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Voto de Chris Jiménez:
7
Ciencia ficción. Fantástico. Acción. Thriller Thomas Anderson es un brillante programador de una respetable compañía de software. Pero fuera del trabajo es Neo, un hacker que un día recibe una misteriosa visita... (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2020
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El mundo que nos rodea, el universo conocido, está compuesto de dos realidades: el hardware y el software, dos realidades que sujetan al ser humano en un estado de retroalimentación impuesta.
¿Y qué es el ser humano? Bits de una secuencia de celdas de almacenamiento cuyos datos son necesarios para la información que ha de manejar el computador.

Los registros son nuestras existencias y memoria, el bus de datos el escenario que se dibuja ante nosotros, los dispositivos E/S nos permiten obtener información del mundo exterior que somos incapaces de percibir a simple vista (¿sueños, ilusiones, percepciones extrasensoriales?); todo ello formando parte de un enorme CPU. ¿Quién lo maneja? Un dios de la informática, quizás. Hay, desde luego, una gran cultura, o subcultura, que conecta la incertidumbre, el misterio de la existencia humana, con la realidad obtenida de la fuente tecnológica, una realidad engañosa, manipuladora, que crea una conciencia propia y la desbarata.
Una realidad alternativa unida a la nuestra susceptible de ser invadida y a la que siempre hemos deseado acceder para comprobar lo real que es el mundo real que nos rodea. Este ciber-espacio trascendental y el poderío de lo electrónico y lo mecánico sobre lo humano ha sido observado de cerca por excepcionales autores que cambiaron las reglas de la ciencia-ficción, como Harlan Ellison, Philip K. Dick y en especial William Gibson, quien llevó la percepción y el universo creado por la Inteligencia Artificial a su máxima expresión (esto quedaría reflejado en su Trilogía Sprawl, iniciada por la mítica "Neuromancer").

El "cyberpunk", en efecto, estaba cambiando, y las fábulas de grandes robots y apocalipsis industrial eran tomadas por la cultura de las computadoras, el ciber-espacio, la red, cuando internet tal y como lo concebimos hoy no era más que un sueño, una tendencia que se incrementó con el paso de los años pero que precisaba de un impulso para ser aceptada por las masas; Larry y Andy Wachowski conseguirían esto gracias a la película que revolucionaría el cine de acción y efectos visuales de un siglo XX a las puertas de su despedida. Tras dirigir el notable "thriller" de aires "neo-noir" "Lazos Ardientes", con la mera intención de demostrar sus capacidades, los hermanos iban a sumergirse por fin en el proyecto de sus vidas.
Joel Silver confió a ciegas en ellos y puso toda la carne en el asador, pues si "Neuromancer" fue el pilar de la "cyberpunk" tecnológica literaria de los '80, "Matrix" (término directamente extraído de la obra de Gibson) lo sería de la "cyberpunk" informática cinematográfica del nuevo siglo (y eso que el género ya se proveía de interesantes títulos). Una serie de códigos que fluyen por la pantalla nos introduce directamente en un universo oscuro, dinámico y de tintes verdosos que remite a las primeras computadoras monocromáticas mientras el frenesí por la cacería de una extraña fugitiva consigue enganchar desde el primer momento.

Tras esta poderosa presentación donde aún no sabemos quienes son los héroes o los villanos pasamos a conocer al verdadero protagonista, Thomas, un programador informático de una gran compañía cuyo nombre clave en la red es, casualmente, "Neo" ("one", o el único, el elegido), trasunto algo más recatado del Dorsett de la novela de Gibson y quien se siente perseguido por una presencia desconocida llamada "Matrix"; en seguida se establecen los puntos de una historia que toma de base tres conceptos básicos: el mundo real es la simple proyección especular de una inteligencia superior, el ser humano es esclavo de la máquina y la existencia de un salvador capaz de liberar a la raza humana.
El film se divide en dos partes bien diferenciadas, y la primera es la que pone sobre el tapete estas interesantes ideas, las de una falsa realidad creada por un ente maléfico y que habitamos como marionetas, aceptando y rindiéndonos a sus pliegues perfectamente modelados, realidad en absoluto distinta a la de la caverna de Platón, de la que es preciso salir para hallar la única verdad, y para llevar a cabo ese objetivo se necesita a un mesías que guíe a los demás hacia la libertad; ese, claro, es "Neo", una suerte de Alicia en el país de las pesadillas informáticas que despierta en el interior de un entorno ficticio de cifras, códigos y límites dominados por la tecnología.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Si bien a efectos técnicos (montaje, fotografía, diseño artístico, efectos visuales, etc.) la película es indudablemente espectacular, no llega al mismo nivel la capacidad interpretativa de un reparto cuando menos irregular, empezando por el soso Keanu Reeves hasta los nada creíbles e irritantes Laurence Fishburne, Anthony R. Parker, Joe Pantoliano, Robert Taylor y Belinda McClory; sólo la guapa y misteriosa Carrie-Ann Moss, Gloria Foster y Hugo Weaving resultan realmente interesantes entre todos los personaje tópicos y de relleno que se aglomeran en esta obra con la que Joel Silver no pudo quedar más satisfecho.
Y es que, con no pocas veladas alusiones a "El Mago de Oz" y "Alicia en el País de las Maravillas", "Matrix" se reveló como el superlativo epítome de la ciencia-ficción "cyberpunk" y el cine de acción de alta tecnología que desde mediados de los '90 dominaba la taquilla hollywoodiense, demostrándose el éxito de los Wachowski al superar su hazaña futurista casi el triple del presupuesto invertido (unos 60 millones de dólares), sólo en las salas de EE.UU., y erigiéndose como toda una innovación dentro del género, imitada y parodiada hasta la saciedad.

Tampoco habría de llegarse a estos extremos de alabanza teniendo en cuenta qué hicieron en realidad los creadores de "Matrix", y cómo lo hicieron; lo importante es que arrasaron allá por donde pasaron, influyendo a toda una corriente posterior de cineastas y autores y dando pie a una lucrativa saga...
de la que es mejor no acordarse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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