar el dramatismo. Este tipo de iluminación crea una fuerte diferencia entre las áreas de luz y las de sombra, potenciando el misterio y el suspense. En cuanto a los planos y la composición, utiliza de manera efectiva los encuadres cerrados y el movimiento de cámara para maximizar la tensión. Hace un uso inteligente de los espacios limitados dentro de la casa. A través de la lente de la cámara, la casa se convierte en un laberinto de pasillos y habitaciones, amplificando la sensación de claustrofobia.
Frederik Wiedmann trabaja el desarrollo de la atmósfera de miedo y suspense utilizando elementos de música electrónica y acústica para crear una textura sonora que refleja y mejora el clima de tensión y la incertidumbre. El uso de ritmos lentos y sostenidos, combinados con una orquestación mínima, aumenta la sensación de peligro y la inminencia de la amenaza. En los créditos iniciales, la música de Wiedmann prepara al espectador para la trama que se desarrollará, estableciendo el tono de misterio. Por otro lado, en los créditos finales, cumple una función similar a la del «cierre» en las bandas sonoras «clásicas», proporcionando una conclusión musical que refleja los contenidos emocionales y narrativos. Esta música recapitula los temas centrales y las emociones que se han desarrollado, permitiendo al espectador reflexionar sobre la experiencia de la película.
Las relaciones socioafectivas entre los personajes juegan un papel central en la evolución de la trama. Seria plausible convertir la película en una obra de teatro, o en una ópera contemporánea, dado que gran parte de la trama se desarrolla en la casa de Anna. La configuración escénica podría adaptarse fácilmente a un escenario teatral, permitiendo que la historia se representase en vivo. La configuración de la casa podría ser recreada en el escenario con escenografía detallada y efectos visuales que transmitan la claustrofobia y la sensación de invasión.
Desde la perspectiva freudiana, la agorafobia de Anna, su miedo a salir de su casa, puede ser una forma de protegerse de la amenaza percibida del mundo exterior, un miedo enraizado en su trauma sexual. La invasión de su hogar puede ser vista como una violación simbólica de su espacio seguro, un acto que desencadena su trauma reprimido y la obliga a enfrentarse a sus miedos. Según Lacan, por otro lado, la casa de Anna y la bolsa de dinero pueden ser interpretadas como objetos de deseo para los intrusos. El deseo es siempre el deseo del «otro», y los intrusos desean lo que posee. Sin embargo, estos objetos también pueden ser vistos como metáforas de la feminidad de Anna, objetos desean controlar y dominar. Esta interpretación puede ser vista como una crítica a la objetivación y la dominación. Melanie Klein podría interpretar la relación de Anna con los intrusos en términos de la dinámica de la posición depresiva y la posición esquizo-paranoide. En la posición esquizo-paranoide, Anna ve a los intrusos como objetos malos que amenazan su seguridad. Sin embargo, a medida que la película avanza, Anna se mueve hacia la posición depresiva, donde es capaz de ver a los intrusos como individuos complejos y no sólo como amenazas. Este cambio puede ser interpretado como un proceso de maduración emocional, donde Anna es capaz de reconocer y manejar la ambivalencia y la complejidad de sus emociones, lo que haría avanzar la trama.
Respecto a la relación de Anna con su hermano Conrad, que sufre de cáncer, puede ser visto como un símbolo
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
de la culpa y la responsabilidad que Anna siente por su pasado. La muerte de Conrad puede ser interpretada como una forma de justicia narrativa, un castigo por su papel en la creación de la casa como un lugar de ejecución de los «abusadores». Este elemento puede ser interpretado a través de la lente del complejo de Edipo de Freud, donde Conrad sería como una figura paternal que Anna tanto ama como teme. Finalmente, la transformación de Anna de víctima a defensora es un acto de empoderamiento y resistencia. Al enfrentarse a los intrusos y subvertir la relación de dominación masculina, Anna se libera de su trauma y recupera surgencia. Una forma de castración simbólica, donde Anna despoja a los intrusos de su poder y control. Concepto fundamental para la estructura del deseo y la identidad.
Se puede hacer un paralelismo entre los tres invasores y las tres instancias de la personalidad según Freud. Perry (Martin Starr) como el Ello: el más despiadado y violento del grupo, la parte más primitiva y básica de la personalidad. Opera según el principio del placer, buscando satisfacer sus deseos y necesidades inmediatas sin tener en cuenta las consecuencias o la realidad. Perry parece actuar impulsivamente, sin considerar las consecuencias de sus acciones, lo que refleja su naturaleza impulsiva y egoísta. J.P. (Jack Kesy), el líder del grupo, podría representar el Yo, que opera según el principio de realidad. Busca equilibrar los deseos del Ello con las restricciones de la realidad y las demandas del Superyó. J.P. parece estar constantemente lidiando con las demandas de Perry y las preocupaciones de su hermano Vance (Joshua Mikel), tratando de mantener el control. Esta lucha por el equilibrio refleja la función del Yo como mediador entre el Ello y el Superyó. Vance como el Superyó: el más suave y menos violento del grupo actúa como la conciencia moral y el ideal del yo. Busca imponer normas y valores morales, a menudo en conflicto con los deseos del Ello. Vance parece ser el más reacio a la violencia y el más preocupado por las consecuencias de sus acciones, lo que refleja la naturaleza moral y restrictiva del Superyó.
