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Drama
Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a la asistencia social. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En la oficina de empleo, Daniel se cruza con Katie, una madre soltera con dos niños. Prisioneros de la maraña administrativa actual de Gran ... [+]
30 de septiembre de 2017
30 de septiembre de 2017
13 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay gente que lleva toda la vida amasando fortunas por compadecerse de no se sabe muy bien quiénes. Este es el caso de Loach y su guionista, que a veces han hecho cosas interesantes (aunque siempre dentro del simplismo reivindicativo y sociata) y que aquí han superado los límites, si se quiere, de todo decoro. Una mujer come directamente de la lata mientras llora en un banco de alimentos; "el Estado se lleva a la gente antes de tiempo" (vaya usted a saber qué es el Estado para Loach y Laverty..." y todo el mundo es víctima de un sistema burocrático kafkiano donde unos sufren (los pobrecitos) y otros castigan (los despiadados). Porque sí, señores, esa es toda la noción de la compleja realidad que se maneja aquí: los pobres son buenos sólo por el hecho de ser pobres, y son víctimas de un sistema (cómo gusta la palabreja) que les exprime hasta los tuétanos. ¿Donde se desarrolla la película? En Burundi... no; en Sierra Leona...no; en la puta Inglaterra, uno de los países más prósperos y con más ayudas sociales, probablemente, del mundo. Pero como les digo, hay gente que se gana así la vida, proclamando el pobrísimo mientras cuentan la pasta. Nunca la conmiseración ha estado más de moda, pero aquí se propone la catarsis del espectador con las más mentirosas y miserables artimañas.