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Voto de Jordirozsa:
8
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6.2
3,392
Thriller. Drama
Otoño de 1938. Europa se encuentra al borde de la guerra. Mientras Hilter se prepara para invadir Checoslovaquia, el primer ministro británico Neville Chamberlain (Jeremy Irons) busca desesperadamente una solución pacífica. El joven funcionario británico Hugh Legat (George McKay) viaja a Munich para una conferencia de emergencia, adonde también se dirige el diplomático alemán Paul von Hartmann (Jannis Niehwöhner). Paul es un ex ... [+]
16 de abril de 2023
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«Munich: The Edge of War» es una película de 2021 dirigida por Christian Schwochow, basada en la novela homónima de Robert Harris. El filme se centra en los eventos previos al Acuerdo de Munich en 1938, que buscaba prevenir la guerra entre Alemania y las potencias occidentales. La película sigue la vida de Hugh Legat (George MacKay) y Paul von Hartmann (Jannis Niewöhner), dos amigos de la universidad que ahora trabajan para el gobierno británico y el alemán, respectivamente.
Schwochow aborda la historia desde una perspectiva íntima y humana. La relación entre Hugh y Paul es el corazón de la película, permitiendo al espectador explorar las tensiones políticas y las motivaciones de los personajes principales en un contexto emocional. La trama se construye alrededor de la acción que Paul y Hugh desempeñarán en sus respectivas misiones, lo que da un toque de «thriller» a la película.
El guion de Ben Power es sólido en cuanto a la narrativa histórica y ofrece un buen equilibrio entre la intriga política y el drama personal. La película no se centra exclusivamente en las figuras políticas de la época, sino que también muestra cómo la situación afectó a personas comunes y corrientes. Además, se plantea la pregunta moral de si ceder ante la agresión de un dictador es la mejor solución para prevenir la guerra.
El «script» combina elementos históricos y ficticios para presentar una narrativa emocionante y compleja sobre las tensiones políticas y morales que llevaron al Acuerdo de Munich y, en última instancia, a la Segunda Guerra Mundial. La historia se centra en los personajes principales, sus dilemas y sus acciones, lo que permite al espectador comprender y relacionarse con los eventos y las decisiones tomadas en ese momento crucial de la historia. A través de un guion bien estructurado y detallado, la película logra sumergir al espectador en el mundo de la década de 1930 y ofrecer una visión única y conmovedora de los eventos que condujeron al borde de la guerra.
Chamberlain, como primer ministro británico en el período previo a la Segunda Guerra Mundial, se enfrentó a una serie de desafíos y decisiones críticas que lo colocaron en una posición difícil. La película retrata a Chamberlain como un hombre inteligente y astuto, pero también como alguien que teme el fracaso y está dispuesto a hacer concesiones para evitar la contienda. La actuación de Jeremy Irons transmite con precisión esta dualidad del personaje. Él retrata a Chamberlain como alguien que quiere hacer lo correcto y mantener la paz, pero que también está dispuesto a ceder ante las demandas de Hitler para evitar un conflicto inmediato. Irons logra transmitir la tensión y la angustia que siente Chamberlain mientras lucha con sus dudas y el peso de la responsabilidad.
La caracterización e interpretación de Adolf Hitler por parte de Ulrich Matthes ha sido objeto de no pocas críticas. Algunos han argumentado que Matthes no logra capturar la verdadera esencia del dictador nazi, y que su actuación carece de la fuerza y la intensidad que otros actores han logrado en películas anteriores, como Bruno Ganz en «El Hundimiento» (2004), de Oliver Hirshbiegel. Quizas ello sea debido a que el enfoque de la película se centra más en los personajes de Hartmann y Legat, y las representaciones, tanto de Hitler como de Chamberlain, pasan a un segundo plano. De hecho, por encima de los acontecimientos históricos sobre los que se erige el argumento, y de la trama de espionaje que se desarrolla alrededor de los mismos, lo que constituye una mayor fuerza de impacto en esta cinta, es el «leitmotiv» dramático de la relación entre Legat y Hartmann. Ellos son, no lo olvidemos, los auténticos protagonistas de este relato.
La película sugiere una relación amorosa más profunda entre ambos personajes, que va más allá de una simple amistad. Es importante mencionar que esta relación no está presente en la novela homónima de Richard Harris, en la que se basa la película, sino que es una adición de la adaptación cinematográfica. En la película, la relación entre Hartmann y Legat se muestra como muy cercana y de gran confianza mutua, y ambos parecen tener una conexión emocional profunda. Aunque no se muestra explícitamente una relación sexual entre ellos, hay una fuerte sugerencia de una atracción romántica. Hay un gesto amoroso en la mano de Hartmann en un momento clave de la película. Esta adición a la trama puede ser vista como una forma de agregar capas complementarias a los personajes y al argumento, ya que agrega una dimensión emocional y psicológica a la relación entre los dos jóvenes funcionarios. También puede ser vista como una forma de resaltar el hecho de que dos hombres encontraran amor y apoyo mutuo.
