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Voto de Jordirozsa:
7
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4.1
728
Terror
Treinta años después de que los seguidores de un culto religioso destructivo se suicidasen en masa, la única sobreviviente vuelve a la escena de la tragedia con un equipo de documentalistas... (FILMAFFINITY)
15 de mayo de 2023
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Lo primero a lo que me recuerda irremediablemente esta cinta de Phil Joanou, es el cuento de «Los siete cabritos», con la mamá vete a saber dónde, y un lobo, o algo peor, rondando a las inocentes criaturas que esperan el regreso de su ausente progenitora. Desprovistos de protección, vulnerables, expectantes al acecho de algo malvado. Así se me antojó el equipo de documentalistas, que, con el personaje de Sarah (Lily Rabe), la única superviviente de una masacre suicida en masa perpetrada por los miembros de una secta, regresa veinticinco años después en busca de respuestas, de la mano de la tan racional y decidida, pero igualmente afectada que Sarah, Maggie Price (Jessica Alba), a la ominosa finca donde tuvieron lugar los hechos.
Amparado bajo el seguro paraguas de la Blum House, Phil Joanou nos ubica en un estremecedor paraje, cuyos vericuetos explota mejor que otras películas (sagas como de «Friday the 13th», «Posesión Infernal» … sólo por citar dos de las más célebres) de similar temática, que cuentan también con una escenografía análoga, con una abandonado y vetusto caserón (generalmente de madera) que será el epicentro, tanto del drama como del horror. Un escenario que, aparte de ser un icono clásico del terror, tenemos en cuentos populares como el que he citado al principio.
En su núcleo, «The Veil» parece tratar de explorar la naturaleza de las sectas religiosas y los peligros del fanatismo, pero donde podría haber profundizado en estos temas, opta por una narrativa más superficial. Se basa en gran medida en elementos típicos del género de terror, pero no parece utilizarlos de manera efectiva para impulsar la historia o desarrollar los personajes de manera significativa. Además, el personaje de Jim Jacobs (Thomas Jane), el líder carismático de la secta proporciona una oportunidad para explorar la figura del «otro»; es decir, aquel que ejerce un poder absoluto y seduce a los demás hacia el abismo. La secta se presenta más como un escenario de terror que como un fenómeno sociológico o religioso que merezca un estudio detallado.
Combina elementos de horror sobrenatural con una narrativa de culto. La idea de un demonio que se apodera de las almas de las personas para construir un ejército es una premisa intrigante que proporciona un giro interesante a la típica historia de una secta. Sin embargo, la implementación de esta premisa no parece ser completamente exitosa. Desde una perspectiva de desarrollo de la trama, la película parece estar atrapada entre dos géneros. Por un lado, la historia de la secta ofrece la oportunidad de explorar temas como la manipulación psicológica, la conformidad grupal y la pérdida de la identidad individual. Por otro lado, la presencia del demonio introduce elementos de horror sobrenatural que llevan la película en una dirección más fantástica y espeluznante. El problema es que la película no se compromete completamente con ninguno de estos dos enfoques. En lugar de profundizar en la dinámica de la secta y desarrollar personajes complejos y tridimensionales, la película se centra en gran medida en los momentos de horror y suspense. Esto podría haber funcionado si la película hubiera adoptado plenamente el género de horror sobrenatural, pero la presencia constante de la secta y su historia detrás actúa como una distracción que impide que la película se sumerja completamente en el terror.
A pesar de sus limitaciones, logra generar un nivel de misterio y suspense que mantiene a los espectadores comprometidos de varias maneras. Utiliza secuencias de «flashback» con la técnica del metraje encontrado, para revelar lentamente la verdad sobre lo que sucedió en la secta hace veinticinco años. Esta técnica mantiene al espectador enganchado.
La naturaleza demoníaca del líder de la secta y sus verdaderas intenciones no se revelan completamente hasta el tercer acto. Así, la película crea incertidumbre hasta que se llega al clímax. Esta estructura narrativa puede ser efectiva para aumentar la intriga. La gradual acumulación de detalles, junto con la introducción de elementos sobrenaturales, crea una atmósfera de misterio en la trama. El film proporciona giros inesperados que sorprenden y, al mismo tiempo, dan una explicación coherente a los eventos anteriores.
