Después de la decepción causada por la sosa, grisácea y depresiva tercera parte de Alfonso Cuarón, Mike newel nos brinda una agradable sorpresa con esta cuarta parte basada en el triste punto en que los libros de Harry Potter comenzaron a quedarse inconclusos, reduciéndo sus títulos a excusas argumentales.

En esta entrega veremos el paso de Harry a la adolescencia en clave de humor, sin darle excesivas vueltas a los flirteos amorosos, salvo en la -ridícula- escena de la trifulca entre Ron y hermione en el baile. Por fortuna, eso no nos distraerá demasiado de lo que realmente cuenta aquí: el Torneo de los Tres Magos, el sueño de todo adicto a los anabolizantes mágicos, un videojuego de magia hecho realidad. En esta entrega, Harry se las verá duras con un dragón (imponente y genial hecho), nadará entre sirenas asesinas en el lago de Hogwarts y recorrerá el inmenso Laberinto de las Criaturas y los Marrones Mágicos Cesados. ¿Lo demás? Tan precipitado a veces como fluido en otras, pero con una considerable mejoría.

Sin duda, la Harry potter más aventuresca hasta su momento, ganando en oscuridad y en dramatismo auténticos.