El principal interés de Prometheus era ver cómo Ridley Scott volvía a desenvolverse en la ciencia-ficción treinta años después de filmar Alien y Blade Runner, dos hitos indiscutibles del género. Personalmente, también tenía ganas de comprobar si Scott era capaz de dejar de usar el piloto automático de sus últimas superproducciones. Felizmente, su talento no se ha anquilosado y, aunque Prometheus no es Alien, a mí me ha gustado.
Prometheus es una especie de precuela de Alien, con múltiples lazos de unión con la historia de la teniente Ripley. Scott recupera el género, pero no recupera del todo la atmósfera de Alien, ese ambiente claustrofóbico, esa sensación de amenaza constante. El guionista Lindelof, viniendo como viene de la serie Perdidos, demuestra su habilidad para enlazar historias, y si uno recuerda bien Alien, comprobará que ambas están perfectamente casadas. Prometheus es plenamente coherente con Alien, a falta de la segunda parte prometida para 2015.
En el apartado técnico, sobresaliente. Hay momentos hermosísimos, incluso. Una película de Ridley Scott nunca falla en este sentido. Tal vez en lo que pinche sea en el reparto actoral, donde las chicas (Noomi Rapace y Charlize Theron) no parecen esforzarse mucho. Fassbender, en cambio, demuestra su versatilidad y su magnetismo en un papel crucial.
Me gustó Prometheus. No soy un fanático de la ciencia-ficción, pero Prometheus, por momentos, me devolvió al Ridley Scott de Alien y Blade Runner. Ojalá la segunda parte esté a la altura.