En términos de cinematografía, «The Veil» presenta elementos que contribuyen a su tono general oscuro y sombrío. Steeven Petitteville hace uso de una paleta de colores fríos y apagados, lo que establece un ambiente de malestar y desesperación. El uso de la iluminación es estratégico, con una combinación de sombras duras y suaves que crean un contraste visual y aumentan la sensación de agobio. Hay un uso notable de tomas en primer plano para enfocar las emociones de los personajes, así como una serie de movimientos de cámara sutiles que añaden un sentido de inquietud.
La música de Nathan Whitehead es poco impactante o memorable. Muy genérica y carente de «leitmotives» con los que resaltar a los personajes o las situaciones. Su carácter plano no aporta lo suficiente. E incluso parece desincronizada o desconectada de lo que está ocurriendo en pantalla en algunas escenas.
Thomas Jane interpreta a Jim Jacobs, el carismático y misterioso líder de la secta. Jane aporta una presencia fuerte y magnética a este papel, capturando la personalidad magnética que a menudo se asocia con los líderes de las sectas. Su actuación es creíble y convincente, aunque el desarrollo de su personaje se ve limitado por el guion, que no profundiza lo suficiente en sus motivaciones y en su transformación en un ente demoníaco. Lily Rabe (Sarah Hope), la única superviviente de la masacre de la secta e hija de Jim, aporta una mezcla de vulnerabilidad y fuerza, creando una figura intrigante y empática. Su actuación es conmovedora, especialmente al interpretar a alguien que carga con el trauma de su pasado y busca respuestas. Su personaje es central, y Rabe maneja este papel con una notable intensidad.
Amparado bajo el seguro paraguas de la Blum House, Phil Joanou nos ubica en un estremecedor paraje, cuyos vericuetos explota mejor que otras películas (sagas como de «Friday the 13th», «Posesión Infernal» … sólo por citar dos de las más célebres) de similar temática, que cuentan también con una escenografía análoga, con una abandonado y vetusto caserón (generalmente de madera) que será el epicentro, tanto del drama como del horror. Un escenario que, aparte de ser un icono clásico del terror, tenemos en cuentos populares como el que he citado al principio.
En su núcleo, «The Veil» parece tratar de explorar la naturaleza de las sectas religiosas y los peligros del fanatismo, pero donde podría haber profundizado en estos temas, opta por una narrativa más superficial. Se basa en gran medida en elementos típicos del género de terror, pero no parece utilizarlos de manera efectiva para impulsar la historia o desarrollar los personajes de manera significativa. Además, el personaje de Jim Jacobs (Thomas Jane), el líder carismático de la secta proporciona una oportunidad para explorar la figura del «otro»; es decir, aquel que ejerce un poder absoluto y seduce a los demás hacia el abismo. La secta se presenta más como un escenario de terror que como un fenómeno sociológico o religioso que merezca un estudio detallado.
Combina elementos de horror sobrenatural con una narrativa de culto. La idea de un demonio que se apodera de las almas de las personas para construir un ejército es una premisa intrigante que proporciona un giro interesante a la típica historia de una secta. Sin embargo, la implementación de esta premisa no parece ser completamente exitosa. Desde una perspectiva de desarrollo de la trama, la película parece estar atrapada entre dos géneros. Por un lado, la historia de la secta ofrece la oportunidad de explorar temas como la manipulación psicológica, la conformidad grupal y la pérdida de la identidad individual. Por otro lado, la presencia del demonio introduce elementos de horror sobrenatural que llevan la película en una dirección más fantástica y espeluznante. El problema es que la película no se compromete completamente con ninguno de estos dos enfoques. En lugar de profundizar en la dinámica de la secta y desarrollar personajes complejos y tridimensionales, la película se centra en gran medida en los momentos de horror y suspense. Esto podría haber funcionado si la película hubiera adoptado plenamente el género de horror sobrenatural, pero la presencia constante de la secta y su historia detrás actúa como una distracción que impide que la película se sumerja completamente en el terror.
A pesar de sus limitaciones, logra generar un nivel de misterio y suspense que mantiene a los espectadores comprometidos de varias maneras. Utiliza secuencias de «flashback» con la técnica del metraje encontrado, para revelar lentamente la verdad sobre lo que sucedió en la secta hace veinticinco años. Esta técnica mantiene al espectador enganchado.
