Obra maestra, magistralmente dirigida por Jaume Collet-Serra, sin tiempos muertos ni rellenos, con un ritmo brutal y delicioso. La combinación del thriller con el terror fue perfecta gracias a las notables actuaciones del reparto, especialmente Isabelle Fuhrman, Dios mío, pocas veces un niño se roba la atención y los aplausos, mayormente esos papeles son interpretados por niños novatos y forzados, pero esta niña sí infundió miedo y odio.

El espectador se da cuenta que es un peliculón desde el comienzo: esa pesadilla de la madre (Vera Farmiga) que pierde a su hijo antes del parto es espantosa y muy bien lograda. Y lo mejor es el giro que da el final, cuando se enteran de la verdad de la malvada niña, preciso y necesario, porque ya el espectador se rompía el cráneo preguntándose una y otra vez si la maldad es innata, si en verdad pudiera existir un niño así.

Estoy seguro que muchas personas luego de ver esa película abandonaron la idea de adoptar un niño. Sea como sea, la experiencia de ver esta joyita es inolvidable. La volvería a ver mil veces y no me cansaría. Creo que ya se merece la etiqueta de culto, pero desde ya.