En la película, Hartmann es retratado como un chico atractivo y elegante, con un porte y un aire aristocrático. Su cabello y sus rasgos finos y marcados son elementos que resaltan su belleza física. Además, el personaje es presentado como un hombre inteligente y carismático, lo que aumenta su atractivo general. Por su parte, Legat es un joven adorable y encantador. Aunque no tiene la elegancia y el porte de Hartmann, su belleza física es destacada por su cabello entre rubio y pelirrojo, y su aspecto juvenil. En la película, se hace hincapié en su ingenio y su astucia, lo que le confiere gracia y magnetismo.
El hecho de que no se consuma una relación amorosa entre los protagonistas de forma explícita, junto con el carácter depresivo del tema musical de su relación, crea una sensación de amarga contención en el espacio emocional y la conexión con el espectador. En la película nunca se muestra un beso o un abrazo entre ellos. En su lugar, la relación se muestra a través de gestos y miradas, lo que crea una tensión emocional, al no saber exactamente cómo se sienten los personajes, el uno por el otro. El tema musical que acompaña la relación entre Hartmann y Legat es amargo y melancólico, lo que añade una capa de tristeza y desesperación a la situación.
Schwochow aborda la historia desde una perspectiva íntima y humana. La relación entre Hugh y Paul es el corazón de la película, permitiendo al espectador explorar las tensiones políticas y las motivaciones de los personajes principales en un contexto emocional. La trama se construye alrededor de la acción que Paul y Hugh desempeñarán en sus respectivas misiones, lo que da un toque de «thriller» a la película.
El guion de Ben Power es sólido en cuanto a la narrativa histórica y ofrece un buen equilibrio entre la intriga política y el drama personal. La película no se centra exclusivamente en las figuras políticas de la época, sino que también muestra cómo la situación afectó a personas comunes y corrientes. Además, se plantea la pregunta moral de si ceder ante la agresión de un dictador es la mejor solución para prevenir la guerra.
El «script» combina elementos históricos y ficticios para presentar una narrativa emocionante y compleja sobre las tensiones políticas y morales que llevaron al Acuerdo de Munich y, en última instancia, a la Segunda Guerra Mundial. La historia se centra en los personajes principales, sus dilemas y sus acciones, lo que permite al espectador comprender y relacionarse con los eventos y las decisiones tomadas en ese momento crucial de la historia. A través de un guion bien estructurado y detallado, la película logra sumergir al espectador en el mundo de la década de 1930 y ofrecer una visión única y conmovedora de los eventos que condujeron al borde de la guerra.
Chamberlain, como primer ministro británico en el período previo a la Segunda Guerra Mundial, se enfrentó a una serie de desafíos y decisiones críticas que lo colocaron en una posición difícil. La película retrata a Chamberlain como un hombre inteligente y astuto, pero también como alguien que teme el fracaso y está dispuesto a hacer concesiones para evitar la contienda. La actuación de Jeremy Irons transmite con precisión esta dualidad del personaje. Él retrata a Chamberlain como alguien que quiere hacer lo correcto y mantener la paz, pero que también está dispuesto a ceder ante las demandas de Hitler para evitar un conflicto inmediato. Irons logra transmitir la tensión y la angustia que siente Chamberlain mientras lucha con sus dudas y el peso de la responsabilidad.
La caracterización e interpretación de Adolf Hitler por parte de Ulrich Matthes ha sido objeto de no pocas críticas. Algunos han argumentado que Matthes no logra capturar la verdadera esencia del dictador nazi, y que su actuación carece de la fuerza y la intensidad que otros actores han logrado en películas anteriores, como Bruno Ganz en «El Hundimiento» (2004), de Oliver Hirshbiegel. Quizas ello sea debido a que el enfoque de la película se centra más en los personajes de Hartmann y Legat, y las representaciones, tanto de Hitler como de Chamberlain, pasan a un segundo plano. De hecho, por encima de los acontecimientos históricos sobre los que se erige el argumento, y de la trama de espionaje que se desarrolla alrededor de los mismos, lo que constituye una mayor fuerza de impacto en esta cinta, es el «leitmotiv» dramático de la relación entre Legat y Hartmann. Ellos son, no lo olvidemos, los auténticos protagonistas de este relato.
