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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Black Floyd:
6
Comedia. Romance Cuatro historias independientes con un escenario común: la ciudad de Roma. En la primera, un matrimonio americano (Woody Allen y Judy Davis) viaja a italia para conocer a la familia del prometido de su hija (Alison Pill). En la segunda, un italiano (Roberto Benigni) se hace famoso sin motivo de la noche a la mañana. En la tercera, un arquitecto californiano (Alec Baldwin) visita Roma con sus amigos donde conoce a un estudiante (Jesse ... [+]
15 de julio de 2012
21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se espera siempre una genialidad de Woody Allen, y cuando digo se espera me refiero a la "prensa especializada", no al público en general. Ofrece esta película muchos refrescantes placeres y si bien no es perfecta, ni genial, como muchos pretenden del ya anciano director, nos otorga el benéfico regalo del entretenimiento puro y llano y del privilegio de seguir asistiendo al cine a ver un producto de calidad, algo acostumbrado en los films de Allen. Entre los ya frecuentes paisajes adorables de las calles de Roma -calles empedradas con sus paredes anaranjadas (de un naranja deslustrado, asalmonado) y descascaradas, donde se apoyan verdes enredaderas y donde hay bancos de madera y donde la vida promete, bajo el lente del director, ser más promisoria y donde las cosas son aun posibles- se desarrollan, con cierta desigualdad y con aciertos, las tramas, siempre hilarantes y siempre surrealistas, de las cuatro historias independientes que componen el film.

Ninguna de las cuatro historias son gran cosa en verdad, pero el conjunto, en cambio, sí lo es. La música y la fotografía, y el dulzor del idioma italiano dan calidez a las situaciones casi surrealistas - la de Benigni es un simpático delirio a la vez de ser una admirable parodia del disconformismo y del ego del hombre - por lo que nunca resulta aburrida.
Tiene, además, una cualidad que puede compensar las falencias que pudiera tener el film, y esa cualidad - cada vez más rara - es el "encanto". Cuando veo una película de Woody Allen, por esa hora y media, dos horas de metraje que suelen tener sus trabajos, me olvido del presente y de la realidad y viajo y creo posibles tales delirios y enredos, y romances, y diálogos imposibles en la vida cotidiana, esos diálogos muchas veces ingeniosos y que se suceden con velocidad y creatividad.

Una vez por año espero ansioso lo nuevo de este director, que insiste en hablar del signo de Sagitario, y de la belleza salvaje y elemental, primitiva de las tormentas y las lluvias, y mostrar su predilección por los estrechos callejones, adoquinados y bordeados de paredes rosadas, resplandecientes bajo la luz de un sol dorado y de las relaciones de pareja y la amistad y la fidelidad y la traición y la literatura y la pintura y la música y "los rincones" encantados, escondidos del ruido y la vulgaridad de las grandes ciudades.

Por dos horas he olvidado todo mi presente. Por dos horas estuve en Roma y en esos ciento veinte minutos, creí posibles y hasta necesarios los viajes y los romances y negué su casi segura futilidad y su inexorable- lamentablemente- vacuidad; por dos horas Allen me ha liberado por completo, y esto no es poca cosa, en absoluto.
Black Floyd
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