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Voto de Jordirozsa:
6
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4.9
2,952
Terror
Un amoroso padre encuentra un traje de payaso y decide usarlo para el entretenimiento durante la fiesta infantil de su hijo. Tras la fiesta se da cuenta de que es incapaz de quitárselo y su personalidad comienza a sufrir terroríficos cambios. Él y su familia deberán intentar quitárselo en una carrera contra el tiempo para terminar con la maldición, antes de que se complete la transformación y se convierta en un homicida con zapatos muy grandes. (FILMAFFINITY) [+]
6 de mayo de 2023
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Dirigida por Jon Watts, nos sumerge en el angustiante relato de un hombre que, tras ponerse un traje de payaso, se convierte en un demonio sediento de sangre. El elenco, encabezado por Andy Powers (Kent McCoy), Laura Allen (Meg McCoy), Peter Stormare (Karlsson), Elisabeth Whitmere (Denise), Christian Distefano (Jack) y Chuck Shamata (Walt), ofrece actuaciones (en algunas situaciones poco convincentes) en una narrativa que se balancea entre lo horroroso y lo grotesco. La premisa de la película es en sí misma escalofriante: Kent McCoy, un agente de reformas inmobiliarias y padre amoroso, se ve obligado a asumir el papel de un payaso para el cumpleaños de su hijo, después de que el payaso original no aparece. Sin embargo, el traje que encuentra Kent en una casa antigua resulta ser una maldición, transformándolo gradualmente en un ser monstruoso y desquiciado. La desesperación de Kent por deshacerse del traje y la lucha de su familia por ayudarlo son los ejes de la trama.
Jon Watts comenzó su carrera en el mundo del cine dirigiendo anuncios y vídeos musicales. Su trabajo en «Clown» (2014) marcó uno de sus primeros éxitos en la industria cinematográfica. Coescribió el guion junto a Christopher D. Ford. Después alcanzó un éxito aún mayor al dirigir «Cop Car» (2015), una comedia en forma de thriller, protagonizado por Kevin Bacon. Posteriormente fue seleccionado como director para el reinicio de la franquicia de Spider-Man en el Universo Cinematográfico de Marvel («Spider-Man: Homecoming», de 2017, y sus secuelas). A pesar de que no ha ganado premios de la más alta relevancia en la industria del cine, su filmografía incluye una variedad de géneros y formatos, lo que demuestra su versatilidad como realizador. En la que nos ocupa, es mediocre en el trabajo de dirección de actores. No logró sacar su máximo potencial, y la interacción entre los personajes puede parecer forzada o poco natural en algunas escenas, que pueden parecer planas o carentes de la intensidad emocional necesaria. Sin embargo, logra crear una atmósfera opresiva y lúgubre a lo largo del filme, utilizando efectivamente la iluminación, la ambientación y algunos componentes del sonido para provocar tensión y desconcierto. La transformación de Kent en el payaso demoníaco, conocido como «Cloyne», es una mezcla de maquillaje y efectos visuales que resulta aterradora y repulsiva, contribuyendo significativamente al impacto visual.
Jon Watts construye un entorno sombrío, empleando técnicas específicas que enfatizan la tensión y el miedo en diferentes situaciones. La iluminación, tenue y mortecina ya desde el inicio, evoca un ambiente de misterio y presagio. El empleo de sombras proyectadas en las paredes y objetos crea intranquilidad, sugiriendo que algo siniestro acecha en la oscuridad en las escenas en las que vemos al «payaso-demonio» acechando a sus víctimas.
En lugar de depender únicamente de los efectos visuales, Watts se vale de los entornos y escenarios para aumentar la tensión y el miedo en distintas situaciones. En la casa antigua donde Kent encuentra el traje de payaso, en el desván, el director utiliza un espacio aciago y lleno de polvo para transmitir una atmósfera sobrecogedora. El desorden y la sensación de abandono en el desván sugieren que algo siniestro ha sido dejado atrás. También, la tienda de disfraces de Karlsson (Peter Sormare), con sus estantes llenos de máscaras y objetos peculiares, crea un espacio sofocante que enfatiza la naturaleza inquietante de la maldición del payaso.
En cuanto al sonido, utiliza efectos para resaltar la transformación de Kent en «Cloyne». Por ejemplo, en varias escenas, se escuchan crujidos y sonidos guturales mientras el personaje lucha por mantener su humanidad. Estos sonidos desagradables y perturbadores refuerzan la naturaleza grotesca y espeluznante de la metamorfosis. El uso de sonidos diegéticos, como los gritos de las víctimas, y el eco de la risa macabra de «Cloyne», realzan la presencia del monstruo y transmiten un sentido de inminente peligro.