La película sugiere una relación amorosa más profunda entre ambos personajes, que va más allá de una simple amistad. Es importante mencionar que esta relación no está presente en la novela homónima de Richard Harris, en la que se basa la película, sino que es una adición de la adaptación cinematográfica. En la película, la relación entre Hartmann y Legat se muestra como muy cercana y de gran confianza mutua, y ambos parecen tener una conexión emocional profunda. Aunque no se muestra explícitamente una relación sexual entre ellos, hay una fuerte sugerencia de una atracción romántica. Hay un gesto amoroso en la mano de Hartmann en un momento clave de la película. Esta adición a la trama puede ser vista como una forma de agregar capas complementarias a los personajes y al argumento, ya que agrega una dimensión emocional y psicológica a la relación entre los dos jóvenes funcionarios. También puede ser vista como una forma de resaltar el hecho de que dos hombres encontraran amor y apoyo mutuo.
En la película, Hartmann es retratado como un chico atractivo y elegante, con un porte y un aire aristocrático. Su cabello y sus rasgos finos y marcados son elementos que resaltan su belleza física. Además, el personaje es presentado como un hombre inteligente y carismático, lo que aumenta su atractivo general. Por su parte, Legat es un joven adorable y encantador. Aunque no tiene la elegancia y el porte de Hartmann, su belleza física es destacada por su cabello entre rubio y pelirrojo, y su aspecto juvenil. En la película, se hace hincapié en su ingenio y su astucia, lo que le confiere gracia y magnetismo.
El hecho de que no se consuma una relación amorosa entre los protagonistas de forma explícita, junto con el carácter depresivo del tema musical de su relación, crea una sensación de amarga contención en el espacio emocional y la conexión con el espectador. En la película nunca se muestra un beso o un abrazo entre ellos. En su lugar, la relación se muestra a través de gestos y miradas, lo que crea una tensión emocional, al no saber exactamente cómo se sienten los personajes, el uno por el otro. El tema musical que acompaña la relación entre Hartmann y Legat es amargo y melancólico, lo que añade una capa de tristeza y desesperación a la situación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La música compuesta por Isobel Waller-Bridge, de irregular calidad y eficiencia, refuerza la idea de que la relación es imposible debido a las circunstancias, y que ambos personajes están luchando con sus sentimientos.
La falta de profundidad en los personajes femeninos y su relegación a roles secundarios refuerza la importancia y el foco en la relación entre Legat y Hartmann. Al no tener personajes femeninos con un papel significativo en la trama, la película se centra en los personajes masculinos y sus interacciones. Ese poco desarrollo de las figuras dramáticas femeninas, distantes, puede hacer que la audiencia se sienta menos conectada con ellas y más inclinada a centrarse en la relación entre los protagonistas principales. Un ejemplo sería el personaje de Charlotte von Hagen (interpretada por la actriz alemana Jannik Schümann), que le guarda los documentos a Legat, podría ser vista tan sólo como un «Deus ex Machina», ya que aparece de manera conveniente y soluciona un problema de la trama de manera poco natural. Sin embargo, es posible interpretar que la chica guarda los documentos de Legat no tanto como una intervención divina o una casualidad, sino como una muestra de lealtad hacia él y hacia la causa que defiende. Esta lealtad se ve reforzada por la relación que se ha establecido entre ellos, que va más allá de una simple atracción física y que se basa en la empatía y la comprensión mutua.
La separación de Legat de su esposa y su hijo puede simbolizar su lucha interna entre sus deberes como marido y padre, y sus deseos y sentimientos por Hartmann, su verdadero amor. Legat sabe que en Berlín se encontrará con Hartmann, lo que aumenta la tensión en su interior y la incertidumbre sobre su futuro. Legat se siente atrapado entre dos mundos, por un lado, el deber de mantener su familia y su estatus social y, por otro lado, la necesidad de expresar su amor por Hartmann y seguir sus propios deseos.
La inclusión de la escena en la que Hartmann dispone de la oportunidad de matar a Hitler de un disparo tiene básicamente el objetivo narrativo de jugar con la historia y explorar un posible «what if» que genera tensión y mantiene al espectador interesado en la trama. Así como de justificar el que el muchacho decida quedarse en Alemania, ante la tentadora invitación de su amigo (y seguramente amado), de irse con él a Inglaterra.
La factura técnica es en general muy correcta. La fotografía destaca por su cuidado en la iluminación y la utilización de distintos tonos y colores para reflejar las diferentes situaciones a lo largo de la película. El trabajo de set es notable, ya que se recrean escenarios históricos y se cuida cada detalle de los decorados, los cuales permiten al espectador trasladarse a la época de los años 30 y 40. En cuanto a los vestuarios, están muy trabajados y cuidados, lo que ayuda a darle autenticidad a la ambientación y a los personajes, y a reflejar el momento histórico en el que se sitúa la trama.
