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Voto de el pastor de la polvorosa:
9
Comedia Tras ser plantado por su chica, un deprimido Herbert H. Herbert (Jerry Lewis) reniega de las relaciones románticas, y está decidido a vivir toda su vida como un soltero redomado. Entonces, encuentra trabajo en una residencia para señoritas en Hollywood, ¡y las residentes se vuelven locas con el nuevo ayudante! Es entonces cuando el desventurado Herbert pasa de ser un simple manitas a convertirse en...¡"El terror de las chicas"! (FILMAFFINITY) [+]
23 de diciembre de 2015
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El terror de las chicas decepcionará a los espectadores que esperen una historia con planteamiento, nudo y desenlace, unos personajes con los que identificarse; es una película que transcurre en un decorado sin paredes, en un mundo sin lógica (o mejor dicho, en el que la lógica habitual se ha sustituido por la de una pesadilla). Segunda película dirigida por Jerry Lewis, no solo rompe con el pensamiento único de Hollywood en el aspecto formal, sino que también lo hace desde el punto de vista de los contenidos, con su burla brutal de los roles sexuales creados por el cine negro o el musical, entre otros géneros clásicos.

La lógica de la acción se basa en la inversión sistemática de estos roles. El protagonista, Herbert H. Heebert (un nombre que recuerda a Humpty Dumpty o Humbert Humbert), está traumatizado por la “traición” de “su” chica, que lo ha dejado por otro; como la Alicia de Lewis Carroll, se interna en un país de las maravillas que es en este caso una “ciudad de las mujeres”: una gran residencia de colores brillantes y sutiles, visitada por tipos duros que bailan, poblada por figuras oníricas como un león y una mujer-murciélago. El papel de Herbert allí es el de una especie de chico de los recados; el rasgo esencial de su carácter es el miedo, y lo que más lo aterroriza es la amenaza sexual de las mujeres jóvenes. Como en una caricatura de Gilda y otras protagonistas del cine negro, Herbert es abofeteado repetidas veces por una mujer, baila como una chica con George Raft, e incluso, como las consortes de Barba Azul, tiene una puerta prohibida.

No hay puertas prohibidas para Jerry Lewis, que dinamita desde dentro la lógica de Hollywood: un salto más allá de donde llegaron Sirk, Ray o Minnelli, y varios más allá de sus sucesores, pero no herederos, Coppola, Allen o Scorsese.
el pastor de la polvorosa
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