Una de las últimas películas de la malograda Fantastic Factory, que cuenta otra vez con la dirección de Brian Yuzna, el cual ha dirigido otros títulos como El Dentista (1996), y que tiene un reparto protagonizado por Michael McKell (Pentagram, 2019), y Charlotte Salt (The Hoarder, 2015).

Un mal de origen sobrenatural está contagiando a los habitantes del pueblo de Marinbad y amenaza con propagarse a otras poblaciones. Algunos vecinos consiguen que las autoridades construyan una presa con el fin de inundar el pueblo. A pesar de ello, cuarenta años después, varias desapariciones y muertes en circunstancias misteriosas asolan Debaria, el pueblo creado junto al lago artificial que cubre Marinbad. El Mal que habita en el pueblo sumergido está saliendo a la superficie.(FilmAffinity)

Con una premisa interesante como punto de partida, Yuzna se encarga con una dirección mediocre de crear una película carente de cualquier ritmo, en la que la intriga se pierde demasiado pronto y sólo queda una criatura antagonista que cumple su función. La historia queda en poco más que una idea interesante muy poco desarrollada, y las actuaciones quedan en la mediocridad, aunque esto no quita que si uno va con las expectativas correctas se pueda disfrutar como placer culpable. Su metraje de 96 minutos acaba por hacerse largo, ya que su historia carente de factor sorpresa desde poco después de su inicio, podría haberse reducido. Los efectos dejan una sensación agridulce, ya que los efectos prácticos son resultones, mientras que los efectos digitales son complicados de ver.

Bajo Aguas Tranquilas confirmaba el fracaso de la productora Fantastic Factory, con una historia mediocre y una manera de hacer las cosas claramente errónea que venía repitiendo en sus últimas películas, sirviendo solo como pasatiempo culpable.

Nota personal 4/10