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España España · Castellvell del Camp
Voto de Jordirozsa:
6
Thriller. Terror. Intriga Juan, un niño de siete años con una imaginación desbordante, vive en un barrio humilde de Madrid. Por las noches sufre pesadillas en las que un intruso sin rostro lo ataca salvajemente, sin que su madre pueda hacer nada para evitarlo. Mientras tanto, Mia, una adolescente londinense de doce años, lee a sus compañeros de clase el misterioso cuento de Carahueca, un monstruo obsesionado con los niños. Ese mismo día, su padre sufre un ... [+]
6 de junio de 2023
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«Intruders» (2011) es una película de horror dirigida por Juan Carlos Fresnadillo, conocido por su trabajo en «28 semanas después» (2007), «La Senda» (2012), o su más reciente participación en la televisiva serie de 2018, «Falling Water». El realizador español juega con la ambigüedad de la narrativa (la poca que son capaces de tejer sus escribanos Jaime Marqués y Nicolás Casariego) y la existencia de los monstruos que vemos en pantalla. La película se divide en dos líneas de tiempo paralelas, una situada en España y la otra en Gran Bretaña, ambas entrelazadas por la figura amenazante de «Hollow Face», un monstruo que vive en las historias de miedo de los niños. Una de los miles de versiones existentes del «coco», el «hombre del saco», o cualquier otro nombre con el que ustedes quieran bautizar a esta proyección de la «sombra» del «si mismo», en términos de cómo lo describiría la teoría del psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961).

La cinematografía, a cargo de Enrique Chediak, está imbuida de un tono oscuro que refuerza el miedo y el suspense. La iluminación, los colores y el encuadre contribuyen a crear intranquilidad. La iluminación a menudo es baja o tenue, lo que permite que la sombra y la oscuridad llenen la pantalla, creando un ambiente inquietante que complementa la narrativa de la película. El uso de la cámara subjetiva intensifica nuestra experiencia, permitiéndonos ver a través de los ojos de los personajes, lo que genera un nivel de empatía más profundo. Las escenas de los sueños están tratadas con una cierta calidad etérea, y esto se logra de varias maneras. En primer lugar, hay una tendencia a utilizar la luz de una forma más difusa en estas secuencias. Esto da una sensación de irrealidad y desorientación, y subraya la naturaleza inquietante de los sueños. A menudo, el uso de ángulos de cámara inusuales, planos detalle y movimientos de cámara impredecibles contribuyen a la sensación de desequilibrio y desconcierto, especialmente durante las secuencias de terror. Estos elementos técnicos intensifican la sensación de estar en un sueño o pesadilla.

Las localizaciones y el diseño de producción también juegan un papel crucial en la construcción de la atmósfera onírica. Los lugares, junto con los elementos de producción como la decoración y los objetos específicos, se usan para construir un mundo que está a medio camino entre los dos planos. El uso de la profundidad de campo también es notable en la película. En varias ocasiones, los personajes se representan en primer plano, mientras que el fondo se desenfoca. Esto comunica que los personajes están desconectados de su entorno, una percepción que a menudo se asocia con los sueños.

Roque Baños, conocido por su capacidad para crear música que se adapta intuitivamente a la trama y la atmósfera de una película, lo hizo de nuevo con «Intruders». Aquí, cargada de suspense, terror y emoción, esencialmente dando voz a los sentimientos internos de los personajes. La partitura se distingue por su uso de la orquesta sinfónica, creando una textura inquietante. Hace uso frecuente de las cuerdas altas y discordantes para crear un ambiente de desconcierto. Esto se puede escuchar en escenas particularmente intensas, donde el sonido refuerza el miedo y la paranoia. También recurre al silencio. Hay momentos en los que la música se desvanece hasta quedar prácticamente muda, lo que solo sirve para hacer que los momentos de horror sean aún más impactantes cuando finalmente ocurren.

Un aspecto destacado de la partitura son las insinuaciones temáticas asociadas a «Hollow Face». Se utilizan de manera efectiva para señalar la presencia de la criatura, a menudo antes de que el personaje o el espectador sean conscientes de ella. En otros momentos, realza la conexión emocional entre los personajes, especialmente entre los padres y sus hijos. Ahí tiende a ser más melódica y emotiva, contrarrestando eficazmente el terror y el suspense. Es un elemento integral y un pilar crucial en la película. A menudo asume el papel de narrador, lo que compensa algunas de las deficiencias del guion y de la dirección. En muchos casos, los diálogos son breves y directos, dejando que la música transmita el mensaje de las escenas. Ayuda a llenar los huecos en el «script» y en el desarrollo de los personajes.

Clive Owen, en el papel de John Farrow, proporciona una interpretación sólida como el padre preocupado, obligado a confrontar los miedos de su hija y, por extensión, los suyos propios. Owen aporta una intensidad y una angustia palpables. Sus interacciones con el monstruo son memorables, ya que muestran una mezcla de temor, determinación y desesperación. Ella Purnell (la hija de John, Mia) ofrece la interpretación de una niña que se ve acosada por una entidad temible. Purnell transmite el miedo y la confusión con habilidad, y su química con Owen contribuye a la verosimilitud de su relación padre-hija. Carice van Houten (madre de Mia, Susanna) aporta una sensación de preocupación maternal y de impotencia ante la situación: la angustia y la frustración de su personaje, añadiendo una capa de emotividad. Pilar López de Ayala, por su parte, es igualmente impresionante como la madre de Farrow en su infancia. Su interpretación conmovedora y matizada, y su presencia en los «flashback» aporta complejidad a la historia de Farrow, y a ilustrar cómo las experiencias terroríficas de su infancia han influido en su adultez. López de Ayala es especialmente destacable en las escenas en las que trata de proteger y consolar a su hijo asustado. Su combinación de fuerza y vulnerabilidad hacen de su personaje una figura maternal convincente. Daniel Brühl interpreta al Padre Antonio, un papel importante en la trama que introduce una extraña presencia serena y estable que contrasta bien con la tensión y el miedo presentes en el resto de la película.

Los efectos especiales, en lugar de añadir a la atmósfera de terror, parecen suavizarla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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