Me cuesta recordar una película de terror que pueda competir con ésta en mediocridad.
Aburrida, tediosísima, no sólo por la estolidez del guión --que no es más que una réplica de La semilla del diablo- sino por la carencia de cualquier aspecto o detalle que ofrezca una gota de interés. Todo es tan monótono y previsible, que uno llega hasta el extremo de añorar los detestables filmes gore o de sustos para adolescentes.
Para colmo, la fotografía y la realización visual son pésimas. La banda sonora, atroz. Y en cuanto a las interpretaciones... una vergüenza que dos actores tan formidable y tan distintos como Orson Welles y Pamela Franklin se hayan visto compelidos a encarnar personajes absolutamente planos que no se sostienen en ningún momento.