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España España · Córdoba
Voto de Manuel:
5
Drama. Fantástico En el Cielo la preocupación es grande, pues, en los últimos años, muy pocas almas han superado los exámenes de entrada. En el Infierno ocurre justamente lo contrario: la avalancha de condenados está empezando a crear problemas de espacio. La batalla entre el Bien y el Mal parece haberla ganado definitivamente el Diablo. En tales circunstancias, en el cielo se recibe una petición: una madre ruega que intenten salvar el alma de su hijo, ... [+]
8 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precedida de un despliegue publicitario no muy habitual por estos lares, a cargo de sus dos superestrellonas, Victoria Abril y Penélopez Cruz, y tras la polémica levantada por su “amago” de aspirar a la candidatura española al Oscar a la mejor película extranjera (incluyendo una fantasmada de “estreno talaverano” que quedará para los anales de nuestro esperpento patrio...), se estrenó ya la esperadísima (muchos años pasaron desde la aclamada –y extraordinaria, todo hay que decirlo...- Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto) nueva película de Agustín Díaz Yanes, Sin noticias de Dios.

Y bueno, ni fú, ni fá, ni frío ni calor, ni tanto ni tan poco... La película no es mala, pero, realmente, y después de las expectativas despertadas, defrauda un poquito. Su punto de partida argumental es curiosote, aunque ni mucho menos resulta original o novedoso (la lucha entre el bien y el mal, representados por el cielo y el infierno encarnados en dos embajadoras de excepción, que libran su batalla acá, en la tierra, sobre una percha de palos, un boxeador corrupto y acabado...), y, además, peca, quizá huyendo de los peligros extremos (demasiado trascendentalismo por el lado dramático, o demasiada “coña”, por el lado cómico) de exceso de puerilidad –por lo estrambótico- en algunos planteamientos, tanto de situaciones como de personajes (el “etiquetaje” de llegados al infierno, en el primero de los casos; o el personaje del consejero delegado, a cargo de Gael García Bernal; por sólo citar dos ejemplos...). Eso sí, la puesta en escena es impecable y la película se desarrolla, en cuanto a ritmo y ambientaciones, con una solvencia demostrativa de un muy buen alto nivel (muy destacable, por ejemplo, el blanco y negro del cielo: hermoso y convincente).

En cuanto a las interpretaciones y personajes, está claro que no es ésta una película coral, y es una lástima, porque la nómina de secundarios es de auténtico lujo: ver, entre otros, a Juan Echanove, Emilio Gutiérrez Caba, Fanny Ardant, Luis Tosar y Cristina Marcos (muy especialmente, estos dos últimos, tremendamente buenos y con dos papelitos pobres, pobres...) al servicio de las dos “supernenas”, se hace duro en algunos momentos, pero el planteamiento de la película es el que es, y eso ya no tiene vuelta de hoja. Y las dos superstars, pues en lo suyo: a muy buen nivel, desde luego, poco cabe objetar al respecto; si la cuestión se plantea en términos de duelo interpretativo, asumiendo –por supuesto- que cada cual lo verá a su manera, yo lo tengo muy claro: Victoria vence, si no por goleada, sí al menos con cierto desahogo. Sus numeritos de lucimiento (los musicales) los solventa con un nivel espectacular, y el desarrollo general de su interpretación es muy ajustado y creíble. En cuanto a Penélope, por supuesto que ha evolucionado muchísimo desde aquella Lolita dinamitera de Jamón, jamón, o la niñita pizpireta de Belle Epoque, pero, sinceramente, pienso que su fotogenia (se come a la cámara con independencia de la longitud del plano: qué belleza...) aún sigue estando por encima de sus capacidades dramáticas. Además, le lastra mucho lo poco creíble de cierto matiz de su papel (que no revelaré, para que, quien no lo haya visto, no pierda ese punto de sorpresa), que, en algunos momentos, me hacía pensar qué hubiera sucedido si Billy Wilder, ante una indisposición de Tony Curtis o Jack Lemmon, hubiera tenido que recurrir, en Some like it hot (Con faldas y a lo loco), a, pongamos por caso, John Wayne... Un poco fuerte, no? Ah, y muy bueno Demián Bichir, en su papel de boxeador perdulario: como basura humana no lo hace mal, pero como peleador medio sonado, realmente lo borda; esas flexiones de cuello parecen sacadas de un documental...

En fin, compis, si alguien la vio, ¿qué le pareció...? A ver si se anima esto, que parece que con la “amenaza” de fiestas andamos dormidos...

Un abrazo, y... muchas pelis ¡!!

* Este texto data del 13 de diciembre de 2001, y fue publicado originariamente en la lista de correo (algun@s os podréis preguntar qué será eso, qué rápido cambia todo en esto del Internet...) de La Butaca.
Manuel
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