Nos encontramos en 1996, en un Los Ángeles caótico al borde del apocalipsis. Donde los vuelos comerciales ya no aterrizan y la vista aérea parece un campo de batalla. Seguimos al policía John Spartan (interpretado por Sly) a una misión en la que intenta capturar a su némesis, el criminal Simon Phoenix (interpretado por Snipes). Pero algo va mal y Spartan se ve implicado en la muerte de 40 rehenes. La justicia condena a ambos a la crio-prisión, que consiste en que los criminales cumplan su sentencia congelados. 36 años después se volverán a enfrentar en una sociedad completamente diferente.

Buena cinta de ciencia ficción/acción de atractivo estilo visual, con un poco de humor y un argumento original. Una distopía inspirada en la novela "Un Mundo Feliz" en la cual nos presentan una sociedad futurista dócil y sin necesidad de confrontación, que vive en paz, donde los policías son diplomáticos y poco agresivos porque la delincuencia es casi nula. En palabras de Simon “El mundo se ha vuelto un lugar de llorones, manejado por un montón de mariquitas con túnica”. Hasta que alguien pide un poco de acción…

Y por fin, podíamos ver a Stallone con un antagonista a su altura (obviando la saga de Rocky) … Hablo de Wesley Snipes, quien construye su villano de forma desenfadada y punk, pero con un temple de autoconfianza. Destila carácter y determinación el tiempo que aparece en pantalla. Por su parte Stallone maneja su papel con la presencia y el porte conocidos por todos, pero de manera más comedida con respecto a lo histriónico del villano. Aporta humor en su interacción con ese futuro tan particular, sintiéndose siempre como sapo de otro pozo. Sandra bullock le da replica con esa inocente y juvenil lenina huxley y su fascinación por la cultura siglo XX.
El duelo entre Stallone y Snipes es atractivo de principio a fin, peleando por ver quien suelta más latiguillos cancheros a lo largo de la película.

-Computadora: Código de retina aceptado. Alcaide William Smithers. Sea bienvenido.
-Simon phoenix: Si, tú también.

Otro punto a favor es su diseño de producción. Su ambientación es minimalista y dominada por la paleta de grises, dando sensación de insípido, de mundo apagado (Incluso las paredes tienen su sistema anti grafiti). Otra de las cosas que remarcan esta idea es que las personas se visten de manera monocromática, donde predominan diseños inspirados en las culturas orientales. Buen diseño de vehículos y edificios, así como de objetos, los cuales dan juego al guion en su lado humorístico. Como el uso de las tres conchas marinas para limpiarse o la máquina expendedora de multa, por violación al Estatuto de Moralidad Verbal, cuando uno insulta o maldice.

Otros toques de humor son las leyes o costumbres de este futuro, como los éxitos en la radio, que son viejos jingles comerciales o el placer de tipo sexual, que solo se permite mediante el uso de simuladores de sexo ("Vir-Sex"). Y así varias más: son ilegales el alcohol, la cafeína, los deportes de contacto, la carne, el tabaco o los alimentos poco saludables.

Lo que adolece a la cinta es su entramado de rebeldes subterráneos, siendo un relleno necesario de guion sin mucha originalidad. En estos relatos futurista se acostumbra que haya grupo de renegados contrasistema, pero aquí no termina de convencer. Así como el tramo final que se siente un poco atropellado.

Por lo demás es la clásica superproducción de acción de Hollywood, producida por Joel Silver (productor de entre otras de Lethal Weapon (1987), Die Hard (1988) o The Matrix (1999)), que nos brinda un espectáculo visual con buen ritmo, tres protagonistas en sintonía con sus papeles y todo lo que el espectador que guste de este tipo de producciones quiera ver, persecuciones, peleas, explosiones y tiroteos de una buena factura técnica.