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Voto de Verdebotella:
7
Revenant: El renacido
Voto de Verdebotella:
7
Aventuras. Western Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, ... [+]
16 de marzo de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mientras respires, lucha” repite Glass a su hijo pequeño. Desde el principio Iñárritu muestra sus cartas. Es legítimo y discutible que esta película pueda gustar más o menos al espectador pero sí podemos estar de acuerdo en que El renacido es un logro cinematográfico en todos sus aspectos, por su propuesta arriesgada tanto en la filmación como en la narración: una producción durísima, un reto visual bajo condiciones naturales extremas, una enfoque hiperrealista aferrada a un estilo que se debate entre la preciosidad de su composición visual y la aridez narrativa de una odisea que se antoja imposible, excelsa, irregular e impresionante.

Visualmente la película es apabullante. La primera media hora es toda una declaración de intenciones, el virtuosismo de Iñárritu moldea cada uno de los planos con la precisión del artesano que intenta crear algo único, llevando al cine un paso más lejos bajo la batuta del gran Lubezki, por lo que se puede perdonar esa grandilocuencia del director de intentar descubrirnos el cine como si fuera la primera. En la cuestión puramente narrativa, El renacido no resalta con especial incidencia pero en lo visual es toda una proeza, por lo qué propone y cómo lo propone.

Es una historia de supervivencia, de persecución y, finalmente, de venganza, el motor principal de la película. Glass y su hijo Hawk sobreviven, junto a un grupo de tramperos, de la caza y recogida de la piel. Es la américa salvaje (1823), donde cada uno se busca una oportunidad para seguir adelante. Agachas la cabeza, te aferras a tu rifle y esperas que los problemas no te salpiquen y que tu vida continúe. Si es que eso es vida como bien dice Fitzgerald, el personaje que da vida un enorme Tom Hardy. No se vislumbra ni una sociedad, solo el germen de un pueblo, no hay concesiones, y si tienes que dedicarte a conseguir pieles en las tierras más lejanas para el país cuyo ejército ha destruido tu familia y asesina a aquellos que te persiguen para matarte por cazar “sus” animales en “sus” tierras, pues se hace. El pez que se muerde la cola. Glass y Fitzgerald representan las dos caras de esa nación aún en pañales. Dos luchadores que se quiebran la espalda por vivir un día más en este mundo. Dos tipos de supervivencia que se aferran a diferentes principios. DiCaprio se sobrepone a ese tour de force del dolor con gran solvencia y credibilidad, poniendo lo mejor de sí mismo, pero es Tom Hardy quien se come la pantalla con ese cazador sin escrúpulos que nunca parpadea, que no duda.

En la sencillez de los personajes se percibe el instinto primario del que bebe y exhala la historia, un instinto primario que Iñárritu propone como vehículo en su narrativa. Cercano y visceral, como la cámara cuando se afana en perseguir a los actores entre las inmensas laderas blancas. El viento ensordecedor, el agua helada, la sangre espesa, el barro que persiste en las manos, la saliva brotando de entre los dientes, el aliento entrecortado…

Descubrimos rostros y paisaje de extrema belleza gracias en parte al gran trabajo de fotografía de Lubezki, luz totalmente natural que no solo imprime realismo sino que ayuda a conformar ese diario vital del superviviente, la escena del oso y la inmediatamente posterior. Por delante de nuestras retina se suceden impresionantes postales de la América profunda cristalizados en momentos como la avalancha, auténtica y provocada para el plano, o el descanso nocturno del cazador bajo las hogueras.

En materia narrativa, se ha criticado mucho tanto la falta de innovación como de ritmo, en cierta manera es notorio. Esa especie de ausencia de progresión narrativa hacia la mitad de la película provoca ese sentimiento de irregularidad, incluso, por momentos, extenuantes, y en otros casos excesivos; pero ante todo necesaria. Los avatares del viaje de Glass parecen la representación reiterativa del dolor y el sufrimiento bajo todas sus formas. El renacido parte de una premisa sencilla bajo una estructura perfectamente alineada y clásica. Pero, realmente, Iñárritu se apega a lo que la hace única, distinta, con sus aspectos negativos y positivos, y es que nunca abandona su visión, aquí la razón de ser de la película. Una puesta en escena prodigiosa que está perfectamente orientada, ejecutada y rendida al estilo que se debate entre el diario de un superviviente y una radiografía naturalista de esa américa salvaje.

El renacido es esa película isla que surge cada cierto tiempo en la cartelera que bien no será recordada como la mejor del año pero sí por su aportación única y diferente, por anómala; otro ejercicio de lucidez y exuberancia solo enteramente disfrutable en pantalla grande. Es decir, esto es cine así que sorpréndeme, Iñárritu.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
+ Reparto sólido y sobresaliente trabajo de fotografía.
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