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Voto de TOM REGAN:
8
Voto de TOM REGAN:
8
7.5
6,855
Bélico. Drama
Durante la Segunda Guerra Mundial, en un campo de prisioneros alemán, unos seiscientos sargentos americanos comparten el barracón 17. En Nochebuena, dos de ellos se disponen a fugarse, pero son descubiertos y ejecutados por soldados alemanes que estaban al acecho. Los prisioneros empiezan a sospechar que en el barracón hay un traidor que informa a los nazis y llegan a la conclusión de que ese traidor es el sargento Sefton, un hombre más ... [+]
24 de septiembre de 2018
24 de septiembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
173/12(17/08/18) Notable film del maestro Billy Wilder, probablemente la primera que hizo comedia en el escenario de la WWII, ello en tono de humor negro se hace alabanza del indomable espíritu de supervivencia del ser humano en las peores de las circunstancias, de cómo el humor puede convertirse en motor para convertir las espinas de las desgracias en caricias. Ello en refrescante mezcla de thriller, drama y la susodicha comedia en el contexto del sub-género de drama carcelario. Cuenta la historia de un grupo de aviadores estadounidenses recluidos en un campo de prisioneros de guerra alemanes (Stalag) de la Segunda Guerra Mundial, siendo el deux machine las sospechas de que en el barracón 17 hay un “soplón”. La película fue adaptada por Billy Wilder y Edwin Blum (“EL fantasma de Canterville”), de la obra de Broadway de Donald Bevan y Edmund Trzcinski (aparece en la película como prisionero), se basó en sus experiencias como prisioneros en Stalag 17B en Austria. El guión fue reescrito extensamente por Wilder y Blum. El director y guionista riega el metraje con su particular sello de elementos propios, con diálogos ágiles, naturales e inteligentes, guiños cinéfilos, un desarrollo que fluye como un rio en temporada de deshielo, referencias melómanas, marcando importancia de los objetos cual fetiches (la bombilla, la pieza de ajedrez, la antena, el bote de pintura, un catalejo, la foto de Betty Grable, las botas del comandante, la pernera vacía de un mutilado, un cubo de agua con doble fondo, una pelota de vóley, un alambique casero, el peculiar modo de encender una cerilla o un cortalambres), una elegante ambientación que nos hace sumergirnos en el lugar y tiempo, personajes sólidos anti-héroes (cínicos, nihilistas, individualistas, egoístas, o sea, humanos), todo esto con un humor por el que no pasa el tiempo, y encima adornado en este caso por el entusiasta popular tema "When Johnny Comes Marching Home", que infunde un tono épico a la cinta. Obra que influencio claramente a dos obras posteriores de huidas de campos de prisioneros afamadas como “El puente sobre el Rio Kwai” (1957), esta con mismo protagonista (W.Holden), y “La Gran Evasión” (1963). Wilder fue nominado al Oscar al Mejor Director, y Robert Strauss al Mejor Actor de Reparto, aunque el triunfador fue el protagonista William Holden que se llevó la preciada estatuilla por su gran interpretación (única en su carrera, estuvo nominado también por “Sunset Boulevard” y “Network”). Doce años más tarde Bernard Fein y Albert S. Ruddy crearon la serie de tv americana "Los Héroes de Hogan" (1965-1971) basándose también en dicha obra.
El film hace una radiografía de la vida en estos campos de concentración, de cómo el ingenio unido al humor son las mejores de las artillerías contra el desánimo y la depresión de recluso, aunque esto puede ser visto como algo buenista por el modo de tratar a los alemanes, nunca los vemos ningún trato inhumano, no nos hablan de que las comidas sean malas, no hablan de malos tratos, no vemos ejecuciones, los guardianes son gente afable, el sargento nazi que cuida el barracón tiene pinta de abuelete del que todos se burlan, es decir, todo desde un prisma complaciente, donde la mayor crueldad es de los propios soldados americanos contra uno de ellos, esto repercute en cierto bajón de intensidad en favor del tono ameno distendido. A esta sensación placentera desprovista de tensión la mayor parte del tiempo contribuyen las actuaciones desengrasantes de Robert Strauss y Harvey Lembeck, dos socios que sazonan sus intervenciones con gags delirantes, al que se llega al surrelismo onírico cuando “Animal” ve en Shapiro a su amada Grable, se suma un magnífico sargento Shultz ((encarnado por el mítico Sig Ruman, actor fetiche de los Marx en roles de villano elegante, o el delirante Colonel Ehrhardt de la lubitschiana “Ser o no ser”), o Jay Lawrence haciendo hilarantes imitaciones de actores hollywoodienses.