Dan (Rory Culkin) es un personaje complejo. Aunque inicialmente es cómplice de los invasores, su personaje evoluciona a lo largo de la película, mostrando arrepentimiento y finalmente ayudando a Anna. La imagen de Dan es una representación de la inmadurez y la falta de control sobre los propios impulsos. En este sentido, Dan podría ser visto como un personaje que está en transición, luchando con su propia identidad y moralidad. Incluso podemos ver una lucha interna de Dan con su identidad sexual. Está reprimiendo una atracción hacia JP, y eso podría explicar algunas de sus acciones y comportamientos a lo largo de la película. Por ejemplo, su inicial complicidad con los invasores podría ser una forma de buscar la aprobación o la aceptación de JP. Dan podría estar proyectando sus propios deseos en JP, lo que podría explicar su comportamiento pusilánime y su aparente falta de agresión. Y su eventual cambio de lealtad y ayuda a Anna podría ser una forma de rechazar o resistir esos sentimientos y encauzar su conducta hacia una nueva percepción moral de la situación. La supervivencia de Dan podría interpretarse de varias maneras. Podría ser una recompensa por su cambio de lealtad y su ayuda a Anna. O podría ser una forma de mostrar que, a pesar de sus errores iniciales, es posible la redención.
El guion permite un desarrollo sólido de los personajes principales. A medida que la trama avanza, se exploran sus motivaciones, conflictos internos y relaciones entre ellos, lo que enriquece la narrativa y ofrece oportunidades para profundizar en los temas psicológicos y emocionales. Aprovecha las metáforas visuales y el simbolismo para reforzar los temas. Por ejemplo, la representación de la casa de Anna como un espacio invadido puede servir como una metáfora de su vulnerabilidad y su lucha por reclamar su poder y control.
Se puede hacer un paralelismo entre los tres invasores y las tres instancias de la personalidad según Freud. Perry (Martin Starr) como el Ello: el más despiadado y violento del grupo, la parte más primitiva y básica de la personalidad. Opera según el principio del placer, buscando satisfacer sus deseos y necesidades inmediatas sin tener en cuenta las consecuencias o la realidad. Perry parece actuar impulsivamente, sin considerar las consecuencias de sus acciones, lo que refleja su naturaleza impulsiva y egoísta. J.P. (Jack Kesy), el líder del grupo, podría representar el Yo, que opera según el principio de realidad. Busca equilibrar los deseos del Ello con las restricciones de la realidad y las demandas del Superyó. J.P. parece estar constantemente lidiando con las demandas de Perry y las preocupaciones de su hermano Vance (Joshua Mikel), tratando de mantener el control. Esta lucha por el equilibrio refleja la función del Yo como mediador entre el Ello y el Superyó. Vance como el Superyó: el más suave y menos violento del grupo actúa como la conciencia moral y el ideal del yo. Busca imponer normas y valores morales, a menudo en conflicto con los deseos del Ello. Vance parece ser el más reacio a la violencia y el más preocupado por las consecuencias de sus acciones, lo que refleja la naturaleza moral y restrictiva del Superyó.
Dan (Rory Culkin) es un personaje complejo. Aunque inicialmente es cómplice de los invasores, su personaje evoluciona a lo largo de la película, mostrando arrepentimiento y finalmente ayudando a Anna. La imagen de Dan es una representación de la inmadurez y la falta de control sobre los propios impulsos. En este sentido, Dan podría ser visto como un personaje que está en transición, luchando con su propia identidad y moralidad. Incluso podemos ver una lucha interna de Dan con su identidad sexual. Está reprimiendo una atracción hacia JP, y eso podría explicar algunas de sus acciones y comportamientos a lo largo de la película. Por ejemplo, su inicial complicidad con los invasores podría ser una forma de buscar la aprobación o la aceptación de JP. Dan podría estar proyectando sus propios deseos en JP, lo que podría explicar su comportamiento pusilánime y su aparente falta de agresión. Y su eventual cambio de lealtad y ayuda a Anna podría ser una forma de rechazar o resistir esos sentimientos y encauzar su conducta hacia una nueva percepción moral de la situación. La supervivencia de Dan podría interpretarse de varias maneras. Podría ser una recompensa por su cambio de lealtad y su ayuda a Anna. O podría ser una forma de mostrar que, a pesar de sus errores iniciales, es posible la redención.
El guion permite un desarrollo sólido de los personajes principales. A medida que la trama avanza, se exploran sus motivaciones, conflictos internos y relaciones entre ellos, lo que enriquece la narrativa y ofrece oportunidades para profundizar en los temas psicológicos y emocionales. Aprovecha las metáforas visuales y el simbolismo para reforzar los temas. Por ejemplo, la representación de la casa de Anna como un espacio invadido puede servir como una metáfora de su vulnerabilidad y su lucha por reclamar su poder y control.