La naturaleza demoníaca del líder de la secta y sus verdaderas intenciones no se revelan completamente hasta el tercer acto. Así, la película crea incertidumbre hasta que se llega al clímax. Esta estructura narrativa puede ser efectiva para aumentar la intriga. La gradual acumulación de detalles, junto con la introducción de elementos sobrenaturales, crea una atmósfera de misterio en la trama. El film proporciona giros inesperados que sorprenden y, al mismo tiempo, dan una explicación coherente a los eventos anteriores.
En términos de cinematografía, «The Veil» presenta elementos que contribuyen a su tono general oscuro y sombrío. Steeven Petitteville hace uso de una paleta de colores fríos y apagados, lo que establece un ambiente de malestar y desesperación. El uso de la iluminación es estratégico, con una combinación de sombras duras y suaves que crean un contraste visual y aumentan la sensación de agobio. Hay un uso notable de tomas en primer plano para enfocar las emociones de los personajes, así como una serie de movimientos de cámara sutiles que añaden un sentido de inquietud.
La música de Nathan Whitehead es poco impactante o memorable. Muy genérica y carente de «leitmotives» con los que resaltar a los personajes o las situaciones. Su carácter plano no aporta lo suficiente. E incluso parece desincronizada o desconectada de lo que está ocurriendo en pantalla en algunas escenas.
Thomas Jane interpreta a Jim Jacobs, el carismático y misterioso líder de la secta. Jane aporta una presencia fuerte y magnética a este papel, capturando la personalidad magnética que a menudo se asocia con los líderes de las sectas. Su actuación es creíble y convincente, aunque el desarrollo de su personaje se ve limitado por el guion, que no profundiza lo suficiente en sus motivaciones y en su transformación en un ente demoníaco. Lily Rabe (Sarah Hope), la única superviviente de la masacre de la secta e hija de Jim, aporta una mezcla de vulnerabilidad y fuerza, creando una figura intrigante y empática. Su actuación es conmovedora, especialmente al interpretar a alguien que carga con el trauma de su pasado y busca respuestas. Su personaje es central, y Rabe maneja este papel con una notable intensidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Lo mismo sucede con Jessica Alba en el papel de Maggie Price, una documentalista que está interesada en descubrir la verdad detrás de la secta debido a su conexión personal con los eventos. Alba ofrece una actuación sólida, transmitiendo la determinación y la obsesión de manera convincente. Finalmente, Aleksa Palladino interpreta a Karen Sweetzer. Como enfermera, ella queda fascinada por el supuesto «milagro» que Jim Jacobs realiza en el hospital, y decide unirse a él, convirtiéndose en su esposa y la madre de Sarah. La presencia de Karen tiene un impacto significativo en la trama. Su reacción durante el ritual de suicidio colectivo es crucial para el escape de su hija, lo que la convierte en una figura clave en la narrativa. Así como también es la voz conductora de las dos protagonistas hacia su destino. El resto del reparto, sin roles tan complejos, hace un trabajo bastante mediocre en su tarea de apoyar la trama principal. La falta de desarrollo de sus personajes limita el impacto de sus actuaciones.
Un interesante punto clave, que tiene lugar en el tercer acto, es la escena en la que el personaje de Jessica Alba, Maggie, es crucificada en un árbol. Una representación potente y aterradora de cómo la racionalidad puede ser abrumada por fuerzas incomprensibles y malignas. Hasta este punto en la película, Maggie ha sido el personaje a través del cual el público ha experimentado la historia. Ella es la lente racional y escéptica a través de la cual observamos el fanatismo y la superstición que rodean a la secta y su líder. Su objetivo es desentrañar la verdad y exponerla al mundo. Sin embargo, su eventual crucifixión simboliza la derrota de la razón frente al poder del mal sobrenatural. La elección de mostrar el clavado de los clavos puede ser una forma de enfatizar la crueldad y la realidad del acto, y de mostrar hasta qué punto ha llegado la dominación del mal. Por otro lado, la crucifixión es un símbolo fuertemente asociado con el sacrificio y la redención en la tradición cristiana. En el caso de Maggie, su crucifixión puede interpretarse como un sacrificio final en su búsqueda de la verdad. Aunque intentó exponer la oscuridad de la secta, se convierte, de alguna manera, en una víctima de la misma malicia que intentaba combatir.