La historia mezcla humor con el thriller que supone el descubrimiento de un “topo” en el barracón, sabiendo Wilder mostrar un clima de paranoia en el lugar, de cuasi-esquizofrenia por dar rápidamente con el culpable. El humor respeta los tramos de dramatismo, los entrelaza con brío con los diferentes tonos, sabe mostrar la vida en este barracón como epítome de la vida, la comedia de la vida, dolor y alegría, sueños y pesadillas, camaradería y traiciones, amistad y dudas, frustraciones e ilusiones, pesadumbre e ira, microcosmos de sentimientos de la Condición Humana.
La cinta puede ser vista en su contexto de estreno como un alegato contra la fétida Comisión de Actividades Antiamericanas dirigida por el siniestro Senador McCarthy, que buscaba traidores a la patria de modo paranoico, y que aquí nos dicen que a veces las apariencias engañan, hay que ser preciso a la hora de encontrar enemigos y no hacerlo de un modo tan sumarísimo como lo hicieron esta comisión.
El rol de William Holden como JJ Sefton es puro Wilder, tipo irónico, caustico, cínico, frío, ser pragmático que saca provecho de la escasez de los demás y con su ingenio uy poco escrúpulos a la hora de negociar con los guardianes, personificación radical del florecimiento del capitalismo en las peores situaciones, apuestas sobre carreras de ratas, destilador de aguardiente que hace de bar, telescopio desde donde mirar sector femenino ruso cuando toca turno despioje, trueque con oficiales alemanes, el individualismo frente al colectivismo, sobrevivir. Holden lo encarna con un empaque grandioso, papel cercano al Joe Gillis de “Sunset Boulevard” del propio Wilder, te lo crees, con su sonrisa pícara, su flema en las apuestas contra los que se evaden, su modo de fumar puros, su rostro de ira contenida, la forma catárquica en que se le enciende la “bombilla” al verla oscilar, nunca pierde su descaro, ni ante las peores circunstancias sigue encendiendo la cerilla de forma atrevida en el cuerpo (ropa o cara) del duro Duke (Neville Brand);… (sigue en spoiler)
El film hace una radiografía de la vida en estos campos de concentración, de cómo el ingenio unido al humor son las mejores de las artillerías contra el desánimo y la depresión de recluso, aunque esto puede ser visto como algo buenista por el modo de tratar a los alemanes, nunca los vemos ningún trato inhumano, no nos hablan de que las comidas sean malas, no hablan de malos tratos, no vemos ejecuciones, los guardianes son gente afable, el sargento nazi que cuida el barracón tiene pinta de abuelete del que todos se burlan, es decir, todo desde un prisma complaciente, donde la mayor crueldad es de los propios soldados americanos contra uno de ellos, esto repercute en cierto bajón de intensidad en favor del tono ameno distendido. A esta sensación placentera desprovista de tensión la mayor parte del tiempo contribuyen las actuaciones desengrasantes de Robert Strauss y Harvey Lembeck, dos socios que sazonan sus intervenciones con gags delirantes, al que se llega al surrelismo onírico cuando “Animal” ve en Shapiro a su amada Grable, se suma un magnífico sargento Shultz ((encarnado por el mítico Sig Ruman, actor fetiche de los Marx en roles de villano elegante, o el delirante Colonel Ehrhardt de la lubitschiana “Ser o no ser”), o Jay Lawrence haciendo hilarantes imitaciones de actores hollywoodienses.
La historia mezcla humor con el thriller que supone el descubrimiento de un “topo” en el barracón, sabiendo Wilder mostrar un clima de paranoia en el lugar, de cuasi-esquizofrenia por dar rápidamente con el culpable. El humor respeta los tramos de dramatismo, los entrelaza con brío con los diferentes tonos, sabe mostrar la vida en este barracón como epítome de la vida, la comedia de la vida, dolor y alegría, sueños y pesadillas, camaradería y traiciones, amistad y dudas, frustraciones e ilusiones, pesadumbre e ira, microcosmos de sentimientos de la Condición Humana.
