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Voto de Chris Jiménez:
7
Drama. Romance Tres historias de amor y dolor: Sawako y Matsumoto eran una pareja feliz, pero las presiones de sus entrometidos padres les obligarán a tomar una decisión vital. Hiro es un anciano jefe de la yakuza (mafia japonesa). Treinta años antes, cuando era un pobre trabajador de una fábrica, abandonó a su amada novia para cumplir sus sueños de prosperidad. Ahora vuelve al parque donde ambos se encontraban. Haruna se pasa parte del tiempo mirando ... [+]
9 de febrero de 2017
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Nuestras almas se hallan indisociablemente unidas por finos hilos rojos de cuya existencia ni siquiera somos conscientes, y que son capaces de trascender los límites del espacio y el tiempo.
Es un teatro de marionetas movidas por manos ajenas. En nuestro caso, las manos del destino continúan en movimiento...

Cuesta creer que Takeshi Kitano verse sobre estas profundas cuestiones tras haber desafiado a su público con una de sus obras más directas y violentas, y además realizada, por primera vez, en el extranjero ("Brother"), pero, en sus propias palabras, nunca sabe lo que va a hacer a continuación. "Dolls" se compone de sentimientos y sensaciones unidos a intensos recuerdos, y su idea fue expresarlos de la manera menos realista y más teatral posible, liberada de todo atisbo de violencia; el inicio, muy acertado, es el de la grabación en el Teatro Nacional de Tokyo de un espectáculo bunraku basado en una de las muchas obras de Monzaemon Chikamatsu.
Los hidari-zakai y ashi-zakai mueven sus manos y los muñecos se expresan por la voz del gidayu de una forma melancólica y rítmica; se vaticinan hechos trágicos donde el destino va a ejercer de maestro de ceremonias de las vidas de diversos individuos y sus experiencias amorosas. La primera comienza en el mundo real para ir deslizándose a imaginarios de registros sensibles propios del teatro, cuando Matsumoto huye a su reencuentro con Sawako, a quien había abandonado para casarse con la hija de su jefe, dejando a ésta plantada en el altar, y sólo para hallarla trastornada tras un fallido intento de suicidio.

Inspirado por la pareja deambulante unida por una cuerda a la cintura que en su niñez presenció en las calles de Asakusa, Kitano recupera al matrimonio en fuga de "Hana-bi", para ir adquiriendo poco a poco los trazos de un arquetipo de Chikamatsu: los vagabundos atados; Hidetoshi Nishijima y una Miho Kanno galardonada por su actuación encarnan a estos condenados cuyo pasado queda paulatinamente atrás con cada paso que dan hacia ninguna parte y que pareciera despertar las conciencias, como se abren los petalos de las preciosas flores que adornan cada encuadre, de otros seres humanos heridos por una suerte similar.
Éstos entran en el argumento como siempre entraron los personajes del director: por casualidad, de manera natural...es decir, rompiendo el rigor narrativo. Se abren así otras historias, pero jamás abandonaremos a Matsumoto y Sawako, que andan sumidos en su peregrinaje simbólico arrastrándose a lo largo del espacio menos por voluntad propia que por la corriente arbitraria del destino, mientras se adivina un mundo real despiadado y cruel con respecto al dolor ajeno. El gran problema del guión es que las dos tramas que complementan a la principal nunca estarán desarrolladas del todo, ni tampoco sus protagonistas.

Ellos, un yakuza en sus años de otoño (Hiro) y un empleado de obra (Nukui) también son versiones de otras figuras del romance "chikamatsiano": el primero se correspondería con la del guerrero arrepentido, que retorna a los rincones de su pasado para encontrarse con la mujer que allí dejó; Kitano se trae a sus yakuzas pero no se preocupa de luchas fraternales u otros conflictos y escudriña directamente en la herida abierta que provocó este jefe, ya anciano. En el banco donde cada domingo se sentaba junto a su amada sigue esperando ella su vuelta con un bento de más en las manos.
Uno podría pensar que se continuará con este segundo cuento, y entonces, si bien más tarde descubriremos que todos los personajes están unidos de alguna manera u otra, de la nada aparece la tragedia personal de Nukui, cuya figura del romance podría ser la del sirviente fiel. La princesa por la que dar la vida es ahora una ídolo del "pop" en su mejor momento, a quien presta su bello rostro y dulce voz Kyoko Fukada, casi interpretándose a sí misma; es un accidente de coche lo que acaba con su carrera y con la vista del seguidor fanático en un efecto colateral, tratándose también la condición de marionetas de los artistas populares.

El nipón, ayudado por la conmovedora música de Hisaishi en su última colaboración, nunca se prestó tanto a la sensibilidad visual, rozando lo abstracto y lo absurdo y desafiando los límites de la lógica del mundo real donde tiene lugar. Predominan las simbologías propias del bunraku y el kabuki y los colores vivos, en especial el rojo, expresado en múltiples facetas: como alegoría del amor eterno (la cuerda que une a Matsumoto y Sawako), el olvidado (el vestido de Ryoko) o el trágico (las flores del jardín frente a Nukui y Haruna). Es también el color de la muerte, y aunque aquí la violencia siempre suceda fuera de plano su impacto es mayor pues las víctimas la sufren en un instante de redención o felicidad.
Poco a poco el film prosigue su cada vez mayor desconexión con la realidad como los amantes vagabundos en la búsqueda inconsciente de su vida anterior para sumirse en universos oníricos de sensualidad etérea, inquietante amenaza, presagios de dolor y fatalidad, imaginario teatral; Kitano trasciende la inmensidad de la abstracción a partir de las formas de lo tangible con una perfección visual y estética que hipnotiza y fascina (como Chikamatsu predicaba: "El arte es algo que se halla entre la piel y la carne, la fantasía y la no fantasía")...pero ciertos errores son un escollo para disfrutar de 'Dolls" en su plenitud.

Decisiones erróneas como prestarse al caos argumental, a las inesperadas idas y venidas en el tiempo o la presencia de sueños y dejar sin terminar el díptico del yakuza y la "idol", siendo la primera historia la más interesante y en la que menos se profundiza.
La sensación final es de vacío absoluto, puro dolor que cae en una indiferencia sin sentido, como los amantes caen por el precipicio bañado por las luces de la mañana. Las marionetas, ya sin manos alrededor, observan expectantes la reacción del público. Y Kitano logró la aclamación en el Festival de Venecia pero fracasó en taquilla...
Chris Jiménez
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