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Voto de Sibila de Delfos:
3
Fantástico. Aventuras. Thriller Cumpliendo con su amenaza, Grindelwald escapa de su custodia y ha comenzado a reunir seguidores, la mayoría de los cuales no sospechan sus verdaderas intenciones: alzar a los magos purasangre para reinar sobre todas las criaturas no mágicas. En un esfuerzo por frustrar los planes de Grindelwald, Albus Dumbledore (Jude Law) recluta a su antiguo estudiante Newt Scamander, quien accede a prestar su ayuda, sin conocer los peligros que ... [+]
24 de noviembre de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
JK Rowling es una autora peculiar, sin duda.
Billonaria ya para el resto de su vida (y sus hijos... y los nietos que tenga... y sus bisnietos...), la creadora de Harry Potter es tan merecedora de la adoración perpetua de sus millones de fans por haber creado un universo tan maravilloso como cargante y desesperante con su pretenciosidad. Ella es más lista que nadie y siempre quiere quedar por encima de todo el mundo, y especialmente de sus lectores. ¿Que todo el mundo hace cábalas para saber quién de los tres héroes de la saga morirá? Hala, pues sorpresón en vuestra cara. ¿Que se escoge a una actriz de piel oscura para interpretar a Hermione en el teatro y los fans se enfadan porque jamás se ha dicho en los libros que Hermione sea negra (cosa que sí se hizo con Dean Thomas o Angelina Johnson, por ejemplo)? Pues sale ella a decir que, oye, tampoco dijo nunca que NO fuera negra. Quid de la cuestión: Rowling siempre tiene que tener razón, incluso cuando no la tiene.
¿A qué viene esto? Pues a que, pese a que la primera Animales fantásticos fue un incontestable éxito de taquilla, muchos de los fans de Harry, que son el grueso del público al que se pretende seducir con esta nueva saga, no quedaron muy conformes con su resultado (más que nada porque, siendo sinceros, no era nada del otro jueves). Así, ahora Rowling, que, recordemos, es guionista en solitario de estas películas, se saca de su sombrero de bruja una historia que entronca directamente con el universo de Harry. Esta secuela está plagada de iconos conocidos: Dumbledore, Grindelwald, el castillo de Hogwarts, el apellido Lestrange, etc. De hecho, tan preocupada está la autora por entroncar definitivamente con lo conocido, con lo que los fans adoran y buscan, que los personajes que eran protagonistas en la primera película aquí apenas tienen una presencia testimonial.
Pero no, señores. Ni así.
Los crímenes de Grindelwald es una película desgraciada de principio a fin. Demasiado larga, sólo medianamente entretenida, bonita en lo visual (qué menos), excesivamente enrevesada, con las criaturas que se supone que justifican la franquicia más bien ausentes, con un Eddie Redmayne que sigue bastante perdido y un Johnny Depp delirante entre tanto ojo falso y pelos platino. Pero sobre todo, y aquí viene lo grave, ha querido aprovecharse del excepcional legado de Harry Potter para escupir sobre él, pero sin dejar de auparse sobre sus hombros, ¿eh? No vaya a ser que algún milloncejo de dólares se pierda por el camino. Vamos, la sinvergonzonería más absoluta. Y sí, me refiero a esa revelación final de la que todo el mundo habla y que ha cabreado a los fans de siempre, con toda razón, por cierto. Que sí, que al final Rowling le encontrará una explicación que meternos a la fuerza por la garganta, o no será lo que parece, pero son ganas de rizar el rizo.
Rowling, querida: yo te quiero, de verdad, y amo con pasión el mundo que has creado, y en especial esas siete novelas maestras que dieron esas siete experiencias cinematográficas, y amo Quidditch a través de los tiempos y el Animales original. Pero esto no es, y creo que lo sabes.

Lo mejor: Jude Law en la piel de Dumbledore, que al menos aporta algo de elegancia y dignidad a un personaje que siempre fue el epítome de precisamente eso, elegancia y dignidad.
Lo peor: Escupe y pisotea sin pudor el legado de la propia autora que perpetra esto.
Sibila de Delfos
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