A los 30 años y con apenas 500.000 dólares Rian Johnson nos deslumbró con una ópera prima "Brick" (2005) que resucitaba en un campus universitario todo el mundo noir de Dashiell Hammett en un alarde de originalidad, un valor muy escaso. Su segundo film tres años después pasó sin pena ni gloria, pero en 2012 "Looper" un thriller de ciencia ficción muy particular volvió a recordarnos que este director, guionista y ahora productor de Maryland criado en California seguía atesorando un "toque especial". Lamentablemente después fue y sigue abducido por J.J. Abrams y Star Wars y parece que al lado brillante de su cerebro no le sienta bien que su cuenta corriente suba como la espuma. Lo que hizo con Star Wars VIII es más que olvidable.

Parece, como si queriendo expiar su culpa, intentara redimirse antes de volver otra vez a la saga galáctica produciéndose esta parodia hiper atrofiada de estrellas con las que intenta remedar, con el género que inmortalizó Agatha Christie, lo que hizo en "Brick" con el noir clásico. El resultado está años luz.

Más allá de una acertada puesta en escena, bso. incluida plagada de guiños y referencias a películas y personajes que mitificaron el género, el extenso elenco está desaprovechado, en realidad la trama principal se sostiene con apenas tres personajes y el misterio naufraga en un guión que asesina la intriga desde el principio y cuyo giro final poco creible puede que sea tan enrevesado como marcan los cánones del género pero carece de la sorpresa y la brillantez  de la más floja, si es que la hay, de las novelas de La Christie. Lo que algunos críticos califican de comedia hilarante, un servidor no le ve la gracia y Johnson acaba por salirse de la mansión que apenas utiliza como marco de presentación rompiendo el tono hacia presupuestos más convencionales. El bueno de Daniel Craig se esfuerza, busca referentes USA que aquí nos pillan muy lejanos, imita el acento sureño y lucha con su propia imagen que no le viene nada bien para un detective que sonrojaria a la mismísima Miss Marple y probablemente sería despreciado por Poirot.

Si  quieren una sátira sobre el género sobresaliente plagada de estrellas bien aprovechada, con una puesta en escena ejemplar y realmente hilarante, se hizo en el 76, la dirigió Robert Moore y se llama "Un cadáver a los postres".

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