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Voto de Chris Jiménez:
6
Thriller. Intriga Earl Brooks (Kevin Costner), un brillante hombre de negocios que lleva una vida aparentemente tranquila, es en realidad un asesino en serie. Brooks se esfuerza por reprimir sus instintos homicidas, pero su alter ego (William Hurt) se lo impide. Una dura y tenaz detective (Demi Moore) capta la atención del misterioso asesino al que persigue. (FILMAFFINITY)
2 de agosto de 2017
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Las manos de alguien inocente durante toda su vida de repente quedan manchadas; luego se descubre que jamás fue inocente.
Todos podríamos experimentar algo así. Un extraño impulso que nos hace desear mancharnos de sangre...

Pero ese impulso choca a su término con la consciencia del acto cometido, cuando esa parte que aún, por débil que sea, permanece en la luz y emerge de las tinieblas de nuestro interior; el resultado es sufrir una desolación y soledad desgarradoras. Tales sentimientos están perfectamente reflejados por Kevin Costner en su inusual encarnación del asesino perfecto, retorcido en el dolor de su propia adicción; la sutileza de sus estremecimientos nos brinda una de sus mejores actuaciones, que es algo que parecía un tanto perdido desde su entrada en el nuevo siglo (contribuyendo a ello títulos como "The Guardian" y la tan olvidable "Dicen por Ahí...").
Encara un desafío en la sorprendente historia de Ray Gideon y el guionista y productor Bruce Evans, en su (tan solo) segundo trabajo ejerciendo de cineasta (desde hacía quince años). Su Earl Brooks es presentado ya a partir de su mundo de tinieblas, las mismas que invaden su apacible existencia de empresario exitoso y respetado, todo un héroe de la comunidad, el lado que el público desea ver interpretar a Costner, más aún al ser un padre de familia atento y dedicado, de ahí que la sensación para el espectador sea la de la pura incomodidad.

Como muchos otros personajes similares de doble vida, la luz y la oscuridad de Brooks es lo que arroja compasión y lástima, además de un don especial para lograr nuestra simpatía; ¿qué nos sucede si se supone que es un homicida serial con gran talento y frialdad para cometer crímenes sin dejar huella? Sencillamente que él no es, por así decirlo, el verdadero autor; en todas las secuencias que ocupa el de California, se agazapa tras su espalda un William Hurt brillante cuyo impacto generado en cada una de sus apariciones se basa en la elegancia aterradora que desprende su "Marshall", conciencia maldita y diabólica de Brooks, la que guía su anhelo autodestructivo.
Viajando a las raíces del asesino psicópata cinematográfico, esta tenebrosa dualidad podría imaginarse a la fallecida madre de Norman Bates susurrándole al oído e incitándole a matar; algo de esencia "hitchcockiana" planea sobre este oscuro relato de perfecta fotografía a cargo de John Lindley, si bien los inusuales juegos narrativos y esa atmósfera preñada de cinismo y locura, sostenida con una malévola sonrisa, encajarían bien bajo el manejo de Polanski, Cronenberg o Friedkin. Es lo que mejor distingue al mundo creado por Evans y Gideon: el estar habitado por individuos amorales hasta la médula, todos alrededor de Brooks.

Este Costner poco tiene que ver con su chiflado unidireccional Murphy de "Los Reyes del Crimen", es más bien un modelo a seguir, y por ambas caras de la sociedad, la normal y la monstruosa; la segunda se abalanza sobre él desde los lugares más insospechados, y aquí es donde entra la extraña dinámica del guión, que abre dos subtramas sobre seres ambiguos y rodeados de la misma oscuridad: en una un tipo "obliga" a Brooks a iniciarle en su recién descubierta adicción al homicidio (irritante e histriónico Dane Cook); en la otra su hija (insípida Danielle Panabaker), regresa de la universidad con una historia quizás inventada.
Historia que oculta algo tan terrible como una posible "herencia asesina", pero esto jamás (a pesar de un doble giro de guión engañoso que termina siendo una tomadura de pelo porque se efectúa en el orden equivocado...) se muestra ante el espectador, todo un retorcido acierto. Y mientras la realidad asfixia cada vez más al protagonista hasta ponerlo en el límite de su propia psicosis, algo se remueve a sus espaldas, y no es ese "Marshall" en rebelión, que incluso en cierto instante se presenta como la cara "luminosa" del personaje (la luz incide en él de cierta forma inspiradora mientras Brooks se oculta en la sombra, cavilando sobre el futuro de su heredera).

Ni mucho menos. Es Demi Moore, quien se supone que actúa aquí; esta señora que un servidor sólo recuerda de indecentes descalabros, se exhibe iracunda, malhumorada en todo momento, como una invencible superpolicía de serie de televisión, en lejana cacería de Costner. Pero, claro, no es Harry Callahan, aunque se lo crea, por eso Evans (explíqueme la razón) le regala otra subtrama (y van ya...) para protagonizar a su aire...algo de sobremesa de multicine relacionado con un divorcio que nada me importa (desde que tengo el DVD, sus escenas no existen para mí, pues siempre pasan a velocidad rápida).
Su presencia es tanto más detestable cuanto que viene a figurar la rectitud y la justicia en una historia plagada de difusos y moralmente corruptos personajes, descuadrando el tono y el ambiente minuciosamente modelados. Y si el director deseaba tanto introducir a una fémina fuerte y decidida tras la pista del asesino, ¿por qué no elegir a alguien más apropiado...como Jennifer J. Leigh, Gina Gershon, Jeanne Tripplehorn o Elisabeth Shue? Cualquiera antes que a Moore y sus imposibles expresiones faciales o sus andares y gestos de chavala pasota del barrio; si la trama se desviara menos de Brooks (de hecho ya lo hace suficiente) y no se centrase tanto en ella, recuperaría toda la credibilidad perdida debido a esa manía...

Pero no es así y hemos de tragarnos sus inútiles incursiones, que en realidad pertenecen a una película distinta donde ella es la estrella. No, no lo es, lo es la dupla Costner/Hurt, cuya excelente química y descripción logra configurar uno de los retratos más melancólicos y siniestros de asesinos seriales del cine (norteamericano).
Es decir mucho pero es cierto. Ello garantizó buenas críticas y una taquilla más que provechosa, sin embargo no se llevó a cabo el proyecto de trilogía planeado por Evans, quien hasta el día de hoy no ha vuelto a sentarse en la silla de director...
Chris Jiménez
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