La nueva película del estudio del ratón nos lleva a tierras colombianas y nos presenta a los Madrigal, una familia muy querida y reconocida en su tierra que fue bendecida con una serie de dones con los que ayudan a toda la comunidad. Atrás quedaron los castillos lujosos, las princesas con sus vestidos y tiaras y también las historias de príncipes azules a los que tan acostumbrados nos tenía Disney y de las que hacía falta ya pasar página. Y este es quizás el mayor logro de "Encanto".

Del estudio "Encanto" mantiene la más pura esencia musical que caracteriza las producciones animadas de Disney, así como la más alta exigencia técnica en el diseño y la composición de los personajes. Pero bajo esta fachada de números musicales, lo cierto es que la trama tiene un trasfondo narrativo mucho más profundo de lo que realmente podría parecer en un primer momento: la búsqueda de un don, de una pasión, de una disciplina o una tarea, en definitiva un don, en el que destaquemos.

Aunque la película lo disfrace de un aire mágico y místico, realmente se trata de un problema existencial de la que probablemente un niño pequeño no se percate. El segundo mensaje, y el que quizás acaba más predominando, es el el poder de la familia y la importancia de cuidar los vínculos familiares pese a las discrepancias que en ocasiones pueden surgir entre padres e hijos o hijos y hermanos.

La banda sonora, sin lugar a dudas, es quizás el punto fuerte de la película, con unas canciones que desafían todo lo realizado por el estudio hasta entonces y unos sonidos que consiguen transportarnos con éxitos a la Colombia del siglo XXI. Con el tiempo, probablemente sean las canciones lo que más recordarán de esta historia cuyo paso por la cartelera española ha sido más bien agridulce por la delicada situación en que se encuentran las salas de cine tras el embiste de la pandemia. Como punto débil una trama con demasiados giros e ideas que aunque son buenas no se ejecutaron quizás de la mejor forma, aunque los personajes redondos solventan esta situación.

En definitiva, aunque la trama podría haberse desarrollado de forma más clara, Disney ha arriesgado y ha dado un paso realmente importante y necesario después de años de desgaste y escasa innovación. El estudio deja atrás los cuentos para centrarse en una historia con la que podremos sentirnos identificados, eso sí, sin abandonar la magia y la música que caracterizan todas sus películas y sin las que posiblemente perderían esa huella tan propia.