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Voto de Chris Jiménez:
7
Acción. Aventuras. Drama Japón Feudal. El ascenso al poder del joven y sanguinario Lord Naritsugu supone una seria amenaza para la paz. Naritsugu está por encima de la ley y asesina y viola a su antojo. Afligido por esta cruel y despiadada violencia, el oficial Sir Doi llega a un acuerdo con el samurái Shinzaemon Shimada para que le ayude a acabar con el tirano. El samurái, tras reunir a un selecto grupo de guerreros, entre los que están su sobrino y su fiel ... [+]
4 de julio de 2018
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Un samurái noble se atraviesa el estómago frente a la puerta Babasaki del castillo de Edo. Un gesto desesperado por detener la crueldad de su señor.
Y los únicos capacitados para finalizar esta tarea son trece samuráis sin señor dispuestos a cortar de raíz las injusticias del Gobierno...de nuevo.

La era dorada de los "chambara" fueron los '60 sin discusión alguna, todos ellos alimentados por la reversión de la mitología del samurái que había impuesto Kurosawa a través de su "Yojimbo"; es imposible contar todos los guerreros nacidos de su costilla, pero cabe destacar la aparición de los "Trece Asesinos" de Eiichi Kudo, quien decidió desmitificar sus propias raíces familares samuráis en ése, su trabajo más importante, con el cual despuntó en Toei. Directa, áspera y atroz, una obra hija de su tiempo que de recuperarse para los tiempos actuales seguramente sería traicionando su espíritu...
Muchos lo pensarían, pero nada más lejos de la realidad. Y es que si algo tuvo en mente el controvertido y prolífico Takashi Miike era respetar su esencia clásica y la figura del director, así que éste, después de demostrar su valía en el cine de altos presupuestos y abundantes efectos especiales (al que por desgracia se ha acostumbrado demasiado...) gracias a títulos tan dispares como "Yatterman", "God's Puzzle" o el díptico de "Crows Zero", vuelve al terreno del "jidai-geki" en una carísima coproducción que nos sitúa de nuevo en esa era Koka bajo mandato de dos emperadores e iniciando su historia con el suicidio ritual del jefe de la familia Mamiya.

El natural de Osaka, nacido en el seno de una humilde familia de inmigrantes coreanos, capta a la perfección la corrosiva denuncia contra la corrupción de los gobiernos que planteaba Kudo y su desprecio absoluto hacia las castas samuráis, sirviéndole de expiación hacia la suya propia. Miike nos pone en el epicentro de los hechos con un pulso técnico sobrio y preciso sin recogerse del todo en las florituras estéticas propias de estos tiempos, si bien cada encuadre que nos brinda es una delicia en términos de fotografía, sonido y diseño artístico; tampoco se desvía un ápice de la intriga que planteaban Kudo y el guionista Kaneo Ikegami en la original.
Se esfuerza al máximo para esbozar a un dirigente repulsivo, caprichoso y psicótico como ese Naritsugu Matsudaira cuya presencia inquietante sofoca el oxígeno cada vez que aparece en pantalla, figura histórica no muy alejada de la ficción que ya imaginó la original de 1.963, y crea unos protagonistas con los que el público pueda conectar fácilmente y sentir admiración. Un imponente Koji Yakusho reemplaza a Chiezo Kataoka en la piel del inspector Shinzaemon, y el habitual del cineasta, Daisuke Tengan, le confiere un carácter y espíritu aún más romantizado y heróico.

Pues recordemos que, pese a la máxima de Kudo de condenar la injusticia del shogun hacia el pueblo, era por mandato del Gobierno y no por petición de campensinos (al revés de "Los Siete Samuráis") lo que llevaba a Shinzaemon a crear ese grupo de ronin pobres o deambulantes para luchar secretamente contra Matsudaira y sus tropas; y aquí se resalta mucho más la defensa de los desfavorecidos y débiles, algo que nos deja claro la perturbadora secuencia donde esa joven sin piernas ni brazos (el estilo "miikiano" siempre emerge) sirve al protagonista de incentivo.
La obra, también como la original, se divide en tres partes: las dos primeras corresponden al suspense político, la llegada de los protagonistas y la preparación del asalto a las tropas del shogun, todo ello dirigido con sobriedad pero a través de una narrativa absorbente y un trato de personajes realista y crudo, muy alejado de incómodos estereotipos modernos. Vuelven a sobresalir los de Shinrokuro y Koyata, símbolos de libertad individual y anarquía espiritual alejados de la tradición samurái, pero trastocados ligeramente: mientras el primero es ahora un sucio aficionado al juego y las mujeres, el segundo aparece convertido en un cazador de los bosques con más de un misterio tras su aparentemente corriente figura.

La tensión narrativa va creciendo con la llegada de Matsudaira a Edo y el enfrentamiento personal entre Shinzaemon y Hanbei, y, en buen homenaje a Kudo, se detona toda esta sucesión de intrigas y deseos de muerte en un clímax extendido a más de tres cuartos de hora; el cineasta, en lugar de dejarse llevar por el exceso de efectos digitales y las típicas maniobras del cine de acción actual (uso tedioso del "slow motion" o las muertes grandiosas con música épica de fondo), hace lo mismo que su antecesor: desatar el caos con una cuidada precisión sobre la técnica, el movimiento y la naturaleza del espacio, metiéndonos de cabeza en lo que debe ser una batalla samurái creíble a la par que espectacular.
Esto es: carne cortada o apaleada, flechas surcando el cielo, espadas silbando y cernenando miembros, sangre y barro unidos en una sinfonía de muerte desgarradora; sí, claro, Miike maneja con sabiduría el ritmo para darnos un entretenimiento de acción absolutamente vibrante que nada tiene que envidiar al cine norteamericano, pero cada asesinato de uno de los protagonistas significa una amarga pérdida, y logra afectar al espectador en lo más profundo, así como los esperados cara a cara finales entre Shinzaemon, Hanbei y Matsudaira, donde más intensas se vuelven las interpretaciones de Yakusho, Masachika Ichimura y Goro Inagaki.

Los tres encabezando un reparto igual de solvente donde sobre todo destacan los jóvenes Takayuki Yamada y Yusuke Iseya. Al final, todo suena a visto y oído, pero la experiencia visual y sonora que es "Trece Asesinos" resulta del todo satisfactoria para quienes aprecian el auténtico y visceral cine de aventuras.
Tanto que triunfaría en todo el Mundo y daría pie a que el director recuperase otro clásico del "jidai-geki": "Hara-kiri". Kudo estaría orgulloso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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