Nominada a 14 premios Oscar y 100% ganadora de gran cantidad de ellos (principalmente al de película, director y actor principal), equiparándose a "Titanic" y "La Malvada" y con posibilidad de superarlas en cantidad de galardones recibidos, llega “La La Land” a la Argentina con el agregado de "Una historia de amor".
Y efectivamente, “La La Land” cuenta una historia de amor, la de Mia -una aspirante a actriz que trabaja como camarera- y Sebastian -un pianista de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios- Y lo hace siguiendo todas las reglas del género e imprimiendo la magia necesaria en tono cantado.
Pero a la vez, "La La Land" es un homenaje y un revivir de los grandes musicales de hollywood. En efecto, remite grandes películas del género como "Cantando bajo la lluvia" o "Los paraguas de Cherburgo" y deleita con una permanente cita al cine, con referencias explícitas a Ingrid Bergman o James Dean y guiños a Gene Kelly y Ginger Rogers.
A este combo, debe agregarse la pasión y creatividad de Chazelle y su equipo que crearon canciones y coreografías de una fuerza y contundencia abrumadoras. Es técnicamente gloriosa, pero sin embargo es principalmente su naturalidad y vitalidad lo que la magnifica: “La La Land” es un musical en el que los personajes bailan porque lo necesitan, porque así se expresan, así viven, así se comunican y así sueñan.
Mención aparte merecen la siempre deslumbrante Emma Stone que hipnotiza con sus Big Eyes y conmueve encarnando a Mia (si no fuera por la presencia de la insuperable Hupert entre las nominadas sería firme candidata al Oscar) y el siempre efectivo y potente Ryan Gosling que encarna al profundo jazzero Sebastian. Cabe agregar que cantan, bailan y actúan con una sensibilidad exquisita.
La música, las escenografías y las coreografías son de una visual extraordinaria. Desde el gran baile de la autopista al inicio de la cinta hasta el City of Stars que todos salimos tarareando.
Y qué decir sobre el guionista y director que el año pasado nos sorprendió, enfureció y emocionó con su oda al jazz en la memorable Whiplash y en esta oportunidad apasiona y deleita. Con poca edad (tiene 32 años), pero más que un futuro promisorio, se consolida como uno de los grandes directores de la actualidad.
Nada resta en "La La Land", todo es acierto. Durante las 2 horas y 7 minutos estuvimos en estado de ensoñación. Al parecer la city of stars ha brillado sólo para nosotros y no nos quedó opción más que entregarnos al placer. Extasiados y algunos con los ojos llorosos seguiremos fijos a la pantalla por un rato, con ganas de que sigan apareciendo imágenes.