La intención del autor era hacer una historia de terror en un pueblo del centro de España y el objetivo se consiguió porque la película reproduce con especial talento la atmósfera tenebrosa que tienen los pueblos al anochecer. El terror siempre es sugerido y aunque no haya monstruos ni fantasmas visibles se puede decir que es una película de terror pero plasmada con un gusto tan exquisito que no parece de terror. La obra está llena de detalles interesantes como el sútil gesto que una de las pueblerinas hace expresando negatividad con la cara ante la forma de bailar de Sara Lezana que tiene el personaje de una chica entre inocente y espontánea que representa al deseo para los varones del pueblo y que simboliza el pecado en el simbolismo de la obra con la delicadeza de la que hablaba antes. Lina Canalejas muestra una especial sensibilidad en esa mirada que dirige a Carlos Larrañaga cuando interpreta una canción romántica. Era una actriz maravillosa con gran personalidad y aquí representa con su personaje el concepto de la ilusión materializada en la obsesión matrimonial. Los miedos y las sospechas de unos maravillosos Jesús Franco y Rafaela Aparicio inquietan al espectador y el momento en el que Rafaela Aparicio halla una muñeca antigua entre sus recuerdos es entrañable. Aunque sean tontos en principio los dos hermanos pronto revelan una cierta malicia también. Y para Tota Alba no hay palabras porque su prodigioso dominio expresivo resulta apabullante para el espectador. Lástima que esta actriz sea tan poco conocida entre las nuevas generaciones. Todos los intérpretes brillan. El talento de Fernán Gómez brilló con intensidad al conseguir esta obra tan especial. Obviamente no aporté nada nuevo con esta crítica.