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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · L.A.M.F. St.
Voto de Bartleby:
10
Drama La vida de Jeanne Dielman, una joven viuda con un hijo, sigue un orden inmutable: mientras el muchacho está en la escuela, ella se ocupa de las tareas domésticas por la mañana y ejerce la prostitución por la tarde. (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2017
29 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jeanne Dielman es una película radical. De acuerdo, va a la raíz, no se queda en las ramas. Los planos fijos en "tiempo real" son indispensables, no hay nada de superfluo en ellos. No dicen nada y ,precisamente por eso, son de lo más elocuentes. He ahí la paradoja. Son anodinos, fríos y precisos (duran lo que tienen que durar, ni más ni menos). La información que nos ofrece Akerman de los dos personajes es la estrictamente necesaria: retazos del pasado y del futuro (Jeanne decidió ser libre, independiente y su hijo se está convirtiendo en un hombre, esa es una de las claves). La película es un presente perpetuo. Los diálogos, casi siempre banales, decidirán el destino de la protagonista (el que mantiene con su hijo sobre sexo es muy revelador).

Chantal Akerman toma una decisión ética y estética: no hay belleza en ningún plano, ninguna manipulación artística (ni hay música, sólo sonido ambiente) salvo dos licencias: las luces de neón intermitentes que iluminan el salón y el poema de Baudelaire "El enemigo".
Jeanne es la perfecta alienada, su apariencia de maniquí le hace parecer de plástico. Determinada como un robot, hace movimientos casi automáticos. Esa es su libertad. Es la perfecta ama de casa, la perfecta madre y la perfecta puta. El sueño de todo Manolo barrigón futbolero. No es un feminismo de proclama enfática de derechos de burguesa aburrida, es un feminismo de "pequeños gestos" y grandes resultados. Al principio, feliz en su rutina y en su apatía, vamos descubriendo la ansiedad y el vacío en pequeñas acciones y en pequeños gestos de Jeanne: una cuchara o un cepillo que se resbalan de las manos, una carta a la que no sabe contestar, un botón irreemplazable, un cliente que llega tarde....
Dos son los grandes logros de la película:
- Consigue que te concentres en los planos, que descubras cualquier pequeño detalle que da información sobre el estado psicológico de la protagonista. Es decir, te implica en la obra.
- Hace de lo cotidiano algo inolvidable. Nunca olvidaré ese pequeño apartamento, como tampoco olvido la casa ni el vecindario de "La ventana indiscreta".
La película no ha envejecido nada, como todas las obras maestras. Y es que, "Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Buxelles" es una obra maestra. Pese a quién le pese.
Bartleby
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