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Voto de Bloomsday:
8
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8
8.6
64,468
Comedia
Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
25 de noviembre de 2005
25 de noviembre de 2005
88 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine sonoro estaba ya plenamente integrado y Charlot se iba despidiendo (en esta película el personaje incluso canta y hay variados efectos de sonido).
Al mismo tiempo los USA estaban sumidos en la terrible Depresión y Chaplin utilizó su mejor arma (el humor) y su libertad como creador (obtenida gracias a su inmensa fama y rentabilidad) para realizar un alegato contra la pobreza y el orden injusto que impone un capitalismo feroz.
Como siempre un estilo sencillo pero de una precisión maestra. En ella, entre risas, vemos un ritmo laboral atroz que aliena y adormece al obrero, las represalias contra todo aquello que escapa al sistema establecido etc. Charlot se enfrenta a todo tipo de desafortunadas situaciones con la típica inconsciencia que tanto nos hace reír, como si no supiera que detrás de esas máquinas, policías y patrones no acaba de tener cabida el ser humano, como si no supiera que sus carreras y despistes escondían una gran carga de profundidad.
Demoledor es el ensayo con la máquina alimentadora, el obrero como un objeto al que utilizar a gusto y del que prescindir si la atroz competencia lo precisa. Evidentemente su mensaje está repetido hasta la saciedad, pero pocas veces se ha contado con tanta capacidad de fascinación. Así, lo que no está en absoluto superado es el perfecto ensamblaje de alegato social, tono de comedia y melancolía de los personajes.
Se le acusó de plagio por copiar cosas de “A Nous la liberté” de René Clair (5 años anterior), pero todo acabó con el Sr. Clair diciendo que en todo caso se sentiría honrado de que esto fuera así. Sabia decisión, esta obra de Chaplin tiene evidentísimos puntos en común con la de Clair, pero también es cierto que es superior. Al menos para mi gusto.
Al mismo tiempo los USA estaban sumidos en la terrible Depresión y Chaplin utilizó su mejor arma (el humor) y su libertad como creador (obtenida gracias a su inmensa fama y rentabilidad) para realizar un alegato contra la pobreza y el orden injusto que impone un capitalismo feroz.
Como siempre un estilo sencillo pero de una precisión maestra. En ella, entre risas, vemos un ritmo laboral atroz que aliena y adormece al obrero, las represalias contra todo aquello que escapa al sistema establecido etc. Charlot se enfrenta a todo tipo de desafortunadas situaciones con la típica inconsciencia que tanto nos hace reír, como si no supiera que detrás de esas máquinas, policías y patrones no acaba de tener cabida el ser humano, como si no supiera que sus carreras y despistes escondían una gran carga de profundidad.
Demoledor es el ensayo con la máquina alimentadora, el obrero como un objeto al que utilizar a gusto y del que prescindir si la atroz competencia lo precisa. Evidentemente su mensaje está repetido hasta la saciedad, pero pocas veces se ha contado con tanta capacidad de fascinación. Así, lo que no está en absoluto superado es el perfecto ensamblaje de alegato social, tono de comedia y melancolía de los personajes.
Se le acusó de plagio por copiar cosas de “A Nous la liberté” de René Clair (5 años anterior), pero todo acabó con el Sr. Clair diciendo que en todo caso se sentiría honrado de que esto fuera así. Sabia decisión, esta obra de Chaplin tiene evidentísimos puntos en común con la de Clair, pero también es cierto que es superior. Al menos para mi gusto.