Traduttore, traditore. No es lo mismo infinito que no tener final, hay matices sobre los que uno puede elucubrar. Porque precisamente de eso va The endless, de una divagación metafísica que deambula por unos personajes atrapados en un hueco muy concreto de sus respectivas existencias, quedando éstas reducidas a unos acontecimientos repetidos, reincidentes y sin término (endless). Pero algo sin final no es necesariamente infinito, en cualquier momento una maniobra, un suceso, unas circunstancias precisas o quizás simplemente la voluntad pueden romper un bucle que se antoja inquebrantable. O tal vez, no. Depende.

Con otros modos, cargados de una cierta trascendencia intelectual, aunque no exenta de cierto humor, la trama de The endless reproduce una especie de "día de la marmota" a varias bandas cuyo ciclo repetitivo, según en qué personaje, dura semanas o, en alguno incluso, horas o sólo unos pocos segundos. Desde estas premisas y sin muchos antecedentes previos, abusando de hechos que se dan por conocidos e invocando como de paso a una inteligencia dominadora y superior, nos introducen en un enredo extraño y sugerente que comienza interesando y, poco a poco, va perdiendo fuelle hasta caer en una intriga bastante burda y resuelta de cualquier manera.

Tiene cierto interés, no obstante.