La composición musical de Veligdan, aunque logra proporcionar cierto nivel de tensión y emoción en algunos momentos, no es lo suficientemente intensa para acompañar adecuadamente el desarrollo del guion. El uso de sonidos, fondos armónicos y bajos de sintetizador, junto con una propuesta melódica minimalista en el piano, puede resultar más apropiado para un drama televisivo, pero no necesariamente logra evocar el miedo y la angustia que una película de terror como «Clown» requería. Hay una clara falta de contrastes y dinamismo. La partitura, minimalista y «blanda», hace que la música se sienta menos impactante. Limita su capacidad para intensificar las escenas clave y mantener la atención.
La temática del payaso en «Clown» comparte similitudes con otros relatos icónicos del género de terror que abordan la metamorfosis o transformación de un personaje protagonista, en particular, el hombre lobo y la dualidad del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Al igual que en la leyenda del hombre lobo, la transformación en «Clown» es involuntaria y aterradora, tanto para el protagonista como para quienes lo rodean. Ambas narrativas exploran la pérdida de humanidad y control que experimenta el personaje principal, quien se convierte en una criatura temible y sanguinaria. En ambas historias, el personaje busca desesperadamente una cura o solución a su maldición, lo que a menudo conlleva consecuencias trágicas. Sin embargo, mientras que la transformación del hombre lobo se vincula con la luna llena y tiene un carácter cíclico, la metamorfosis en «Clown» es progresiva y persistente, a medida que el traje de payaso se fusiona con el cuerpo de Kent.
La dualidad entre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson, también encuentra paralelismos con la transformación en «Clown». Ambas historias abordan la lucha interna entre la bondad y la maldad, cómo un personaje aparentemente «normal» puede albergar una faceta monstruosa.
Jon Watts comenzó su carrera en el mundo del cine dirigiendo anuncios y vídeos musicales. Su trabajo en «Clown» (2014) marcó uno de sus primeros éxitos en la industria cinematográfica. Coescribió el guion junto a Christopher D. Ford. Después alcanzó un éxito aún mayor al dirigir «Cop Car» (2015), una comedia en forma de thriller, protagonizado por Kevin Bacon. Posteriormente fue seleccionado como director para el reinicio de la franquicia de Spider-Man en el Universo Cinematográfico de Marvel («Spider-Man: Homecoming», de 2017, y sus secuelas). A pesar de que no ha ganado premios de la más alta relevancia en la industria del cine, su filmografía incluye una variedad de géneros y formatos, lo que demuestra su versatilidad como realizador. En la que nos ocupa, es mediocre en el trabajo de dirección de actores. No logró sacar su máximo potencial, y la interacción entre los personajes puede parecer forzada o poco natural en algunas escenas, que pueden parecer planas o carentes de la intensidad emocional necesaria. Sin embargo, logra crear una atmósfera opresiva y lúgubre a lo largo del filme, utilizando efectivamente la iluminación, la ambientación y algunos componentes del sonido para provocar tensión y desconcierto. La transformación de Kent en el payaso demoníaco, conocido como «Cloyne», es una mezcla de maquillaje y efectos visuales que resulta aterradora y repulsiva, contribuyendo significativamente al impacto visual.
Jon Watts construye un entorno sombrío, empleando técnicas específicas que enfatizan la tensión y el miedo en diferentes situaciones. La iluminación, tenue y mortecina ya desde el inicio, evoca un ambiente de misterio y presagio. El empleo de sombras proyectadas en las paredes y objetos crea intranquilidad, sugiriendo que algo siniestro acecha en la oscuridad en las escenas en las que vemos al «payaso-demonio» acechando a sus víctimas.
En lugar de depender únicamente de los efectos visuales, Watts se vale de los entornos y escenarios para aumentar la tensión y el miedo en distintas situaciones. En la casa antigua donde Kent encuentra el traje de payaso, en el desván, el director utiliza un espacio aciago y lleno de polvo para transmitir una atmósfera sobrecogedora. El desorden y la sensación de abandono en el desván sugieren que algo siniestro ha sido dejado atrás. También, la tienda de disfraces de Karlsson (Peter Sormare), con sus estantes llenos de máscaras y objetos peculiares, crea un espacio sofocante que enfatiza la naturaleza inquietante de la maldición del payaso.
