El caso de esta película de terror es increíble y mueve a una profunda reflexión: ¿cómo puede ser que un largometraje que objetivamente resulta, como poco, mediocre, y que fue producido para aprovechar el éxito (merecido) de "La noche de Halloween" (Halloween, 1978), de John Carpenter, tuviese un éxito de público tan grande como el que tuvo?

La trama es tan endeble, y tan tópica, que parece tan sólo una justificación argumental para mostrar y encadenar una serie de asesinatos, tan crueles como gratuitos. La puesta en escena convierte al espectador en un voyeurista o un sádico, o las dos cosas a la vez. Tan sólo se salvan los truculentos pero efectivos efectos de maquillaje del gran Tom Savini, y la frescura de la atractiva Adrienne King como "chica final". La banda sonora tiene partes curiosas, pero a veces parece imitar la música que Bernard Herrmann compuso para "Psicosis" (Psycho, 1960), de Alfred Hitchcock.

"Viernes 13" es un indicio de la degeneración y el embrutecimiento que sufren el "slasher", y el cine de terror en general, en los años 80, cuando la imaginación y la creatividad son sustituidas por la fórmula y la convención, encaminadas sobre todo a la búsqueda del éxito en la taquilla.