El cine de Shyamalan, guste o no, tiene un estilo propio innegable. En un análisis superficial podemos darnos cuenta de que el realizador indio siempre presenta a familias con algún tipo de drama pasado que se enfrentan a fuerzas desconocidas, ya sean muertos, extraños seres sin identificar o, para el caso, extraterrestres. En Señales, no sólo recupera el equilibrio entre ambas vertientes (el drama familiar y la cinta de suspense o incluso de terror), perdido en El protegido, sino que anuncia ya una perfección absoluta que se daría en El bosque, horrenda traducción para una excepcional película.
Aquí, Shyamalan demuestra una vez más que es un maestro como realizador (ver la atmósfera que le da a la película, haciendo de la propia granja un elemento tanto o más amenazador que los alienígenas; el juego con la luz y el sonido) y además nos regala un buen puñado de escenas maravillosas, como la de la cena familiar (extraordinario Mel Gibson) y, por supuesto, toda la secuencia del sótano. El problema es que el ritmo le falla demasiadas veces, pese a que la película es muy corta, y que la emotividad no siempre está bien conseguida, en parte debido a un Mel Gibson muy irregular que da una de cal (la escena antes citada) y otra de arena (ver su encuentro con el personaje interpretado por el propio Shyamalan).
Pero pese a estos pequeños inconvenientes, Señales es una película muy recomendable, y más emocionante y emotiva que el mejor de los dramas. Alfin y al cabo, ella también lo es.

Lo mejor: Shyamalan en su faceta de director, sin olvidarme de la maravillosa presencia de ls niños Rory Culkin y Abigail Breslin (la niña apuntaba maneras).
Lo peor: Es demasiado irregular en el ritmo, y el pegote final (que no desvelaré) es eso, un pegote.