Endeble largometraje dirigido por Mark Neveldine y protagonizado por Cole Hauser.

El argumento suena interesante: un ex marine viudo, James Becker (Cole Hauser), que lucha contra sus demonios es contratado como intermediario para cerrar un negocio con el gobierno panameño de aquel momento (1989, presidido por Manuel Noriega).

Si bien desde el arranque se percibe que algo no está bien (hay cinco minutos de créditos iniciales, ¡ni "Lo que el viento se llevó" lo tuvo!), conforme avanza esta cinta, con su ritmo frenético, la trama se va a ir desdibujando rápidamente. Es una pena teniendo en cuenta el potencial de la historia.

La ambientación es penosa. Estamos situados a finales de la década de 1980 y no hay un solo varón que tenga el corte mullet o el pelo largo. Por el contrario: poseen pelo corto, barba y vestimenta de la época presente. El personaje que interpreta Mauricio Hénao, Enrique Rodriguez, es una copia barata e irrisoria de Maluma.

Antes de pasar al spoiler, aclaro que la promoción de esta película es engañosa. Mel Gibson aparece dos veces en una hora y recién va a tener más presencia en la pantalla durante los últimos 20 minutos del filme. No la co-protagoniza, simplemente forma parte del reparto.