La cinta puede ser vista en su contexto de estreno como un alegato contra la fétida Comisión de Actividades Antiamericanas dirigida por el siniestro Senador McCarthy, que buscaba traidores a la patria de modo paranoico, y que aquí nos dicen que a veces las apariencias engañan, hay que ser preciso a la hora de encontrar enemigos y no hacerlo de un modo tan sumarísimo como lo hicieron esta comisión.
El rol de William Holden como JJ Sefton es puro Wilder, tipo irónico, caustico, cínico, frío, ser pragmático que saca provecho de la escasez de los demás y con su ingenio uy poco escrúpulos a la hora de negociar con los guardianes, personificación radical del florecimiento del capitalismo en las peores situaciones, apuestas sobre carreras de ratas, destilador de aguardiente que hace de bar, telescopio desde donde mirar sector femenino ruso cuando toca turno despioje, trueque con oficiales alemanes, el individualismo frente al colectivismo, sobrevivir. Holden lo encarna con un empaque grandioso, papel cercano al Joe Gillis de “Sunset Boulevard” del propio Wilder, te lo crees, con su sonrisa pícara, su flema en las apuestas contra los que se evaden, su modo de fumar puros, su rostro de ira contenida, la forma catárquica en que se le enciende la “bombilla” al verla oscilar, nunca pierde su descaro, ni ante las peores circunstancias sigue encendiendo la cerilla de forma atrevida en el cuerpo (ropa o cara) del duro Duke (Neville Brand);… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… Sig Ruman está sensacional en papel de sargento teutón Johann Sebastian Schulz, desborda bonhomía y simpatía, sensacional su lenguaje gestual y facial; Otto Preminger (director ucranio de obras como “Laura” o “Anatomía de un asesinato”), da impresión radiante como carismático comandante de campo de prisioneros, sabe dar dosis de humor con lo de que no quiere mancharse las botas de barro; Harvey Lembeck y Robert Strauss merecen por su fuerza comediante spin-off, en respectivos Harry Shapiro y Stanislas "Animal" Kuzawa, se complementan de modo sensacional, especie de Quijote y Sancho Panza, el que sueña con Betty Grable que llega a ver Gigantes (o sea, a la Grable) y el que tiene que sacarle de sus desvaríos, aunque a veces los comparten, como su “viajito” al lado ruso, el más extrovertido Strauss estuvo nominado al Oscar por su jocoso personaje siempre en calzoncillos largos; Neville Brand está notable como Duke, el impetuoso que ve en el egoísmo de Sefton al sospechoso de informante; Jay Lawrence como el Sgt. Bagradian, es otra aportación humorística con sus imitaciones de Clark Gable, James Cagney o Cary Grant (propia de guiños de la cinefilia de Wilder), e incluso de Hitler.
La puesta en escena rezuma vitalidad y vitalidad, sin atisbo del material de procedencia teatral, creando los directores artísticos Franz Bachelin (“Cuando ruge la marabunta”), y Hal Pereira (“Vértigo”), el campamento de prisioneros en John Show Ranch en Woodland Hills, en el extremo suroeste del Valle de San Fernando (California), en una labor de enorme veracidad en sus barracones o exteriores; Esto realzado por la fenomenal cinematografía en glorioso b/n del húngaro Ernest Laszlo (“Vencedores o vencidos”), otorgando en su gama de grisáceos fuerte personalidad dramática a la cinta así como hábil en las escenas humorísticas, en resaltar su comicidad (las botas de “Animal, sus calzoncillos manchados de barro, la visión de las rusas a lo lejos, las botas del comandante, la sombra de la bombilla haciendo comba,…), con tomas de grúa espectaculares (la del campo nocturno en una panorámica excelente desde lo alto hasta llegar el objetivo al oficial escondido en la cuba de agua); se añade una estimable edición de George Tomasini (“Con la muerte en los talones”), sabiendo cortar en el momento adecuado para emitir emociones; La música es orquestada por Franz Waxman (“Sunset Boulevard”), recurriendo con sibarita sentido melódico a temas populares como los villancicos “Jingle Bells”, y “Adeste Fideles”, el “I Love You” (Je t'aime) cantado por Robert Strauss/”Animal”, pero sobre todo recordado este film por las estupendas variaciones al enardecedor "When Johnny Comes Marching Home Again" escrita por el compositor y director de orquesta de origen irlandés Patrick Gilmore para el Ejército de La Unión durante la guerra civil USA.
