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Voto de Chris Jiménez:
7
Ciencia ficción. Intriga. Thriller En el año 2022, la población de Nueva York, unos cuarenta millones de habitantes, vive en condiciones miserables. La humanidad ha contaminado y calentado el planeta hasta el punto de que las plantas y los animales prácticamente han desaparecido, y el único sustento disponible es un alimento sintético a base de pláncton, el 'soylent green'. Un día, un caso de asesinato lleva al duro policía Thorn y a su viejo amigo Roth hasta la empresa que lo fabrica. (FILMAFFINITY) [+]
27 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El detective Thorn deja las verduras en la mesa y después un filete de buey; en ese instante su compañero de piso, el anciano Sol, rompe a llorar.
Esta secuencia produce una desolación desgarradora no sólo gracias a la maestría interpretativa de G. Robinson, sino porque nos hace pensar en si algún día nosotros tuviésemos que experimentar esa misma situación...

¿Qué situación? Gimotear ante un maldito pedazo de carne convertido en símbolo de la nostalgia de un mundo anterior mucho mejor al actual, donde quizás ya no existan recursos tal y como los conocemos; y tanto más desgarradora resulta cuanto que la historia se ubica en una época que cada vez queda menos lejana. Año 2.022 y el planeta se devora a sí mismo, la superpoblación ha hecho de las ciudades cárceles-vertedero donde miles de personas se hacinan en rincones mohosos y la contaminación ha dejado un aire verdoso irrespirable mientras el dominio social pertenece a las corporativas alimenticias...
No es, aun así, el momento en que se sitúa "Make Room!, Make Room!", escrita a mitad de los '60 por el genio de la ciencia-ficción y fantasía Henry Dempsey (o Harry Harrison), quien podría ser recordado sólo por su memorable trilogía "Deathworld"; su libro sucede en 1.999, pero casi todo en él cambiará cuando los derechos pasen a MGM y los productores decidan enfocarlo desde otro punto de vista sin perder el concepto base. Rebautizado como "Soylent Green", esta modesta producción a cargo del incombustible artesano Richard Fleischer llega en plena proliferación del subgénero de la distopía y la recreación de futuros post-apocalípticos donde de la Humanidad sólo quedan cenizas y cadáveres.

Los primeros minutos con los que abre el film dejan un poso de amargura que tarda en irse, mostrándonos los efectos de la industrialización y el progreso en el cual decidió emplear el ser humano sus esfuerzos...hasta hacer del Mundo un lugar de máquinas y humo, muerte de los animales y las plantas, y despersonalización y canibalismo del propio ser humano. De temática similar a "Contaminación", se recupera a Charlton Heston de sus papeles previos en "El Último Hombre...Vivo" o "El Planeta de los Simios", dando vida al detective que ya protagonizaba la novela (ahora como Thorn en lugar de Rusch).
Stanley Greenberg, por el contrario, le sumerge en una trama que se desvía a su propio terreno lejos del texto original; en aquél teníamos la presencia de Roth y Shirl, pero también otros secundarios con sus propias historias. El américo-taiwanés Billy no existe aquí, en cambio entra el empresario Simonson y su misteriosa muerte como piezas fundamentales del juego; la razón es el producto inventado que da título al film y se refiere a un único recurso alimenticio para la población (la pobre, pues los adinerados disfrutan de refugios lujosos, mujeres-objeto y alimentos que son como piezas de coleccionista en esa tierra de miseria y locura de autoconsumo y capitalismo).

Y puesto que la conspiración de asesinato que ha de resolver Thorn, al ser una total fantasía del guión y quedar como un pastiche con todos los "tics" del policíaco de los '70 (agente cínico y violento, villanos desfigurados, estética de la década, totalmente desfasada si están en 2.022), además mal desarrollado y contado, abundante de pistas y enigmas pero no de auténticas vías de resolución, el mayor atractivo y logro de "Soylent Green" es el modo en que Fleischer y su equipo emplean bien el presupuesto y los estudios de MGM para recrear el futuro que imaginó Dempsey.
El director artístico Ed Carfagno nos arrastra a esta sociedad mugrienta de ambiente enrarecido, rica en detalles, y el operador Richard Kline trata los colores de un modo especial, tanto en los interiores como en los exteriores, destacando éstos últimos escenarios, caracterizados por su bullicio asfixiante, calor intenso y hedor putrefacto, a menudo cubriendo la pantalla de una neblina fosforescente simulando el efecto de la contaminación, y Fleischer añadiendo violencia áspera y una visión autodestructiva del hombre (derivando en un acertado presagio histórico teniendo en cuenta que cuando se filma la película aún no se ha producido el embargo de petróleo a EE.UU., lo cual conducirá a una terrible crisis mundial...).

G. Robinson, de 79 años en el último papel de su carrera y prácticamente sordo, regala algunos de los mejores momentos para la Historia del cine (al menos de la ciencia-ficción) antes de morir por el cáncer de vejiga que ya le habían diagnosticado; su Sol, en contrapunto a la rudeza de Thorn, representa el pasado en su más melancólica forma, el sabio y tierno recuerdo de que hubo una era mejor para el Planeta y sus habitantes, instante que le aplasta a uno las emociones cuando se opta por una muerte digna recordando dicho planeta en lugar de permanecer entre las ruinas de su apocalíptico estado actual.
Posiblemente la mejor secuencia que haya filmado Fleischer en toda su carrera, de hipnótica puesta en escena y entre piezas de Beethoven, Grieg y Tchaikovsky, sería, a modo de otro presagio, la última que el anciano actor rodó; sabiendo esto las lágrimas de Heston adquieren un efecto más significativo. Él, por su parte, se disfraza de George Taylor para convertirse, a su pesar, en el descubridor y revelador de un secreto que ha hecho a la Humanidad hundirse en el caos, pero aunque el apocalipsis esté más acentuado en la aventura de J. Schaffner, la dirección que conduce hacia él en esta ocasión se perfila igualmente inevitable (en Zona Spoiler).

Ofende su mal estructurado argumento y algunos personajes terriblemente huecos, de ahí que no entusiasmara a la crítica, pero la verdad es que veces el futuro se retrató en el cine de una manera tan grotesca, brutal, auténtica y, lo más importante, creíble.
Aunque siempre me quedará la duda sobre lo diferente que hubiese sido en manos de otros artífices más finos y cuidadosos (digamos un Stanley Kubrick, un John Frankenheimer, un Robert Wise o un Stanley Kramer...).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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