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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama Después de defender los derechos de los ciudadanos negros en Sudáfrica, Mahatma Gandhi, considerando que también los hindúes son ciudadanos de segunda clase en su propia tierra, los incita a sublevarse contra el Imperio Británico mediante la doctrina de la no-violencia y la desobediencia civil, liderando el movimiento que llevó a la India, hasta entonces una colonia, a independizarse de los británicos en los años 40. (FILMAFFINITY)
14 de septiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuvo que haber emanado de los astros una energía muy especial, el 2 de octubre de 1869, para permitir que Mohandas Karamchand Gandhi naciera con tan especiales valores espirituales, humanos y políticos. No cabe duda de que -el luego merecidamente llamado Mahatma (Alma grande) por el poeta Rabindranath Tagore-, tenía una esencia especial, pues, no veo otra forma de explicar la manera insólita, sabia y maravillosa, como decidió asumir la lucha en pro de sus tres ideales políticos: 1. La unión entre todos los hombres sin distingos de raza, credo o casta. 2. Mejorar la calidad de vida de los habitantes de la India (durante 21 años previos en favor del pueblo sudafricano) y 3. Expulsar para siempre de su país a los infames colonizadores ingleses.

Para Gandhi, resultó siempre misterioso e inexplicable que haya en el mundo tantísimos hombres que se sienten honrados e importantes cuando humillan a otras personas. Y cuando él mismo, en diversas ocasiones, padeció en Sudáfrica la discriminación y el rechazo por su condición de indio, sintió el profundo llamado a combatir el menosprecio y los ultrajes que se cometían con su inmenso pueblo desde hacía ya tres siglos.

Sus tácticas de lucha no podían ser más singulares, difíciles y admirables: Primero, Satyagraha: la fuerza del alma o fuerza de la verdad, en beneficio de la justicia, la unión y la igualdad. Algo así como: “No haré nada para someterte, pero tampoco admitiré ser sometido por ti, así que me opondré firmemente con la fuerza de la verdad y del amor”. O como dijera también Gandhi en la película: “Podrán golpearme y romper todos mis huesos, incluso podrán matarme; así tendrán mi cuerpo… pero jamás conseguirán mi sumisión”. Enseguida, Ahimsa: la no-violencia (“Con nuestro sufrimiento les haremos ver su injusticia y eso sí les dolerá”), la cual requería un autocontrol de tinte heroico y una gran fuerza interior para ser capaz de perdonar.

Para Richard Attenborough, un liberal inglés que provocaría furiosos reproches de los sectores más conservadores del imperio, llevar al cine la vida de Gandhi significaba, quizás, hacerle el más merecido reconocimiento a un hombre que aportó grandiosas ideas en beneficio de la paz del mundo, y al tiempo, dejaba en claro que las acciones de sus gobiernos no son, ni han sido nunca, las ideas de todo el pueblo británico. Aclarando esto último, veremos a dos o tres personajes ingleses mostrando su actitud consecuente y solidaria con las acciones del líder oriental.

Para representar a Gandhi, fue una excelente elección el inglés Ben Kingsley (nacido como Krishna Banji), de gran parecido físico con el Mahatma, y significativamente, hijo de un físico indio de origen sudafricano y de una actriz inglesa. El premio Oscar y el galardón de la Academia Británica, fueron tan solo justos reconocimientos a su magnífica labor.

El resto, ha sido un filme de rigurosa ambientación, soberbia fotografía, magnífica partitura de Ravi Shankar y George Fenton, y rodado en muchos de los sitios donde ocurrieron los hechos, con un equipo que incluyó a 110 técnicos hindúes y 80 técnicos ingleses.

Y además de sus ejemplares acciones - que llevarían a la salida de los invasores de La India en 1943, y a la firma de la independencia el 15 de agosto de 1947-, Gandhi dejó sus palabras como especial aliento de vida:

“La no cooperación con el mal, es un deber tan grande en el hombre como su cooperación con el bien”.
Luis Guillermo Cardona
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