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Cine negro. Thriller
Dos ex-convictos no demasiado brillantes son contratados para asaltar una lucrativa partida ilegal de poker. Las culpas recaerán sobre el organizador del juego y los ladrones podrán empezar una nueva vida. Por desgracia, el dinero robado pertenece a la mafia, que se pone en contacto con el investigador y asesino Jackie Cogan para encontrar a los culpables. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2012
22 de septiembre de 2012
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film que nos presenta Andrew Dominik tiene como telón de fondo la actual crisis económica (¿quizá también crisis moral y de falta de valores?) que asola no solo los EE.UU, sino también otros países que mejor no mencionar. A partir de ahí nos encontramos con toda una galería de personajes en clara decadencia, como son los dos yonquis que atracan la timba, el cerebro del robo e incluso el personaje intepretado por James Gandolfini. No obstante, estos personajes no están, en mi opinión, bien pincelados: el espectador no sabe muy bien si compadecerse de ellos por el pozo sin fondo al que han caído o salirse de la sala por las continua verborrea que sueltan a cada instante, verborrea que llega a cansar al público más paciente. Y es que aquí tenemos la impresión de que el director, con toda la buena intención del mundo, trata de imitar los estupendos diálogos que encontramos en el cine de Tarantino. Añádase a la batidora a un Brad Pitt que, si bien consigue salvar con una interpretación más que encomiable la película, tiene que hacer el papel de un asesino a sueldo del que uno no sabe en ningún momento qué pasa por su mente. Por si esto fuera poco, nos encontramos con una frase lapidaria al final de la película (y que conste que esto es lo que menos me ha gustado, pues uno no va al cine a que le den ningún tipo de lección) con un claro mensaje que trata de justificar, cínicamente, la conducta de este asesino. ¿Por qué hemos de echar balones fuera cada vez que llevamos a cabo un acto moralmente reprochable? ¿Hasta qué punto somos responsables de nuestros actos? Estos temas, de los que se ha escrito largo y tendido a lo largo de la historia, afloran en la película con una coherencia endeble y de manera muy superficial. Creo que el director tendría que haber dejado a un lado los problemas actuales de nuestra sociedad y los largos y aburridos diálogos, para centrarse justo donde la película parecía tener mayor enjundia: el atraco y la posterior persecución.