Las sectas suelen atraer a las personas ofreciendo un sentido de pertenencia, respuestas a preguntas existenciales, promesas de salvación, mejora personal o incluso la posibilidad de formar parte de algo mayor. Al principio, este puede parecer un intercambio beneficioso: seguridad, comunidad y propósito a cambio de la lealtad al líder o a la causa del grupo. Sin embargo, a medida que la persona se sumerge más en la secta, estas promesas iniciales pueden torcerse y convertirse en formas de control y manipulación. De manera similar, la figura del demonio en las tradiciones religiosas y culturales a menudo seduce a las personas prometiéndoles poder, conocimiento o placer. Pero una vez que el individuo ha cedido a la tentación, el demonio se revela y lo que antes parecía un regalo se convierte en una maldición.
El individuo se encuentra atrapado, sometido a la voluntad del demonio y sufriendo tormentos físicos y espirituales. Desde una perspectiva social y antropológica, estas analogías pueden interpretarse como una forma de reflexionar sobre cómo los sistemas de poder y control pueden operar en nuestras sociedades. La seducción y el engaño son tácticas comunes utilizadas por aquellos que buscan controlar a otros, ya sea en el contexto de una secta, una relación abusiva o incluso un régimen político opresivo.
El potencial para explorar y profundizar en la analogía entre las sectas y la posesión demoníaca parece haber sido subutilizado en el guion de Robert ben Garant. Un tema rico y complejo que podría haber proporcionado una gran cantidad de material para la trama y los personajes, y podría haber añadido una dimensión más profunda a la película.
Un interesante punto clave, que tiene lugar en el tercer acto, es la escena en la que el personaje de Jessica Alba, Maggie, es crucificada en un árbol. Una representación potente y aterradora de cómo la racionalidad puede ser abrumada por fuerzas incomprensibles y malignas. Hasta este punto en la película, Maggie ha sido el personaje a través del cual el público ha experimentado la historia. Ella es la lente racional y escéptica a través de la cual observamos el fanatismo y la superstición que rodean a la secta y su líder. Su objetivo es desentrañar la verdad y exponerla al mundo. Sin embargo, su eventual crucifixión simboliza la derrota de la razón frente al poder del mal sobrenatural. La elección de mostrar el clavado de los clavos puede ser una forma de enfatizar la crueldad y la realidad del acto, y de mostrar hasta qué punto ha llegado la dominación del mal. Por otro lado, la crucifixión es un símbolo fuertemente asociado con el sacrificio y la redención en la tradición cristiana. En el caso de Maggie, su crucifixión puede interpretarse como un sacrificio final en su búsqueda de la verdad. Aunque intentó exponer la oscuridad de la secta, se convierte, de alguna manera, en una víctima de la misma malicia que intentaba combatir.
Las sectas suelen atraer a las personas ofreciendo un sentido de pertenencia, respuestas a preguntas existenciales, promesas de salvación, mejora personal o incluso la posibilidad de formar parte de algo mayor. Al principio, este puede parecer un intercambio beneficioso: seguridad, comunidad y propósito a cambio de la lealtad al líder o a la causa del grupo. Sin embargo, a medida que la persona se sumerge más en la secta, estas promesas iniciales pueden torcerse y convertirse en formas de control y manipulación. De manera similar, la figura del demonio en las tradiciones religiosas y culturales a menudo seduce a las personas prometiéndoles poder, conocimiento o placer. Pero una vez que el individuo ha cedido a la tentación, el demonio se revela y lo que antes parecía un regalo se convierte en una maldición.
El individuo se encuentra atrapado, sometido a la voluntad del demonio y sufriendo tormentos físicos y espirituales. Desde una perspectiva social y antropológica, estas analogías pueden interpretarse como una forma de reflexionar sobre cómo los sistemas de poder y control pueden operar en nuestras sociedades. La seducción y el engaño son tácticas comunes utilizadas por aquellos que buscan controlar a otros, ya sea en el contexto de una secta, una relación abusiva o incluso un régimen político opresivo.
El potencial para explorar y profundizar en la analogía entre las sectas y la posesión demoníaca parece haber sido subutilizado en el guion de Robert ben Garant. Un tema rico y complejo que podría haber proporcionado una gran cantidad de material para la trama y los personajes, y podría haber añadido una dimensión más profunda a la película.