La escena final presenta un mensaje que sugiere que el Acuerdo de Munich, mediante el cual se cedieron los Sudetes a Hitler, permitió a los aliados ganar tiempo para armarse. Este mensaje puede ser interpretado como una forma de justificar o suavizar la decisión de Chamberlain de apaciguar a Hitler. Es importante abordar este punto con rigor, minuciosidad y detalle, ya que algunas interpretaciones históricas contradicen la afirmación de la película.
En primer lugar, es cierto que algunos historiadores argumentan que el Acuerdo de Múnich proporcionó a los aliados tiempo adicional para prepararse militarmente antes del estallido de la guerra. Sin embargo, esta interpretación es objeto de debate y controversia. Muchos argumentan que, en lugar de fortalecer a los aliados, el acuerdo fortaleció a Hitler al concederle territorio y recursos adicionales sin oposición. Además, al ceder a las demandas de Hitler, se transmitió un mensaje de debilidad que pudo haber alentado la agresión nazi en lugar de contenerla.
La falta de profundidad en los personajes femeninos y su relegación a roles secundarios refuerza la importancia y el foco en la relación entre Legat y Hartmann. Al no tener personajes femeninos con un papel significativo en la trama, la película se centra en los personajes masculinos y sus interacciones. Ese poco desarrollo de las figuras dramáticas femeninas, distantes, puede hacer que la audiencia se sienta menos conectada con ellas y más inclinada a centrarse en la relación entre los protagonistas principales. Un ejemplo sería el personaje de Charlotte von Hagen (interpretada por la actriz alemana Jannik Schümann), que le guarda los documentos a Legat, podría ser vista tan sólo como un «Deus ex Machina», ya que aparece de manera conveniente y soluciona un problema de la trama de manera poco natural. Sin embargo, es posible interpretar que la chica guarda los documentos de Legat no tanto como una intervención divina o una casualidad, sino como una muestra de lealtad hacia él y hacia la causa que defiende. Esta lealtad se ve reforzada por la relación que se ha establecido entre ellos, que va más allá de una simple atracción física y que se basa en la empatía y la comprensión mutua.
La separación de Legat de su esposa y su hijo puede simbolizar su lucha interna entre sus deberes como marido y padre, y sus deseos y sentimientos por Hartmann, su verdadero amor. Legat sabe que en Berlín se encontrará con Hartmann, lo que aumenta la tensión en su interior y la incertidumbre sobre su futuro. Legat se siente atrapado entre dos mundos, por un lado, el deber de mantener su familia y su estatus social y, por otro lado, la necesidad de expresar su amor por Hartmann y seguir sus propios deseos.
La inclusión de la escena en la que Hartmann dispone de la oportunidad de matar a Hitler de un disparo tiene básicamente el objetivo narrativo de jugar con la historia y explorar un posible «what if» que genera tensión y mantiene al espectador interesado en la trama. Así como de justificar el que el muchacho decida quedarse en Alemania, ante la tentadora invitación de su amigo (y seguramente amado), de irse con él a Inglaterra.
La factura técnica es en general muy correcta. La fotografía destaca por su cuidado en la iluminación y la utilización de distintos tonos y colores para reflejar las diferentes situaciones a lo largo de la película. El trabajo de set es notable, ya que se recrean escenarios históricos y se cuida cada detalle de los decorados, los cuales permiten al espectador trasladarse a la época de los años 30 y 40. En cuanto a los vestuarios, están muy trabajados y cuidados, lo que ayuda a darle autenticidad a la ambientación y a los personajes, y a reflejar el momento histórico en el que se sitúa la trama.
La escena final presenta un mensaje que sugiere que el Acuerdo de Munich, mediante el cual se cedieron los Sudetes a Hitler, permitió a los aliados ganar tiempo para armarse. Este mensaje puede ser interpretado como una forma de justificar o suavizar la decisión de Chamberlain de apaciguar a Hitler. Es importante abordar este punto con rigor, minuciosidad y detalle, ya que algunas interpretaciones históricas contradicen la afirmación de la película.
En primer lugar, es cierto que algunos historiadores argumentan que el Acuerdo de Múnich proporcionó a los aliados tiempo adicional para prepararse militarmente antes del estallido de la guerra. Sin embargo, esta interpretación es objeto de debate y controversia. Muchos argumentan que, en lugar de fortalecer a los aliados, el acuerdo fortaleció a Hitler al concederle territorio y recursos adicionales sin oposición. Además, al ceder a las demandas de Hitler, se transmitió un mensaje de debilidad que pudo haber alentado la agresión nazi en lugar de contenerla.