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Voto de Don Hantonio Manué:
6
Thriller. Cine negro Emily, una joven de 20 años, le propone matrimonio al botones de un hotel para poder llegar hasta el juez de Paz. Una vez logrados sus planes, lo asesina, huye y se refugia en la casa de una anciana paralítica y muda a la que cuida. La policía no logra dar con ella, pero la sobrina de la anciana y su novio empiezan a sospechar de ella. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una misteriosa damisela llega a un motel en plena noche y le hace al botones una extraña proposición; recibirá una buena suma de dinero a cambio de casarse con ella. Pero está claro que tan tentadora promesa encubre intenciones retorcidas que no tardan en revelarse…

Un año después del estreno de "Psicosis", el granuja de Castle firma una imitación descarada que, con el tiempo, ha acabado haciéndose un hueco por méritos propios en la historia de la serie B como una “hermana menor” del clásico hitchcockiano. Una secuencia inicial de asesinato, rodada con una contundencia, un sentido del tremendismo y búsqueda del impacto que debieron de resultar novedosos en una época cuya inocencia empezaba a quedar atrás. Varios personajes, distinguiendo claramente a la chica buenecita y a la arpía del demonio, relaciones algo tirantes, una ausencia, y a partir de ahí arranca una complicada, descabellada trama en la que las mentes esquizoides y frustradas, la ambivalencia sexual de un hijo afeminado en exceso, se combinan con un enigma a lo Agatha Christie con herencia suculenta tras las motivaciones de quien comete el crimen, planeando la sombra de una autoridad paterna despiadada con quien se sale del redil.

Fácil averiguar el pastel en cuanto uno sabe de qué va el asunto, pero quien dirige aún no ha mostrado algunas de sus sorpresas, especialmente las más chorras. Una frase, “ahora la gente sólo sabe odiar”. Un ramalazo ¿pedófilo?, Dinamarca como ese rincón de la misteriosa Europa donde pasan cosas raras, una escena de niñez con que todo comienza, con una muñeca de por medio, que tan característica de cierto género se volvería… y un personaje, el del “testigo mudo” que sabe algo, pero su condición de invalidez le impide hablar y dar al traste con los planes malvados, para desesperación del espectador.

Al margen de pistas falsas varias, lo curioso son los recursos torticeros para atraer la atención; además de la típica introducción sensacionalista del director, cual maestro de ceremonias, tenemos sobreimpresa en pantalla una cuenta atrás, avisando a los más sensibles para que abandonen la sala si no están preparados para asistir a tan terrorífica revelación. Si comparamos con la audacias de De Palma, esto queda en un simple juego de colegial, ahora bien, denota ese carácter lúdico y gamberro, esa búsqueda de las emociones fuertes que oscila entre lo genial y lo chusquero, que tan de apreciar es.
Don Hantonio Manué
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