Esta tercera parte de Misión imposible fue dirigida por J.J. Abrams, quien se dio a conocer por la mítica serie de televisión llamada Perdidos. Años más tarde dirigiría los episodios 7 y 9 de la saga de Star Wars. Esta tercera entrega cuenta con un guion bastante bueno y unas interpretaciones que si bien no son ni mucho menos perfectas, sí consiguen que nos situemos en la misma perspectiva que los personajes que aparecen con mayor frecuencia a lo largo de la historia. Como ya he mencionado, el guion está bastante bien hecho, y es porque sin recurrir a temas enrevesados ni rebuscados logra que el espectador disfrute de cada secuencia. La acción pura que transcurre no está mal, pero ni de lejos se nos presenta en escenas para el recuerdo como sí lo hace en las posteriores entregas. Y eso es precisamente lo que le falta a esta película. Resulta curioso que un filme que pertenece a una saga de acción que es especialmente conocida por la espectacularidad de sus momentos más icónicos, brille más por el planteamiento de su argumento que por el contenido visual de las escenas que representan su género. Por un lado es toda una sorpresa por parte de la cinta, pero por otro es una lástima, ya que estas pelis se hacen con esa idea. Tom Cruise está muy creíble y convence como el agente que intenta empezar una nueva vida con alguien a quien de verdad quiere. Luego está el villano, que está muy bien interpretado por Seymour Hoffman. El resto está bien sin llegar tampoco a brillar. Destacables son en mi opinión los papeles de Laurence Fishburne y Simon Pegg, aunque estos no aparezcan mucho en pantalla.