14 de junio de 2018
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Según la teoría de la relatividad es necesario el tiempo para situar un acontecimiento en el espacio. En "Loving Vincent" no sólo se ha logrado otorgar de esta cuarta dimensión, la del tiempo, a las pinturas de Vincent Van Gogh; además se muestra otra dimensión adicional, la humana y social en la que vivió el artista en un tiempo y espacio concreto, el de su muerte.
El joven Armand hijo de el cartero Roulin, recibe el cometido de hacer llegar la ultima carta escrita por Vincent antes de fallecer a su remitente, el hermano Theo Van Gogh. Este periplo llevará al joven a investigar alrededor del verdadero motivo de la muerte del artista.
Este monumental trabajo a incluido en su producción ciertos aspectos técnicos que hacen que la obra asuma un carácter épico. La totalidad de fotogramas que conforman los 80 minutos del metraje son pinturas pintadas al óleo confeccionados por artistas especialistas en esta técnica.
Es en su narrativa donde el resultado general del trabajo empobrece, aun así y al igual que le ocurre al joven Armand, la trama lograra atraparnos de forma gradual hasta su resolución final.
Puede que sus imponentes cifras y peculiares características únicamente sirvan como estrategia de marketing, o puede que sea gracias a este proceder tan estoicamente artesanal que el resultado final de esta aventura haya sido este mágico ejercicio de animación.
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