Alcarràs es de esas películas que cuenta muchas cosas si la necesidad de tener que narrarlas. Hay muchas miradas, conversaciones descontextualizadas, planos indirectos que cuentan una historia que el espectador se encarga de armar. Ese es el gran acierto de la película, puro cine, muy Rosellini, con actores no profesionales, sin los tics que puedan tener estos.
Las relaciones padre - hijos, la mirada de los niños y su aprendizaje, los conflictos familiares, la vida rural, el mundo del campo frente al desarrollismo, la presión del 'cabeza de familia' ante la incertidumbre por el futuro del sustento de su familia. Todos son temas tratados con tal sencillez y claridad pero sin dejarse nada por el camino y eso precisamente la engrandece hasta el nivel de llevarse un premio tan importante como el oso de oro de Berlín, que quizás puede parecer poca cosa para un premio grande en el cine europeo, pero tampoco se le puede poner ni un pero a una película impecable.