En cuanto al sonido, utiliza efectos para resaltar la transformación de Kent en «Cloyne». Por ejemplo, en varias escenas, se escuchan crujidos y sonidos guturales mientras el personaje lucha por mantener su humanidad. Estos sonidos desagradables y perturbadores refuerzan la naturaleza grotesca y espeluznante de la metamorfosis. El uso de sonidos diegéticos, como los gritos de las víctimas, y el eco de la risa macabra de «Cloyne», realzan la presencia del monstruo y transmiten un sentido de inminente peligro.
La composición musical de Veligdan, aunque logra proporcionar cierto nivel de tensión y emoción en algunos momentos, no es lo suficientemente intensa para acompañar adecuadamente el desarrollo del guion. El uso de sonidos, fondos armónicos y bajos de sintetizador, junto con una propuesta melódica minimalista en el piano, puede resultar más apropiado para un drama televisivo, pero no necesariamente logra evocar el miedo y la angustia que una película de terror como «Clown» requería. Hay una clara falta de contrastes y dinamismo. La partitura, minimalista y «blanda», hace que la música se sienta menos impactante. Limita su capacidad para intensificar las escenas clave y mantener la atención.
La temática del payaso en «Clown» comparte similitudes con otros relatos icónicos del género de terror que abordan la metamorfosis o transformación de un personaje protagonista, en particular, el hombre lobo y la dualidad del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Al igual que en la leyenda del hombre lobo, la transformación en «Clown» es involuntaria y aterradora, tanto para el protagonista como para quienes lo rodean. Ambas narrativas exploran la pérdida de humanidad y control que experimenta el personaje principal, quien se convierte en una criatura temible y sanguinaria. En ambas historias, el personaje busca desesperadamente una cura o solución a su maldición, lo que a menudo conlleva consecuencias trágicas. Sin embargo, mientras que la transformación del hombre lobo se vincula con la luna llena y tiene un carácter cíclico, la metamorfosis en «Clown» es progresiva y persistente, a medida que el traje de payaso se fusiona con el cuerpo de Kent.
La dualidad entre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson, también encuentra paralelismos con la transformación en «Clown». Ambas historias abordan la lucha interna entre la bondad y la maldad, cómo un personaje aparentemente «normal» puede albergar una faceta monstruosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En el caso de «Clown», Kent es víctima de una maldición que desata su lado oscuro, mientras que, en la novela de Stevenson, el Dr. Jekyll libera intencionadamente su alter ego maligno con una pócima. A pesar de sus diferencias, ambos relatos exploran la tensión entre la identidad original del personaje y su contraparte monstruosa, así como el impacto de su transformación en sus seres queridos y la sociedad en general.
El personaje del experto en antigüedades y dueño de la tienda de disfraces, interpretado por Peter Stormare, tenía el potencial de ser un elemento clave en el desarrollo de la trama. Sin embargo, algunos aspectos de este personaje resultan en un tono más bien grotescos y, en ciertos momentos, irrisorios, lo que resta efectividad al terror y al guion en general.
La presentación del personaje como un individuo excéntrico y misterioso se percibe como una caracterización exagerada. Hace que el personaje parezca menos creíble y auténtico. Su apariencia, su forma de hablar y su comportamiento resultan caricaturescos y poco naturales, lo que dificulta que el espectador tome en serio su papel en la historia. Su tono a menudo oscila entre lo siniestro y lo cómico. Esta inconsistencia en el tono genera confusión. No se desarrolla lo suficiente como para que el espectador pueda comprender sus motivaciones. El experto en antigüedades interactúa con otros personajes de manera limitada, lo que le resta peso a su papel. Hace que el personaje parezca más aislado y menos relevante para el desarrollo de la historia; debilita su potencial como resorte clave en el guion. Se desfigura la típica función del «antagonista bueno» tipo Van Helsing, que absorbe la contraparte del protagonismo del monstruo de turno.
En cambio, la cámara se torna hacia Meg, el personaje de Laura Allen. Ésta enfrenta un complejo dilema moral a lo largo de la película, que la pone en una situación difícil en la que debe sopesar sus responsabilidades como esposa, madre y persona moralmente íntegra. Meg se encuentra en una situación complicada cuando el demonio del payaso empieza a influir en su esposo Kent. Como esposa, naturalmente desea ayudar a Kent y hacer todo lo posible por salvarlo del mal que lo ha poseído. Ceder a las peticiones del demonio podría ser una opción para salvar a Kent, pero también puede llevar a consecuencias terribles e impredecibles. Meg también es madre, y su responsabilidad primordial es proteger a su hijo de cualquier peligro. Karlsson le revela que la única manera de acabar con la maldición y detener al demonio es cortando la cabeza de Kent. Meg se enfrenta al dilema moral de decidir si debe seguir el consejo de Karlsson y sacrificar a su esposo para poner fin a la maldición, aunque esto signifique perderlo para siempre. La lucha interna de Meg entre estas opciones morales añade una dimensión emocional y humana. La complejidad de la situación de Meg resalta las consecuencias del terror, no solo en términos de miedo y horror, sino también en cómo afecta las relaciones y la toma de decisiones en situaciones extremas. Uno de los puntos fuertes, sino el que más, de la cinta.
