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Voto de paki:
6
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6
6.6
604
Drama
Tras la segunda Guerra Mundial (1939-1945), en una ciudad de Normandía (Francia), la joven Manon es acusada públicamente de haber colaborado con los nazis durante la ocupación. Un activista de la Resistencia la libera y escapan juntos a París, pero su relación se vuelve tormentosa cuando Manon cae víctima de las maquinaciones de su propio hermano, con quien se enfanga en negocios oscuros: estraperlo, prostitución y asesinato. (FILMAFFINITY) [+]
30 de junio de 2013
30 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me llevé una sorpresa con esta película. No me la imaginaba tan triste y sombría, pero cuando acabé de verla tenía una sombra de plomo encima, tan pesimista y angustiosa, que me costó remontar.
Al principio, me recordó a Buñuel: ese tinte gris de color y de personajes, su naturalismo, sin compasión ni tregua, pero luego me acordé de todo lo que había visto de Clouzot y todo casaba con sus otras películas. Es un director brutal y negro como pocos, y su humor es más bien una mueca, tan sin motivo, que parece de desesperación. Personajes sin escrúpulos que te hacen reflexionar sobre las causas de la crueldad, el egoísmo y la degradación moral.
Manon es falsa y voluble, y no duda en manipular a su amado Robert, pero siempre tiene una buena excusa para hacerlo. No quiere sufrir ni ser pobre, y la prostitución o el contrabando son medios como otro cualquiera para conseguirlo. Pero en realidad es una niña sin maldad y sin demasiado cerebro que no sabe nadar y guardar la ropa y acaba siempre en cueros… Actúa a golpes de instinto, de corazón y de cabeza, dando bandazos de mariposa loca. Para Robert es un auténtico tormento. Le ha convertido en un pelele, al que toma, deja, arrastra, desprecia, engaña, adora… y al que lleva hasta la delincuencia, y, al final, al asesinato…
Hasta aquí todo me parecía “normal”, mientras oía su historia contada por Manon y Robert al ser descubiertos como polizones en un barco. Pero, a partir de eso, hay una media hora eterna, un final duro y tan hiperrealista que te destroza los nervios porque sientes que estás allí mismo, en el infierno bíblico donde desembarcan junto con un grupo de refugiados judíos. Es una travesía por un desierto infinito de sol, agotamiento y muerte. Está tan bien contado, con ese tinte tan negro y amargo de Clouzot que el sol te parecía abrasador, el horizonte inmenso, las piedras te cortaban los pies, la sed era pavorosa y el mundo interminable y circular como una pesadilla de donde no se podía salir. Fue un final extraño, lunático y conmovedor.
Al principio, me recordó a Buñuel: ese tinte gris de color y de personajes, su naturalismo, sin compasión ni tregua, pero luego me acordé de todo lo que había visto de Clouzot y todo casaba con sus otras películas. Es un director brutal y negro como pocos, y su humor es más bien una mueca, tan sin motivo, que parece de desesperación. Personajes sin escrúpulos que te hacen reflexionar sobre las causas de la crueldad, el egoísmo y la degradación moral.
Manon es falsa y voluble, y no duda en manipular a su amado Robert, pero siempre tiene una buena excusa para hacerlo. No quiere sufrir ni ser pobre, y la prostitución o el contrabando son medios como otro cualquiera para conseguirlo. Pero en realidad es una niña sin maldad y sin demasiado cerebro que no sabe nadar y guardar la ropa y acaba siempre en cueros… Actúa a golpes de instinto, de corazón y de cabeza, dando bandazos de mariposa loca. Para Robert es un auténtico tormento. Le ha convertido en un pelele, al que toma, deja, arrastra, desprecia, engaña, adora… y al que lleva hasta la delincuencia, y, al final, al asesinato…
Hasta aquí todo me parecía “normal”, mientras oía su historia contada por Manon y Robert al ser descubiertos como polizones en un barco. Pero, a partir de eso, hay una media hora eterna, un final duro y tan hiperrealista que te destroza los nervios porque sientes que estás allí mismo, en el infierno bíblico donde desembarcan junto con un grupo de refugiados judíos. Es una travesía por un desierto infinito de sol, agotamiento y muerte. Está tan bien contado, con ese tinte tan negro y amargo de Clouzot que el sol te parecía abrasador, el horizonte inmenso, las piedras te cortaban los pies, la sed era pavorosa y el mundo interminable y circular como una pesadilla de donde no se podía salir. Fue un final extraño, lunático y conmovedor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Robert consigue por fin a su Manon bonita y loca. Para él. Para siempre. Bella, eterna y perfecta en su cristal de mariposa muerta.