Alcarrás es una película, técnicamente, bastante buena (salvo el sonido que deja bastante que desear), pero, debido a sus recurrentes estímulos repetitivos, deviene en un filme parsimonioso, lento, soporífero hasta la náusea, todo lo que se diga es poco, para resaltar el enorme hastío que produce la visión de la película hasta el final, esperando que se resuelva la tensión acumulada o que, al menos, se produzca un pequeño giro de guión. Nada de ello sucede, es una peli completamente inane. Con Alcarrás se demuestra que ganar el Oso de Oro en el festival de Berlín, no es garantía absolutamente de nada. ¡Afuera complejos!