La película es horripilante y supura una purulentas 'buenas intenciones' que consiguen provocarme arcadas: la historia pretende denunciar la discriminación que existe en el ejército de los EE.UU. (respecto a las mujeres... los prejuicios contra los homosexuales conviene dejarlos para otra ocasión), pero eso no es más que una excusa para permitir a Demi Moore lucir su cuerpo... mientras se obliga a Viggo Mortensen a dar vida a un pequeño fascista que, sin embargo, alberga buenos sentimientos en su interior. Por otro lado, conviene no llevarse a engaño: lo que este film intenta en proyectar un sentimiento belicista que me repugna.

"¡Chúpame la polla!". Ésa es la frase más celebrada por los espectadores de este film que admiten haber tenido una buena impresión de este montón de mierda. Yo no puedo decir lo mismo. Sólo apuntaré que, en los premios Razzies del año 1997, Demi Moore se llevó el premio a la Peor Actriz... yo me pregunto por qué no ganó más estatuillas en esa edición...