De verdad que si fuese el trabajo de un director novel lo aplaudiría y me entusiasmaría pensar en lo que podrá hacer después, cuando posea las tablas necesarias para pinchar y cortar y poner firmes a guionistas, y no tener que acatar a rajatabla los designios de cegatos productores. O si se tratase de un nuevo título no basado en Alien, vendido con la sinceridad de un blockbuster palomitero y veraniego a lo Michael Bay y no como el renacimiento de la Ci-Fi que todos esperábamos, quizá tampoco le exigiría tanto. De ser así probablemente me hubiese gustado pues no me detendría a examinarla tan profundamente, pero es que esta franquicia forma parte de mi ADN, y de muchos otros de mi generación, y (jovencitos) tenéis que comprender que indague más a conciencia con esta cinta que con otras de los tiempos actuales. Alguien de la talla de Ridley Scott, un referente en el cine y sobre todo en la ciencia ficción y con la experiencia que le otorga esa dilatada carrera plagada de éxitos no puede pasar por alto tantas incongruencias de guión ni pachochadas de los personajes. No podemos echarle la culpa al guionista, en este caso no, Ridley es el productor y responsable todopoderoso de este proyecto. Si no hablásemos de Alien el 8º Pasajero, una obra maestra a la vez de la Ci-Fi y del terror, o si no fuese una película que me marcó desde que la vi siendo un chaval y la he vuelto a ver y admirar unas 200 veces, no le daría tantas vueltas. Pero después de más de 30 años de larga espera que Ridley me presente un producto a medias de cocer creo que no me lo merezco, no nos lo merecemos. Mientras la veía hubo momentos en los que me preguntaba ¿Dónde está el Scott que dirigió Alien? ¿Es que dejó al equipo a solas rodando mientras se daba un paseo?