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1
4.0
4,398
Acción
En Filipinas, Joe Armstrong (Michael Dudikoff), un soldado americano de la Armada, cae en una emboscada tendida por unos rebeldes. Pero con su supremo dominio de las artes marciales consigue defenderse y, de paso, descubrir una horrible conspiración en el seno del ejército americano... (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2022
18 de noviembre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un NinJa me maten...! norteño frente al imperio del crimen NinJa me maten...! Orteguinao sureño de nombre hispano qué raro siempre los primeros para todo lo malo, a dios rogando y con el mazo dando.
Un amor que rompe el tiempo como bello circunloquio, un amigo Rambo negro, un montón de militares corruptos hasta las trancas para variar, ese es en verdad su real oficio, asolar, más un maestro japonés de toma pan y moja que rebosa mucho Karma, lo lleva a cuestas el hombre, en una producción del bendito copón que quita el hipo manque pierda, yea.
La primera hora, nos gusta clasificar, determinar, jerarquizar, categorizar, dividir aquí, tiene un pasar y un llevar, terriblemente idiota, pero todavía con algún mínimo sentido narrativo, la última media es completamente indescriptible, una suma antológica, fiera de cuchufletas oligofrénicas, un circo de cuatro pistas, enanos, mujeres barbudas, hombres bala, payasos de la tele y el cinematógrafo, tigres, leones todos quieren ser los campeones y mucho aquelarre badulaque, Cristo Rey mediante y presente, también ese.
Es tan inexpresivo frío Dudikoff de pelo un tanto asilvestrado que no bien uno sabe, se pregunta, en la más destemplada madrugada barrunta si nos está tomando el pelo, lo merecemos por verlo, lo uno por lo otro, si, por otro lado o al mismo tiempo, está muerto, es un holograma, tiene poco seso, un retraso cognitivo severo o está drogado como un perro.
Tiene una gracia psicotrónica esta obra, una maldad intrínseca y extrínseca, es una jodida fiesta.
Un amor que rompe el tiempo como bello circunloquio, un amigo Rambo negro, un montón de militares corruptos hasta las trancas para variar, ese es en verdad su real oficio, asolar, más un maestro japonés de toma pan y moja que rebosa mucho Karma, lo lleva a cuestas el hombre, en una producción del bendito copón que quita el hipo manque pierda, yea.
La primera hora, nos gusta clasificar, determinar, jerarquizar, categorizar, dividir aquí, tiene un pasar y un llevar, terriblemente idiota, pero todavía con algún mínimo sentido narrativo, la última media es completamente indescriptible, una suma antológica, fiera de cuchufletas oligofrénicas, un circo de cuatro pistas, enanos, mujeres barbudas, hombres bala, payasos de la tele y el cinematógrafo, tigres, leones todos quieren ser los campeones y mucho aquelarre badulaque, Cristo Rey mediante y presente, también ese.
Es tan inexpresivo frío Dudikoff de pelo un tanto asilvestrado que no bien uno sabe, se pregunta, en la más destemplada madrugada barrunta si nos está tomando el pelo, lo merecemos por verlo, lo uno por lo otro, si, por otro lado o al mismo tiempo, está muerto, es un holograma, tiene poco seso, un retraso cognitivo severo o está drogado como un perro.
Tiene una gracia psicotrónica esta obra, una maldad intrínseca y extrínseca, es una jodida fiesta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La némesis de Joe/Michael, mismo o parecido nombre sin hombre, Juan Nadie, somos todos, conjunto vacío, cáscara sin contenido, con ese bigote rufianesco de entretiempo es otro pedacito de cielo en este pintiparado caso, antes de cerrar el chiringuito por hoy había que decirlo para irnos a la cama el catre tan tranquilos.