Otro aspecto que contribuye sobremanera al terror en «Clown» es la elección de víctimas: niños inocentes. Esta decisión aumenta la sensación de horror y malestar en el espectador, ya que rompe con ciertos límites y tabúes que suelen estar presentes en muchas películas de terror. Al elegir a niños como víctimas, la película explora un territorio más oscuro y perturbador que puede resultar impactante y aterrador para el público.
Con una mayor inversión en dirección de arte, un presupuesto más amplio y una dirección más pulida en ciertos momentos, «Clown» podría haber alcanzado un nivel superior de terror y haberse convertido en una película más icónica dentro del género. La combinación de una trama intrigante y emocionalmente resonante con una producción de mayor calidad podría haber creado una experiencia cinematográfica aún más impactante y memorable.
El personaje del experto en antigüedades y dueño de la tienda de disfraces, interpretado por Peter Stormare, tenía el potencial de ser un elemento clave en el desarrollo de la trama. Sin embargo, algunos aspectos de este personaje resultan en un tono más bien grotescos y, en ciertos momentos, irrisorios, lo que resta efectividad al terror y al guion en general.
La presentación del personaje como un individuo excéntrico y misterioso se percibe como una caracterización exagerada. Hace que el personaje parezca menos creíble y auténtico. Su apariencia, su forma de hablar y su comportamiento resultan caricaturescos y poco naturales, lo que dificulta que el espectador tome en serio su papel en la historia. Su tono a menudo oscila entre lo siniestro y lo cómico. Esta inconsistencia en el tono genera confusión. No se desarrolla lo suficiente como para que el espectador pueda comprender sus motivaciones. El experto en antigüedades interactúa con otros personajes de manera limitada, lo que le resta peso a su papel. Hace que el personaje parezca más aislado y menos relevante para el desarrollo de la historia; debilita su potencial como resorte clave en el guion. Se desfigura la típica función del «antagonista bueno» tipo Van Helsing, que absorbe la contraparte del protagonismo del monstruo de turno.
En cambio, la cámara se torna hacia Meg, el personaje de Laura Allen. Ésta enfrenta un complejo dilema moral a lo largo de la película, que la pone en una situación difícil en la que debe sopesar sus responsabilidades como esposa, madre y persona moralmente íntegra. Meg se encuentra en una situación complicada cuando el demonio del payaso empieza a influir en su esposo Kent. Como esposa, naturalmente desea ayudar a Kent y hacer todo lo posible por salvarlo del mal que lo ha poseído. Ceder a las peticiones del demonio podría ser una opción para salvar a Kent, pero también puede llevar a consecuencias terribles e impredecibles. Meg también es madre, y su responsabilidad primordial es proteger a su hijo de cualquier peligro. Karlsson le revela que la única manera de acabar con la maldición y detener al demonio es cortando la cabeza de Kent. Meg se enfrenta al dilema moral de decidir si debe seguir el consejo de Karlsson y sacrificar a su esposo para poner fin a la maldición, aunque esto signifique perderlo para siempre. La lucha interna de Meg entre estas opciones morales añade una dimensión emocional y humana. La complejidad de la situación de Meg resalta las consecuencias del terror, no solo en términos de miedo y horror, sino también en cómo afecta las relaciones y la toma de decisiones en situaciones extremas. Uno de los puntos fuertes, sino el que más, de la cinta.
Otro aspecto que contribuye sobremanera al terror en «Clown» es la elección de víctimas: niños inocentes. Esta decisión aumenta la sensación de horror y malestar en el espectador, ya que rompe con ciertos límites y tabúes que suelen estar presentes en muchas películas de terror. Al elegir a niños como víctimas, la película explora un territorio más oscuro y perturbador que puede resultar impactante y aterrador para el público.
Con una mayor inversión en dirección de arte, un presupuesto más amplio y una dirección más pulida en ciertos momentos, «Clown» podría haber alcanzado un nivel superior de terror y haberse convertido en una película más icónica dentro del género. La combinación de una trama intrigante y emocionalmente resonante con una producción de mayor calidad podría haber creado una experiencia cinematográfica aún más impactante y memorable.