Spoiler:
Me falta sensación de peligro, de condiciones degradantes, de riesgo para las vidas de los prisioneros, incluso la relación los guardianes con los presos me resulta de una bonhomía propia de una comedia ligera, esto resta poder de trascendencia; También me resulta chirriante que al que suponen es el “traidor” Sefton le den una paliza (por cierto, parecida a la que recibe el recluso “Patoso” en “Full Methal Jacket”), que solo le deja huellas físicas que desaparecerán, y lo dejen convivir (aunque marginado) tranquilamente en el barracón, aun disfrutando de su “tesoro” de estraperlo, y sin embargo cuando descubren al verdadero “informante” decidan arrojarlo afuera para que lo maten los suyos, si se les supone el mismo “delito” porque a uno le dan de palos, y al otro lo “condenan” a muerte?
En conjunto me queda una más que buena dramedia, mezclando géneros con incisivo tono, creando un germen de cine en el que se extrae humor en medio del belicismo que siguieron otras muchas obras. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/09/traidor-en-elinfierno.html
La puesta en escena rezuma vitalidad y vitalidad, sin atisbo del material de procedencia teatral, creando los directores artísticos Franz Bachelin (“Cuando ruge la marabunta”), y Hal Pereira (“Vértigo”), el campamento de prisioneros en John Show Ranch en Woodland Hills, en el extremo suroeste del Valle de San Fernando (California), en una labor de enorme veracidad en sus barracones o exteriores; Esto realzado por la fenomenal cinematografía en glorioso b/n del húngaro Ernest Laszlo (“Vencedores o vencidos”), otorgando en su gama de grisáceos fuerte personalidad dramática a la cinta así como hábil en las escenas humorísticas, en resaltar su comicidad (las botas de “Animal, sus calzoncillos manchados de barro, la visión de las rusas a lo lejos, las botas del comandante, la sombra de la bombilla haciendo comba,…), con tomas de grúa espectaculares (la del campo nocturno en una panorámica excelente desde lo alto hasta llegar el objetivo al oficial escondido en la cuba de agua); se añade una estimable edición de George Tomasini (“Con la muerte en los talones”), sabiendo cortar en el momento adecuado para emitir emociones; La música es orquestada por Franz Waxman (“Sunset Boulevard”), recurriendo con sibarita sentido melódico a temas populares como los villancicos “Jingle Bells”, y “Adeste Fideles”, el “I Love You” (Je t'aime) cantado por Robert Strauss/”Animal”, pero sobre todo recordado este film por las estupendas variaciones al enardecedor "When Johnny Comes Marching Home Again" escrita por el compositor y director de orquesta de origen irlandés Patrick Gilmore para el Ejército de La Unión durante la guerra civil USA.
Spoiler:
Me falta sensación de peligro, de condiciones degradantes, de riesgo para las vidas de los prisioneros, incluso la relación los guardianes con los presos me resulta de una bonhomía propia de una comedia ligera, esto resta poder de trascendencia; También me resulta chirriante que al que suponen es el “traidor” Sefton le den una paliza (por cierto, parecida a la que recibe el recluso “Patoso” en “Full Methal Jacket”), que solo le deja huellas físicas que desaparecerán, y lo dejen convivir (aunque marginado) tranquilamente en el barracón, aun disfrutando de su “tesoro” de estraperlo, y sin embargo cuando descubren al verdadero “informante” decidan arrojarlo afuera para que lo maten los suyos, si se les supone el mismo “delito” porque a uno le dan de palos, y al otro lo “condenan” a muerte?
En conjunto me queda una más que buena dramedia, mezclando géneros con incisivo tono, creando un germen de cine en el que se extrae humor en medio del belicismo que siguieron otras muchas obras. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/09/traidor-en-elinfierno.html