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6
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6
6.2
459
Thriller. Intriga. Cine negro
Lo que en principio pretendía ser un simple atraco a un tren, se convirtió, por un fallo del plan, en una carnicería. Undécimo episodio de la serie "La huella del crimen", producida por Pedro Costa Musté para TVE en 1985, compuesta de seis episodios independientes entre sí. En 1991 se amplió con cinco episodios más y una película, 'Amantes', de Vicente Aranda. (FILMAFFINITY)
28 de mayo de 2023
28 de mayo de 2023
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Otra propuesta de una de las series más exitosas de la Televisión Española.
Tito Valverde no da el pego como hombre duro dispuesto a cualquier cosa por dinero. No es que lo haga mal, que no se meta en el papel, es que su carrera ha derivado posteriormente hacia derroteros muy diferentes de los que se presume para un gran actor. Hombre ya más de televisión y teatro que de cine y siempre en papeles de hombre bueno, tranquilo. Verle en este rol es intentar hacer un esfuerzo.
Enrique San Francisco sin embargo sí da la medida, perfectamente. Espigado, largo, seco, distante y cortante. Muy medito en su papel.
El que provoca verdadero miedo es José Manuel Cervino, con ese bigote tan varonil, tan de otras épocas, la mirada dura y el gesto adusto.
Mario Pardo también muy bien, como Kiti Mánver, muy joven. También muy bien Francisco Casares.
No tiene la brillantez de otros capítulos de la saga. Muy lenta, y algo oscura. No explora del todo las relaciones personales del protagonista principal, especialmente su homosexualidad y las relaciones con el cubano. Hubiera sido una película diferente, claro, pero más interesante. La verdadera trama es la distancia que hay entre los dos señoritos y los delincuentes profesionales.
Tito Valverde no da el pego como hombre duro dispuesto a cualquier cosa por dinero. No es que lo haga mal, que no se meta en el papel, es que su carrera ha derivado posteriormente hacia derroteros muy diferentes de los que se presume para un gran actor. Hombre ya más de televisión y teatro que de cine y siempre en papeles de hombre bueno, tranquilo. Verle en este rol es intentar hacer un esfuerzo.
Enrique San Francisco sin embargo sí da la medida, perfectamente. Espigado, largo, seco, distante y cortante. Muy medito en su papel.
El que provoca verdadero miedo es José Manuel Cervino, con ese bigote tan varonil, tan de otras épocas, la mirada dura y el gesto adusto.
Mario Pardo también muy bien, como Kiti Mánver, muy joven. También muy bien Francisco Casares.
No tiene la brillantez de otros capítulos de la saga. Muy lenta, y algo oscura. No explora del todo las relaciones personales del protagonista principal, especialmente su homosexualidad y las relaciones con el cubano. Hubiera sido una película diferente, claro, pero más interesante. La verdadera trama es la distancia que hay entre los dos señoritos y los delincuentes profesionales.